Consiguió su tercer título de la temporada este sábado en Winston Salem y llega con la confianza a pleno para Flushing Meadows. Los motivos.
27/08/2023 18:26
Clarín.com Deportes Actualizado al 27/08/2023 18:26
La información dura dice: Sebastián Báez superó al checo Jiri Lehecka por 6-4 y 6-3 en la final del ATP 250 de Winston Salem para conseguir el cuarto título de su carrera, el primero sobre cemento y el tercero de la temporada, para sumar diez triunfos consecutivos y llegar con la confianza a pleno para Flushing Meadows. La información también agrega que Báez es el argentino con más presencias en finales en el año, que fue el protagonista de alcanzar un logro que no se daba desde 2011 cuando nada menos que Juan Martín Del Potro consiguió llegar a finales en dos superficies diferentes en una temporada y que se metió en un reducido grupo de nueve tenistas que entre 2022 y 2023 consiguieron llegar, como mínimo a seis finales.
Todos son datos que alimentan satisfactoriamente las estadísticas tan atractivas en el mundo del deporte. Pero lo que no dice la información es que Báez dio vuelta la página de un período oscuro en el que sólo pudo ganar un partido entre agosto del año pasado y enero de 2023. Casualidad (o no tanto), el cambio comenzó en febrero cuando Sebastián Gutiérrez no dudó en contactarse con Javier Frana para que el rafaelino se convirtiera en algo así como un consultor externo, un asesor que ve todo desde afuera y que tiene contacto directo con el entrenador sobre todo en las semanas previas a los Grand Slams y en estos torneos en especial. El estreno fue con éxito cuando Báez logró el título de Córdoba. Pero faltaba más y ese pico en su carrera lo disfruta el tenis argentino por estas horas.
Báez necesitaba un cambio técnico y mental. Fue por el para jugar mejor en una superficie que no es la suya. Pero no hay un único foco que logró la modificación de 180 grados.
Tenía las condiciones para jugar muy bien en cemento por su postura de tenista aguerrido y luchador, del que juega bajo y rápido. Sus golpes se adaptan a las canchas duras y fundamentalmente ello sucede con su revés, que naturalmente incluso es más de cemento. El drive, en cambio, recién ahora empezó a curarse y es un golpe que puede ser impresionante y en cualquier superficie.
Además Báez tiene la velocidad necesaria para generar una agresión que permita asfixiar al rival y no sirva sólo para defender y aguantar. Hoy también trabaja en que el saque tenga una alta efectividad para que, a falta de poder de fuego, tenga una buena ubicación y pueda ser protagonista con la segunda pelota. ¿Algo más? Su volea es muy buena y la idea es que se anime y vaya hacia la red cada vez más.
Báez debe ir construyendo una suerte de identidad y de confianza para sentirse cada vez más seguro. En el cemento esto le costaba conseguir pero se sabía que en cualquier momento y con un par de triunfos el panorama cambiaría. Eso sucedió en el torneo estadounidense y en un momento especial. Se viene Flushing Meadows y aunque la exigencia será otra y el cansancio estará latente, la confianza está en un punto bien alto. Y ya se sabe que el poder de la mente es un arma clave y que pocos tienen en el tenis de hoy.