Cuando las paisajistas María Laura Naso y Carolina Cornaglia llegaron a este bellísimo terreno en Highland Park (Pilar), la casa ya estaba implantada en el terreno. Imponente y contemporánea, íntegramente de hormigón y vidrio, la edificación había dejado poco jardín: de forma apaisada y con un fondo sombrío. Todo un desafío que, sin embargo, las profesionales a cargo del estudio Bioma Oficina del Paisaje no dudaron en ponerse al hombro.
¿Cuáles fueron los requerimientos de los dueños? Fogón, espacio de sol e intimidad con los vecinos aledaños y al frente. Así, el diseño del paisajismo priorizó trazar un “recorrido”: un camino que conectara el terreno desde su parte frontal y hacia atrás. Entre otras ventajas, esto permite hoy armar distintos espacios, con usos diversos, y la posibilidad de flexibilizar los momentos de reunión.
Camino al andar
En la entrada, a modo de estacionamiento de invitados, se dispuso un camino curvo de binder, que rodea el lateral izquierdo de la casa, flanqueado por Acer buergerianum, Acer palmatum y Pyrus calleryana ‘Chanticleer’, todos plantados junto con jazmín de leche dispuesto como cubresuelos. Esto permitiría además la generación de espacios de distinto carácter de uso.
Desde el estacionamiento para invitados de donde sale un camino curvo de binder que rodea el lateral izquierdo y lleva al fogón circular que se abrazó con lomas. Así las paisajistas dispusieron plantaron distintas herbáceas, e incluso se incursionó con el cultivo de Salvia leucantha blanca.
El camino curvo de binder sigue su curso por el perímetro del terreno, lo que permitió armar la plantación en ambos lados. Contra el vecino, el paisajismo definió un cerco de Viburnum suspensum y del otro lado se plantaron varias especies de sombra, como plectrantos, alocasias, entre otras. Siguiendo el recorrido entre plantas se llega al lateral derecho de la casa. Aquí se encuentra la entrada de servicio y el binder deja lugar a los “garden block”, que permitieron nivelar el acceso.
Lomas y desniveles
El camino serpenteante sigue, y se encuentra con el estacionamiento de la casa, y continúa de forma imaginaria para adentrarse entre las lomas del jardín del frente. Estas, de casi 80 cm de altura, brindan la privacidad pedida por el cliente. Se realizaron con tierra y artesanalmente para darles una forma y un ritmo naturales. Las lomas están compuestas principalmente por Pittosporum tobira ‘Nana’, como nubes verdes que se encuentran intervenidas con árboles pequeños o herbáceas, de acuerdo con el asoleamiento de cada lugar definido por las paisajistas de Bioma.
La entrada principal no es ajena a esta composición paisajística, y sirve como unión del recorrido enmarcado con un colchón de jazmín de leche. También se plantaron dos ejemplares de jacarandá y un Acer palmatum para darle escala al proyecto. La casa cuenta con un patio en el subsuelo, donde se dispusieron dos grandes macetas con Acer buergerianum, y otro patio adonde da el toilette, con alocasias, wembes y otras especies de sombra.
Si bien la pileta ya estaba, las paisajistas sugirieron que se revistiera de venecitas negras para lograr un espejo de agua que reflejara todo el verde de alrededor. Aún faltaba el gran desafío de ofrecer un espacio de sol y para esto se armó una cubierta verde de casi 200 m2. Se concibió así un jardín a la altura de la copa de los árboles, que se relaciona con el entorno y hábitat existentes.
El techo verde es uno de los hallazgos del proyecto. Este logra generar nuevas vistas desde las habitaciones, así como espacios de disfrute al sol y un corredor biológico. Si bien la curva es la línea distintiva, se definió que el techo verde tuviera dos espacios cuadrados y conectados principalmente por un camino recto. Sobre esta superficie se realizó una impermeabilización en PVC y luego se armó el sustrato de unos 10 cm de profundidad sobre geotextil y hueveras, donde las paisajistas definieron plantar principalmente gramíneas y herbáceas.