Jairo Mejía
Washington, 4 nov (EFE).- El gobernador de Minesota, Tim Walz, ha pasado en estos cuatro meses por una vorágine: de ser un desconocido a nivel nacional a convertirse en un crítico de Donald Trump viral, para poco después desdibujarse con el paso de la campaña hasta quedar relegado a un rol estereotípico, el del sempiterno blanco sesentón que copa la política estadounidense.
Walz lleva casi 20 años en política pero hasta hace poco era prácticamente desconocido, un hombre sencillo que se presentaba en los actos de campaña con camisa de franela y botas de senderismo y que representa al hombre familiar del Medio Oeste rural.
El candidato a vicepresidente, acusado por Trump de ser un izquierdista radical, ha sido celebrado por el progresismo estadounidense por aprobar ayuda a las familias con niños, promover vivienda asequible y garantizar el derecho al aborto, después de que el Tribunal Supremo eliminará la protecciones a la interrupción de embarazo a nivel federal.
La inusual selección de Kamala Harris colocó a este gobernador y excongresista en el centro de la campaña, que enfatizó su pasado como profesor y entrenador de fútbol de instituto, aunque su perfil se fue desdibujando con el paso de los días.
Walz apareció en una entrevista con Harris ante la CNN en agosto gravitando sobre el hombro de la candidata demócrata a presidenta sin aportar gran cosa y en el único debate frente a su rival vicepresidencial republicano, el senador JD Vance, apareció dubitativo, poco asertivo y su perfil fue desplazando del centro de atención.
‘Coach Walz’ o ‘entrenador Walz’ se ha convertido en el nombre de pila de este gobernador que aúna varias cualidades difíciles de encontrar en un solo político: es exmilitar, un hombre sencillo del crucial Medio Oeste, maestro, un padre que se ha hecho viral por su cosas de padre y un político preferido por las facciones más progresistas del Partido Demócrata.
A sus 60 años, Walz carece de una cosa: es el primer candidato de una fórmula presidencial demócrata que no ha estudiado Derecho desde 1980 y que, por el contrario, ha pasado gran parte de su vida profesional como un simple maestro, enseñando geografía, historia o deporte de una manera que marcó a mucho de los estudiantes que pasaron por sus clases.
Walz nació en una comunidad rural de Nebraska y se alistó en la Guardia Nacional como soldado raso para poderse pagar los estudios superiores, una vía hacia la mejora educativa utilizada por la clase media en Estados Unidos.
El gobernador fue maestro de escuela donde conoció a su esposa, Gwen Whipple, con la que luego se mudó a Minesota para seguir su trabajo en una escuela de secundaria como profesor de geografía y entrenador de fútbol americano, logrando que su equipo ganara el campeonato estatal de 1999.
Durante sus años como educador, Walz enseñó en China y con su esposa organizó viajes de estudios para adolescentes al país asiático, una experiencia de intercambio cultural que podría servirle si acaba llegando a la Casa Blanca, pese a que esa cercanía ha sido criticada por los republicanos.
En 2006, decidió presentarse a un escaño en el Congreso y consiguió renovar la confianza de sus votantes durante 12 años, en los que fue miembro de los comité de Agricultura y Asuntos de Veteranos de la Cámara de Representantes.
Walz parecería destinado a ganar y en 2018 fue elegido gobernador de Minesota, un estado que ha votado demócrata en las últimas elecciones generales, pero cuya población rural es mayoritariamente republicana y conservadora. En 2022, fue reelegido por otros cuatro años.
El gobernador es un político inusual también por su presencia en redes sociales, en las que, por ejemplo, da consejo sobre los fusibles de su vehículo para luego continuar: «Les doy otro consejo pro: salgan a votar».
Walz, apodado por algunos como el ‘Padre de América’, ha sabido promover en sus redes su perfil de padre afable y bromista y para ser miembro de la generación «boomer» supo encontrar sin un gran equipo de comunicación un efectivo mensaje contra Donald Trump y podría ser un escudero clave para que Harris atraiga a más votantes en el cinturón azul de Wisconsin y Míchigan.
Harris lo eligió porque en las reuniones de selección hubo una «química» especial entre ellos, según aseguran fuentes de su equipo.
Los republicanos han intentado desacreditar su perfil al asegurar que abandonó su puesto en la Guardia Nacional poco antes de que su unidad fuera enviada a Irak (algo que coincidió con el inicio de su primera campaña para ser congresista) o por exagerar que estuviera en la masacre de Tiananmen en 1989. EFE
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