Cada vez pensaba más en ella. La había visto en redes sociales y su historia la había movilizado por completo. Marion, la joven perrita que tenía en sus pensamientos hacía ya varias semanas, había aparecido atropellada en una zanja en Pontevedra, en la zona oeste del Gran Buenos Aires. Producto del accidente, que afectó su columna, la perra no pudo moverse durante dos días mientras esperaba que alguien se apiadara de ella.
Así la encontraron las voluntarias de Soplo de Vida, un grupo de rescate de Buenos Aires. Lamentablemente, a pesar de los esfuerzos, Marion no volvería a caminar y, además, había perdido el control de esfínteres. Pero quizás eso no era lo más triste del caso: Marion había tenido crías recientemente y, aunque se hizo todo lo posible, los cachorros no aparecieron por ningún lado.
“Desde el primer día la historia de Marion me movilizó. Yo intentaba difundir el caso en mis redes para ayudar a encontrarle un hogar de tránsito donde pudiera recuperarse. Hasta que un día me di cuenta de que pensaba mucho en ella. Así que me contacté con las chicas del refugio para que la trajeran conmigo. Lamentablemente, cuando llegó a casa no estaba bien. Era una perrita triste, con dolor, apagada. Pero siempre fue muy dócil, buena y entendió desde el primer minuto que estábamos ahí para ayudarla”, recuerda Agustina Baffy.
Llevó poco tiempo y mucho amor lograr hasta que la mirada y las ganas de vivir de la perrita cambiaran por completo. “Es una perra súper inteligente, por lo que entendió la rutina enseguida. Los horarios de cambio de pañal, el paseo a la tarde y la hora de ir a dormir los incorporó sin problema. Cuando debía quedarse acostada para hacer reposo absoluto, a veces la encontrábamos sentadita buscándonos con la cabeza para que vayamos a darle amor. Mi pareja y yo trabajamos ambos desde casa, por lo que esto nos ayudó a controlar a Marion y poder estar para ella cuando lo necesitara. También siempre se quedaba tranquila si ambos salíamos, ya que tenía la compañía de nuestra perra Gala y nuestro gato Misha”.
No era la primera vez que Agustina recibía un perro en su casa para ayudarlo en su proceso de rehabilitación luego de ser rescatado. “Transito perros hace 12 años. Con todos tuve un vínculo muy especial, pero Marion… ella fue, indiscutiblemente, el caso más complejo e inspirador que tuve. Fueron muchas las noches que me quedaba acostada con ella acariciándola y con lágrimas en los ojos, tratando de entender por qué un humano haría algo así. Pero eso es lo que Marion me enseñó. A seguir adelante y no mirar atrás. A enfocarnos en lo positivo y soltar el rencor. Es increíble como un tránsito puede inspirarte, motivarte y enseñarte de la vida. A seguir a pesar de todo, a pelearla y disfrutar de lo que uno tiene. Además, es una perra súper dulce, graciosa y cariñosa. Siempre busca estar cerca tuyo, y mejor si de paso recibe unas caricias. A pesar de su condición siempre le gustó mucho pasear y jugar con otros perros”.
“Fue una mezcla de sentimientos”
Fue gracias a esa actitud positiva y las ganas que puso en el proceso, al soporte del refugio Soplo de Vida y de todos los padrinos y madrinas que siempre estuvieron para ayudarla que, después de un año de aquel triste accidente y cuando todos habían perdido las esperanzas sobre su adopción, Marion pudo empezar un nuevo capítulo en su vida cuando alguien se mostró interesado en incorporarla definitivamente a su familia.
“Cuando la vi fue una mezcla de sentimientos: de amor, porque la carita y su actitud de agradecida te compra, y bronca por cómo la habían dejado tirada, sin parar a darle asistencia. En ese momento no pensamos en adoptarla, pero sí en ayudarla a que se recupere de la mejor manera”, recuerda Franco. Sin embargo, el sentimiento de empatía fue más fuerte y pronto fue un tema de conversación con su pareja Sol.
“Nosotros nos enamoramos a primera vista de todos los perros. Nos gustan mucho, los dos crecimos en casas con varios perros. Nos encantaba la idea de adoptar a Marion, pero tuvimos que pensarlo bastante. Teniendo ya a una perra discapacitada y dado el contexto económico, la cantidad de pañales, zaleas y toallitas que usan, el presupuesto a considerar era bastante grande. La barrera más grande que teníamos era la económica”, explica Sol.
Ambos sabían de qué se trataba convivir con un perro discapacitado y por eso sentían que ya tenían gran parte del proceso aceitado. De modo que siguieron lo que les dictaba su corazón y anunciaron oficialmente que Marion formaría parte de su familia multiespecie. Desde entonces la pareja convive con dos perras que usan carrito para desplazarse y asegura que es igual que vivir con cualquier otro perrito. “El tiempo que una persona tarda en sacar a dar una vuelta manzana al perrito es el que tardamos nosotros en cambiarle los pañales a las dos. Creemos que un gran mito que circula es el hecho de que es muy difícil hacerse cargo y cuidarlos”, asegura Sol.
Desde luego, es importante tener una rutina, ya que ellos tienen su movilidad reducida y la asistencia para orinar o defecar es crucial. En la casa de Marion y su hermana Rosita se come a determinado horario, luego se vacía vejiga y después llega el momento de juego. Ambas circulan en el departamento sin el carro. Sólo se les coloca cuando salen al exterior a tener “vida social, vida de perros”: oler, correr, ladrar etc. “La mayoría de las personas los ven y dicen pobrecitos, qué lástima, están enfermos, etc.” pero ellas son felices como cualquier otro perro”, afirma Franco orgulloso de sus perritas. “Marion es una perra muy calma y agradecida. Creemos que nos viene a enseñar que tarde o temprano todo llega y en el momento preciso; que nunca hay que renunciar a la vida, aunque a veces sea todo cuesta arriba”.
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