«No sabés el orgullo que siento: hace 30 años comencé a trabajar con él… ¡y hoy es Mi Presidente», escribía María Cantero el 10 de diciembre de 2019. La histórica secretaria de Alberto Ángel Fernández repetía, entonces, que «¡pasé trabajando con Alberto más de la mitad de mi vida!» y se mostraba desbordada de emoción.
El novel Presidente le confiaba todo a su asistente, incluso le pasaba el bastón de mando presidencial momentos después de la jura, en símbolo de confianza. Y de que iba a tener también algo de mando en los tiempos presidenciales por venir.
Cuando se organizó la administración nacional del Frente de Todos (luego de imponerse a la fórmula Macri-Pichetto), María Cantero se transformó en la jefa de los movimientos en el despacho del jefe de Estado, ubicado en el primer piso de la Casa Rosada.
Cantero llegaba al mediodía y celaba al resto de las secretarías. Fundamentalmente a una joven que fue asignada al turno mañana, a la que calificaba de «militante» y que había sido recomendada a Fernández por Juan Cabandié, el dirigente hijo de desaparecidos que había impulsado la reconciliación de Alberto con Cristina Elisabet Kirchner. Cabandié era una persona influyente, en ese entonces, en el entorno de AF quien lo designó Ministro de Medio Ambiente, un área para la que no tenía expertise.
María imponía autoridad y se mostraba unida a los dirigentes que ella quería, como a Julio Vitobello (designado secretario General de la Presidencia) y Juan Pablo Biondi, definido como secretario de Comunicación y Prensa: todos ellos eran los inseparables del flamante Presidente y fue así, hasta el día en que, después de la derrota en las PASO de 2021, Cristina Kirchner publicó una carta pública donde embistió contra Biondi, lo que significó que Alberto eyectara -sin defender- al fiel colaborador que guardaba decenas de secretos presidenciales.
María se quedó pues no tenía responsabilidades políticas pero sí de influencia: «El reloj que usa Alberto se lo regalamos con mi marido hace 20 años. Y lo usa porque dice que con eso, empezó todo y le trae suerte», decía Cantero en ese arranque de gestión cuando aún el elenco albertista ni imaginaba que se venía una pandemia mundial con el desconocido COVID.
Cantero se acostumbró al lugar y comenzó a hablar de su esposo Héctor Martínez Sosa, importante empresario del mundo de los seguros. María llegaba a la Casa de Gobierno con un Audi TT, regalo de «Hecky», como era apodado el amigo de Fernández. Ambos vivían y viven -desde hace más de veinte años- en el barrio Punta Chica, de San Fernando, en un chalet noventoso que no irradia lujo.
Se ubicó en la antesala del Presidente usando el escritorio que había sido de Isabel Martínez de Perón; en tanto, Alberto Fernández había escogido para sí uno que usó Arturo Frondizi y era el mismo que utilizó cuando fue jefe de Gabinete de Néstor Kirchner. Siempre por la tarde, su horario predilecto, incluso cuando fue secretaria de Alberto Jefe de Gabinete en la gestión nestorista.
Cantero comprendió con el tiempo que Alberto usaba el estilo de siempre: todo pasaba por su teléfono celular. Desde las charlas con funcionarios, empresarios y periodistas y eso, hacía que su secretaria se encontrara con los hechos consumados y su influencia se achicaba. Cuando alguien se acercaba a ella, reclamando alguna gestión con el Presidente, ella entraba en acción. Como cuando luego intercedió a favor de «Hecky» con el asunto de lograr cuentas de seguros.
La secretaria María tenía buenos tratos con los custodios y la gente de la cocina y la limpieza de la Casa Rosada y eso también ayudaba a su círculo de información sobre el Presidente. Las visitas de mujeres, tanto de periodistas y del mundo del espectáculo, quedaron en la retina de la fiel María.
No tenía llegada a la Residencia Presidencial de Olivos, donde transcurrió la gestión del Gobierno en la pandemia. Y donde vivió la primera dama Fabiola Yañez el calvario que narró a la Justicia y a los medios. Por eso, muchos de quienes estuvieron en la gestión de Fernández se sorprendieron de que Fabiola recurriera a Cantero para hablar de violencia y de mostrarle imágenes con los efectos de los golpes recibidos.
La intimidad también la trataba de mantener con Daniel Rodríguez, el ex policía que primero fue chofer de Alberto y luego, se transformó en el intendente de la Quinta de Olivos. Como agradecimiento de Fernández a la fidelidad. Rodríguez recibió, como se contó en Clarín, un reloj costosísimo como obsequio del matrimonio Cantero-Martínez Sosa.
En cambio, no tuvo buena relación con Vilma Ibarra y con Gabriela Cerruti. Con la ex secretaria Legal y Técnica tenía ruidos pues quien fuera pareja por 10 años de Alberto entraba y salía del despacho presidencial sin pedirle permiso. Y con la ex vocera presidencial jamás congenió, algo que sucedió con la mayoría del Gabinete albertista donde la periodista y escritora no logró simpatías en virtud de haber accedido al Gobierno con ínfulas de súper ministra o de querer ser una especie de coordinadora, incluso por encima del eventual Jefe de Gabinete.
Pero más allá de su carácter especial, Cantero siempre fue fiel a Alberto. Odiaba a quienes creía le hacían daño a su eterno jefe, como le pasaba con Axel Kicillof. Y mucho más, con Cristina Kirchner.
Ella repetía como un mantra «¡hace 30 años que me lo banco!» pero lo decía mostrándose afectiva. Como el día en que Lionel Messi y los campeones del mundo de Qatar 2022 eludieron ir a la Casa Rosada y María fatigaba su teléfono diciéndole a todos «no hablen al pedo, Messi nunca iba a venir acá». En esos tiempos, Fernández y Cantero «parecían un matrimonio, se reían y se puteaban con diferencia de 15 minutos», como relata un funcionario de la ex administración albertista.
Además de María, también supo trabajar con Alberto su hermana Viviana Cantero, quien se presentaba como «responsable de prensa de Relaciones Pública, Imagen, RSE en Martínez Sosa S.A.».
Tras una revelación en el mes de febrero del diario Clarín sobre el negociado con brokers de seguros en la gestión, en los chats que están en la causa federal que instruye el juez Julián Ercolini, María Cantero aparece haciendo gestiones en favor de su marido.
«¿Quién tiene los seguros ahí?» o «mi marido te manda un saludo» eran frases que muchos (o demasiados) funcionarios del peronismo escucharon repetidas veces en boca de Cantero.
Cuando Alberto Fernández -consultado por un medio sobre las denuncias de los brokers de seguros- la mencionó a su ex secretaria, ella estalló: «No puedo garantizar que ella no haya hecho una cosa así”, dijo Fernández para desligarse de la denuncia judicial y María Cantero cerró su teléfono.
Cantero está recluida en su casa donde siempre recibió los diarios Clarín, La Nación y Perfil. No se sabe si hoy, al estar ella y su marido en las noticias, los sigue leyendo. Quienes la conocen dicen que «el problema de María » fue su teléfono. Casualidades de la vida, el mismo que el de Alberto Ángel Fernández.