En el mercado de autos usados, la buena fe juega un rol fundamental. Si las operaciones se realizan por fuera de las agencias, concesionarias o centros de compra-venta oficiales, la confianza entre involucrados es la clave para que la operación llegue a buen puerto.
Lamentablemente, hay quienes se aprovechan de esa situación para esconder algunos desperfectos que pueda tener la unidad y evitar que repercutan en el precio final. En ese sentido, un mecánico elaboró una serie de consejos a tener en cuenta al momento de revisar a la unidad en persona antes de comprar.
Publicados en el diario El País, de España, los tips requieren un mínimo conocimiento de mecánica así como algunos instrumentos especiales para la ocasión. En ese sentido, también se recomienda asistir junto a un especialista de confianza, más que nada si se trata de la compra del primer auto.
“Necesitamos un espesímetro, un aparato que mide el espesor de la pintura”, señaló el experto de NeedCarHelp, un canal de YouTube especializado. “En la parte delantera de los autos es donde más información va a haber”, explicó también.
“Cuando el auto tiene cualquier tipo de accidente, lo primero que se hace es desmontar todas las partes externas. Si vemos marcajes de que estos elementos inamovibles se han movido, deberemos indagar más”, añadió. En esa línea, explicó que hay que revisar las fechas que figuran en las autopartes, las cuales deberían coincidir con el año de fabricación del vehículo si es que nunca fueron reemplazadas.
En lo que refiere al espesímetro, es un instrumento muy útil para averiguar si hay masilla aplicada en el auto o bien el grosor de la pintura de la carrocería. Si el número que arroja es elevado, es indicador de que el auto pudo haber estado involucrado en un accidente.
No obstante, que el espesor sea alto puede ser consecuencia de repintado por motivos estéticos o pequeños rayones, por lo que no debe ser considerado por sí solo.
Aunque parezcan obviedades, nunca está de más tener presentes una serie de aspectos para evitar dolores de cabeza.
LA NACION