viernes, 29 noviembre, 2024
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La historia detrás del quiebre en la relación de Javier Milei y su jefe de Gabinete

Antes y después de asumir, cuando a Javier Milei le consultaban quién era su mejor amigo en el Gobierno, no dudaba en la respuesta: “Nicolás Posse”, decía, de inmediato, lo que generaba sorpresa por fuera del universo libertario que había escuchado de su vínculo con el ministro del Interior, Guillermo Francos, acaso el de mayor rodaje en la política, o con la licenciada Sandra Pettovello, su amiga y confidente a quien el Presidente le armó en Capital Humano un mega ministerio que acapara áreas -y cajas- sensibles que entiende deben quedar a resguardo de tentaciones y sobre las que quiere tener absoluta custodia.

Tan fundamental consideraba Milei a Posse que aceptó la condición que le puso para aceptar ser su jefe de Gabinete: “No voy a los medios, no doy entrevistas y tampoco hablo en off”, fue la condición que puso el ex ejecutivo de empresas como Molinos, Red Bull y Aeropuertos Argentina 2000. En medio de las versiones que por entonces surgían de distintos nombres por fuera de La Libertad Avanza, Milei concedió una cláusula prohibitiva para el cargo del jefe de Gabinete que suele oficiar de fusible de un Presidente. En efecto durante los primeros seis meses de gestión, la voz de Posse no se escuchó hasta su primer informe en el Congreso. Su perfil bajo mediático es similar al de Pettovello, que compensa con la cantidad de denuncias por corrupción del gobierno anterior que salen desde su ministerio y la convirtieron, según el jefe de Estado, en una “máquina de destapar curros del peronismo”.

Pero no fue su falta de exposición la que determinó la tensión con Posse. Hoy, esa larga amistad que data de los tiempos que compartieron la Corporación América de Eduardo Eurnekian y en el que todavía jefe de Gabinete, del que Milei resaltaba su “inteligencia extraordinaria”, atraviesa un momento de frialdad extrema. Al punto que el Presidente no quiere saber nada cuando dirigentes y personas de su entorno intentan acercar posiciones. “Está afuera”, sintetizó un estrecho colaborador del Presidente.

Incluso, la secretaria general de Presidencia, Karina Milei, y el asesor todoterreno Santiago Caputo buscaron descomprimir la tensión, aunque no tuvieron éxito. “No hay forma, cuando alguien le empieza a hablar de Posse se enoja y cambia de tema rápido”, agregan fuentes inobjetables de Casa Rosada.

Hay voces que aseguran que la tensión es tal que Milei y Posse ya no se hablan. Otros rectifican: “Hablan lo justo y necesario”.

Esto ocurre hace un buen tiempo, según pudo reconstruir ahora Clarín. Al menos dos meses atrás, cuando todavía no había trascendido el malestar, ministros y funcionarios se sorprendieron con una escena que se repitió: ante algunas intervenciones de Posse, Milei mostró mucho fastidio. Coincide, justo, con la etapa en la que el Presidente empezó a señalar en público que su “triada de poder” estaba integrada por su hermana Karina y Caputo, dejando afuera al jefe de Gabinete.

Los motivos del enojo varían según los interlocutores que conocen el detrás de escena. Son menos de los que se atribuyen estar al tanto de la trama.

La versión “oficial” apunta a ciertas diferencias en cuanto al estilo en la gestión y sostiene que al Presidente prefiere más intensidad y rigor en el Gobierno. Es una manera a la que apelan para negar el ruido que se escucha en privado.

El primer llamado de atención fue la salida de Guillermo Ferraro de Infraestructura. Posse tenía cortocircuitos con quien había propuesto para ese cargo: el ministro bloqueaba los nombramientos que le pedía el jefe de Gabinete en directorios de empresas en las que el Estado tiene participación. El resultado fue su despido y la explicación no convenció a nadie: fue acusado de filtrar a Clarín el detalle de una reunión de Gabinete. Con el tiempo, el Presidente se dio cuenta que fue una excusa y que alguien le había mentido.

Eso se juntó a otro momento crítico que afrontó el Gobierno, cuando en marzo se puso en marcha un aumento del 48% en los sueldos de ministros y otros altos funcionarios. El Presidente echó al secretario de Trabajo, Omar Yasín, por el “error” de la resolución que habilitó esa suba, en plena etapa de ajuste, porque lo señalaron como el responsable de la medida.

Semanas más tarde, terminó de descifrar que había sido el chivo expiatorio para deslindar la responsabilidad de Jefatura de Gabinete; donde se había cocinado el texto. Para exculpar a su jefe directo Posse, Armando Guibert asumió la responsabilidad y dejó su cargo como secretario de Transformación del Estado y Función Pública. “Javier lo aceptó pero no se olvidó que ya le había mentido una vez”, remarca una fuente de extrema confianza de los hermanos Milei.

Guibert no se quedó sin trabajo porque días antes había asumido como director en el Banco Nación, una modalidad que se repite en varios funcionarios que responden a Posse, que se encargó de superpoblar ministerios y empresas del Estado con su tropa. En algunos casos, a diferencia de Guibert; el funcionario trabajaba “ad honorem” en el cargo político de manera tal de poder cobrar el sueldo en la firma estatal, donde suelen pagar mejores honorarios.

Fueron movimientos que inicialmente se advirtieron como una muestra del poder de Posse pero que con el correr de la gestión sumaron reproches.

A Milei, y especialmente a Karina, les molesta de sobremanera cuando la tropa se desvía de la esencia de austeridad que pregona el espacio en público.

También llegó a oídos de ambos ciertos desmanejos en torno a la Agencia Federal de Inteligencia, a cargo de Silvestre Sívori, un hombre impuesto por Posse. No se descarta cambios en el área.

No en vano, como contó Clarín, Milei avisó a su tropa que sería implacable con quienes fogonearan internas en el Gobierno: “Al que hace una operación, lo echo”.

El tema genera incomodidad puertas adentro del Gobierno porque nadie se anima a empujar la salida de Posse, teniendo en cuenta la relación que los unía. Nadie se anima siquiera a contestar sobre los rumores que dan cuenta de posibles reemplazantes de Posse. Ministros como Francos y Patricia Bullrich (Seguridad), que suenan para dar el salto, cuidan sus salidas mediáticas.

Los otros dos nombres que se barajan, Martín y Eduardo “Lule” Menem, se enfrentan a versiones que surgen desde sectores de la oposición, aprovechando su buena sintonía con Karina, “El Jefe”. Cuentan en Casa Rosada que se ocuparon desmentir rumores que los mencionaban con chances de desembarcar en lugar de Posse.

“Los rumores que hay de que va uno u otra los tira la oposición. Al único que confirmó Javier para entrar es a (Federico) Sturzenegger”, aclara una importante espada con acceso al despacho presidencial. Sobre esto último, afirman que no implica que Luis “Toto” Caputo (Economía) o el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, vayan a dejar sus lugares: el ideólogo de la Ley Bases asumirá un nuevo ministerio que se ocupará de la implementación de la amplia reforma del Estado que propone el proyecto.

Con todo; desde sectores de la oposición les atribuyen a los Menem las versiones.

Pero en Adorni, otro que suena con chances de recalar por Posse, tuvo que hacer un esfuerzo descomunal para descomprimir la situación del jefe de Gabinete: cuando le consultaron en la conferencia de prensa de este viernes, puso al mismo nivel el caso del resto de los ministros y descartó un enojo del Presidente. “Son todos supuestos en tanto y en cuenta un funcionario siga en funciones”, dijo. Y apuntó que no hay nada definido: “Habrá algún cambio cuando el Presidente tome una decisión”.

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