La caída de la productividad, la baja calidad de los granos y la falta de garantías de sustentabilidad, relegan al país en el mercado internacional de la oleaginosa. ¿Qué hacer para revertirlo?
“Viendo la realidad argentina contra la de nuestros competidores, Brasil y Estados Unidos, da la sensación de que estamos jugando en el minuto 70 y nos estamos quedando afuera. Brasil suma todos los años de a 10 millones de toneladas de producción, Estados Unidos lleva 10 años consecutivos con buenas cosechas y nosotros nos vamos quedando atrás en el negocio y perdiendo competitividad”, describió el Ing. Agr. Francisco García Mansilla, gerente de Originación de Viterra Argentina en el primero de cuatro seminarios organizados por Acsoja, la asociación que agrupa a los distintos actores de la cadena de la oleaginosa.
El retroceso de la posición argentina en el tablero mundial no se da solo por el estancamiento de la producción sino también por el bajo contenido de proteína de los granos de soja que, tal como remarcó García Mansilla “hoy en día es crucial porque en los programas de harina vendemos puntos de proteína para alimento”. Según alertó, la pérdida de competitividad de Argentina deriva, además, de la ineficiencia logística de los puertos y de la falta de programas de sustentabilidad, algo que cada vez cobra mayor importancia en los mercados internacionales.
“Argentina no exporta poroto, exporta productos. La mayor parte de la producción de soja se muele. Hace 15 años, nuestras ventas al exterior de grano de soja representaban entre el 15% y el 20% del mercado, hoy nuestra participación es casi irrisoria, especialmente cuando nos comparamos con Brasil y Estados Unidos que fueron creciendo muchísimo en los flujos de exportación”, repasó el ingeniero.
Aunque sigue siendo un oferente importante, frente a una producción de casi 160.000 toneladas de Brasil y alrededor de 130.000 de EE.UU., “Argentina ya no es referente de precio”, advirtió García Mansilla.
En los últimos 15 años la producción argentina de soja no creció y para el especialista, este es el principal punto de partida de la falta de competitividad. Por otro lado, la capacidad de molienda local es casi igual a la de EE.UU. o Brasil. «Con mayores producciones y similar capacidad de molienda, obviamente, en esos países los márgenes de molienda tienden a ser mucho mejores que en Argentina y eso los vuelve mucho más competitivos en los destinos, ya sea de aceite o de harina de soja”, explicó el gerente.
Cómo dar vuelta el partido
En este escenario, para revertir la situación, García Mansilla instó a la cadena de la soja a trabajar en cuatro puntos: incrementar el nivel de proteína de los granos de soja, aumentar la producción, mejorar la logística y garantizar la sustentabilidad.
“El mundo nos está pidiendo productos más sustentables y al mismo tiempo está interesado, no solamente en saber qué producto le vamos a vender sino cómo se produce y quién lo produce”, indicó el ingeniero. Eso implicaría medir e incorporar “un montón de información arriba del producto para ir a un mercado premium”, agregó. Otra alternativa sería apuntar a mercados que todavía no estén demandando estos datos, como el sudeste asiático, pero allí el mayor problema de Argentina es su escasa competitividad.
“Estamos convencidos que la sustentabilidad como diferencial de producto es una oportunidad de competir para Argentina”, sostuvo el especialista. Para alcanzarla, considera que la cadena debería aprender a hablar de sistemas sostenibles, de trazabilidad, de buenas prácticas agrícolas, cuidado del ambiente, derechos humanos, ética empresarial, higiene y seguridad, trabajo en Responsabilidad Social Empresarial, seguridad alimentaria, entre otras cuestiones ineludibles. “El mercado europeo empieza a poner foco en todos estos temas y, si bien no nos deja afuera todavía, hay empresas que ya miran estas características como un valor diferencial”, remarcó García Mansilla.
Desde su empresa tienen como objetivo empezar a medir la huella de carbono en el país para poder contarlo y construir una historia del producto argentino alrededor de eso. “Queremos poder decir: el producto argentino es mejor para el ambiente que otro, esa es una ventana que tenemos que explotar como cadena, es una herramienta de competitividad enorme”, afirmó.
Sin embargo, advirtió que esto no será posible si el agro no se digitaliza. “Como cadena tenemos que empezar a pensar cómo le ponemos toda esa información al producto. Digitalizar el agro es una necesidad, es la única manera. Y para eso es obligatorio que empecemos a construir confianza, que no haya dudas sobre el destino de los datos, desde el productor a la exportación somos el mismo canal de marketing”, subrayó García Mansilla.