Este domingo mientras Javier Milei se rodeaba de su núcleo más íntimo para preparar sus reuniones en Nueva York y su discurso debut de este martes 24 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la delegación argentina vivía bajo un hervidero.
El influyente embajador ante los Estados Unidos, el empresario Gerardo Werthein, le exigió a Ricardo Lagorio que, por orden de la Casa Rosada, no fuera a buscar al Presidente al aeropuerto en Nueva York, este sábado. Y este domingo le indicaron que tampoco se siente en su banca el martes cuando Milei hable ante la Asamblea, la UNGA. Hay sólo seis bancas para cada país en el emblemático recinto. Y la ocuparán quienes decidan los Milei y Werthein. Que no esté el embajador de un país cuando habla su Presidente es un hecho inédito en Naciones Unidas. Por eso, lo están conversando los diplomáticos con Presidencia. Difícil convencerlos de que Lagorio esté presente.
Por una parte, asesores que rodean al Presidente quieren ver rodar la cabeza del representante argentino ante las Naciones Unidas, cuyo cargo está contra las cuerdas.
Hay una versión creciente de que Lagorio tiene las horas contadas en esa embajada porque con su estilo atildado y engolado a la hora de transmitir los mensajes -pero que técnicamente son los correctos- no pudo convivir con la política ultraconservadora y disruptiva libertaria. Más aún, se afirma que Werthein, quien tiene mucho más poder que la propia canciller Diana Mondino, elegirá a su reemplazante. El diplomático fue consultado por este diario y afirmó no tener “comentarios”.
Tampoco Lagorio quiso hacer declaraciones ante la pregunta de este diario, y manifestó estar «trabajando». Pero Lagorio tampoco fue a recibir a Mondino, su mentora en el puesto. A los hermanos Milei, además, le habría llegado la información de que Lagorio -diplomático de carrera especialmente convocado por Mondino por haber estado ya jubilado- de que inicialmente militó para la campaña de Horacio Rodríguez Larreta. No se lo perdonan.
En Casa Rosada lo detestan, como a la mayoría de los diplomáticos de Mondino porque el mensaje que tienen para transmitir es el de la moderación en política exterior. Así es la escuela en el mundo occidental, salvo cuando los convierten en militantes de los extremos como también se vio durante el kirchnerismo.
Pero Lagorio y la cúpula de Mondino sólo transmite una alta preocupación incluso en Washington y Europa sobre la Argentina de hoy. Los libertarios están quedando en sus votaciones -pasó con el voto contra palestina, contra la Agenda 2030 y contra ciertas políticas sociales- con los países más autoritarios o con los menos desarrollados.
Por cierto, diplomáticos extranjeros manifestaron con preocupación ante Clarín que el Gobierno también habría decidido no participar de la llamada Cumbre del Futuro, por estar en contra de los documentos que piden a sus 193 miembros soluciones a los “riesgos catastróficos existenciales crecientes» como las guerras, el cambio climático y la creciente pobreza. Para la ONU es muy importante la cumbre y la posición del Gobierno lo deja como paria en la cuestión.
La semana pasada el asesor Santiago Caputo manifestó a los periodistas en la Casa Rosada que Milei hablará en la ONU contra la Agenda 2030, y que será una suerte de «Davos 2» -como cuando se presentó contra el socialismo en enero pasado en el Foro Económico de la aldea alpina suiza-.
Pero también dijo que se despachará contra China, algo extraño por el nivel de relación y dependencia que también tiene el Gobierno de los fondos chinos. El viernes Mondino, el ministro Luis Petri y el jefe de los espías, Sergio Neiffert, dieron presente en la fiesta nacional de la potencia asiática, que organizó el embajador Wang Wei en el hotel Sheraton.
A la canciller tampoco la subieron al vuelo privado que el sábado trasladó a Milei a Manhattan junto a la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, la hermana del presidente; y los ministros Luis Caputo (Economía) y Patricia Bullrich (Seguridad). «Fue humillante«, afirmaron fuentes consultadas que la vieron llegar por su lado en una aerolínea comercial.
Mondino, quien sería la natural acompañante del Presidente ante la UNGA el martes, llegó a Nueva York con la secretaria del Area Malvinas, Paola Di Chiaro, y con el nuevo secretario de Culto y Civilización, el empoderado Nahuel Sotelo, segundo interventor de la Cancillería.
Pero la presencia de Sotelo ahora queda desdibujada porque fue él mismo quien le bajó el pulgar a Lagorio y ahora tampoco participará de la Cumbre del Futuro. La otra interventora de Mondino en el Ministerio y que ahora trabaja con Sotelo es la abogada en derecho de familia, Ursula Basset, que tiene despacho en el piso 13 de la Cancillería pero sin cargo formal. Basset ya jugó fuerte con su agenda anti aborto, anti género y anti lucha contra la pobreza en la Asamblea de la OEA. La consideran una agenda «socialista», «comunista».
Basset y Sotelo generaron incluso en el Ministerio el movimiento de “los ursulitos” y los “nahuelitos” al impulsar una agenda ultraconservadora.
La crisis última surgió porque la Casa Rosada les pidió que hicieran modificaciones al documento de la Cumbre del Futuro, contra la Agenda 2030, del desarrollo sostenible, contra los compromisos adoptados para el combate del calentamiento global, el auge de la pobreza y quieren expresamente dejar su opinión contra el aborto y las políticas por la diversidad de género, entre otros.
Pero Lagorio en particular y los diplomáticos en general les advirtieron que los documentos ya negociados no se pueden abrir y solo algunos pueden permitir un pie de página con las posiciones. Nada más. Eso enojó al Ejecutivo muchísimo. Se desconoce entonces cuál será la agenda de Sotelo, ya que lo suyo era la Agenda del Futuro, donde Argentina no participará activamente. Di Chiaro, en tanto, representará a Mondino en la cumbre atlántica que organiza el secretario de Estado, Antony Blinken. Caputo acompañaría al presidente en las reuniones con empresarios y Bullrich tendría agenda propia.
A la polémica de la Casa Rosada interviniendo por completo la política exterior y al quiebre de una Argentina más multilateralista -el mundo Milei es trumpista y seguidor de Elon Musk no sólo en la esfera de X-, se suma el estallido interno en un Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto que está sumergido en una crisis total por la embestida de Presidencia y la imposición del impuesto a las Ganancias en el plus que cobran los diplomáticos cuando salen al exterior. Los más jóvenes aseguran que no les alcanza cuando les hacen los descuentos. Efectivamente es así. Ninguna de las posturas que promueven los diplomáticos son tenidas en cuenta.
Esa situación hizo resurgir con fuerza la militancia kirchnerista en la Cancillería de cara a las elecciones del gremio Asociación del Personal del Servicio Exterior (Apsen), que tendrá sus comicios de nuevas autoridades en octubre.
Ocurre que lo que el Gobierno no percibió es que la polarización también hace crecer a la oposición. Y hoy los diplomáticos kirchneristas quieren ir al choque, al paro total contra Milei con el Apsen, donde la lista que armaron para los comicios la encabeza el joven Emilio Brezicki, que actualmente es cónsul en Ciudad del Este y va junto a la ultra k Soledad Sandler.
Del lado no K, con menor fuerza pero en favor de posturas menos combativas contra el Gobierno y contra Mondino, la otra lista la encabeza Laura Zerillo, que es ministra de segunda y vicedirectora de Asuntos Consulares.
Una nueva situación en medio de toda esta crisis es el efecto Milei también a nivel generacional. Ocurre que los jóvenes diplomáticos ahora le disputan fuertemente los espacios de poder a quienes llegan al cargo de embajador, donde debería primar la trayectoria, que viene perdiendo valor.
Los embajadores full son tratados como “gaga” y “egoístas” por una generación nueva que igual, como tal ha perdido privilegios: en las jubilaciones especiales que tuvieron hasta el gobierno de Alberto Fernández, y ahora con el tema de Ganancias, durante el gobierno de Milei.