París, 6 dic (EFE).- El bloque de la Derecha Republicana dejó este viernes la puerta abierta a un primer ministro de izquierdas en Francia, pero marcó dos líneas rojas: que el nuevo Gobierno no aplique el programa que las izquierdas presentaron conjuntamente a las elecciones y que no incluya a nadie de La Francia Insumisa.
«No cederemos a la opción fácil de la moción censura, salvo en un caso: el de un gobierno que aplique el programa del Nuevo Frente Popular (NFP, la coalición de los partidos de izquierdas) o que incluya a miembros de La Francia Insumisa (LFI)», indicó Laurent Wauquiez, jefe de ese grupo conservador en la Asamblea Nacional.
Sus declaraciones se produjeron a la salida del Elíseo, donde él y otros representantes del partido (conocido también como Los Republicanos) mantuvieron un encuentro de más de una hora con el presidente francés, Emmanuel Macron, en el marco de las negociaciones para nombrar a un nuevo primer ministro.
Fueron palabras mucho menos tajantes que las que había empleado por la mañana en las redes sociales el ministro del Interior en funciones, Bruno Retailleau, quien también pertenece al mismo bloque pero es adalid de su corriente más conservadora, próxima incluso a la ultraderecha en temas de inmigración y seguridad.
Retailleau sí se mostró rotundamente en contra de tener un primer ministro de izquierdas: «No podemos aceptar a quienes se niegan a denunciar las locas derivas ‘melenchonistas’ y votaron una moción de censura irresponsable».
Frente a esa postura, el jefe de diputados conservador dio a entender que podría aceptar a una figura de izquierdas, siempre y cuando esta represente una ruptura con LFI, que es el partido fundado por Jean-Luc Mélenchon.
No es una hipótesis sencilla, ya que la izquierda acudió en bloque a las legislativas anticipadas de julio pasado y con un programa conjunto.
Así, el Nuevo Frente Popular (NFP) formado por los socialistas, los ecologistas, los comunistas y los insumisos logró quedar como primera fuerza de la Asamblea Nacional, aunque sin la mayoría necesaria para poder gobernar en solitario.
En la práctica, la presión de las palabras de Wauquiez recae sobre todo sobre el Partido Socialista (PS), para que acceda a separarse de la más radical LFI, que es repudiada tanto por el centro como por la derecha.
Con los 60 diputados del PS, los escaños del centro macronista y los legisladores de la derecha moderada, la estabilidad de un futuro gobierno dejaría de depender de la poco fiable extrema derecha de Marine Le Pen, tal ocurría con el Ejecutivo ya malogrado del conservador Michel Barnier.
Pero la dirección del PS acudió esta mañana al Elíseo y presentó también sus propias exigencias. Para empezar, no aceptarían en ningún caso un primer ministro de derechas y, en segundo lugar, pidieron que Macron contara también con el resto de familias de la izquierda, incluido LFI.
Los socialistas exigieron igualmente «un cambio de rumbo» en la política y «acabar con el macronismo» mediante un gobierno de circunstancias, hasta que el próximo verano puedan volver a convocarse elecciones legislativas.
Tras la reunión con los socialistas, Macron invitó a LFI a conversar al Elíseo el lunes, pero los de Mélenchon anunciaron ya que no van a ir y redoblaron sus llamadas a que el propio presidente francés dimita como solución al bloqueo político actual. EFE