Los recortes en la cobertura de medicamentos a los jubilados y pensionados en Argentina se anunciaron en marzo (con un nuevo pliego de requisitos para ser elegibles), tuvieron un primer escalón de implementación en agosto y un nuevo ajuste que incluyó la obligatoriedad de un trámite extra.
En suma, menos medicamentos cubiertos, menos porcentajes de cobertura, mucho menos medicamentos gratis y un trámite adicional. Imposible que esto no repercuta en las ventas
Para citar los ejemplos más relevantes del nuevo cuadro se suspendió la cobertura de los prazoles (omeprazol), los protectores gástricos se pasaron a venta a libre, y se sacaron los analgésicos de la cobertura del cien por cien y se pasó a uso eventual con una cobertura del 40%. Se trata de los medicamentos más dispensados por PAMI.
Las ventas en farmacias venían sufriendo el parate general del país, pero con estas medidas se ha profundizado la caída de las unidades y de las recetas. Y la incertidumbre crece porque todavía no es posible saber cómo quedará los números definitivos hasta que todos los jubilados logren completar el trámite que se les exige para recuperar la cobertura.
El Colegio de Farmacéuticos de Córdoba informa caídas de entre 30 y 35 % de las unidades desde que empezaron las modificaciones. Solo por la reforma en el sector del PAMI, la caída interanual en las ventas se estima en casi el 20%.
En las farmacias
Se completó la primera semana con este nuevo cuadro y desde la Crónica Matinal contactaron a Diego Miranda, Vicepresidente del Colegio de Farmacéuticos de Córdoba, para conocer los impactos concretos de las medidas no solo en las ventas sino también en la dinámica con que jubilados y jubiladas enfrentan la situación.
Es que según explicó el Miranda, la primera reacción es que “los jubilados descreen y piensan que la farmacia les quiere cobrar algo que antes llevaban gratis”. Agrega que “la farmacia ha sido siempre una contención para los jubilados” y tiene que explicar algo que debería ser explicado por el propio PAMI.
Superada la cuestión de la confianza, aparece el problema de fondo: hay un aumento en la carga económica sobre los jubilados, que deben decidir qué tratamientos pueden pagar.
Llegados al mostrador de la farmacia, descubren que deberán desembolsar mucho más dinero del que tenía previsto o, directamente, que deberán pagar cuando esperaban llevarse la medicación gratis.
Al respecto Mirando señaló: “A veces lo compran y muchas veces no; en realidad el problema es que no le alcanza y tiene que optar: o como o compro los medicamentos”.
En la práctica la situación se traduce en que la mayoría de los jubilados preguntan y terminan llevando el tratamiento más importante para su salud. Es común que regularmente llevasen tratamientos para hipertensión y colesterol y ahora, llevan solo para la hipertensión.
La consecuencias natural de este cuadro es que “las ventas han bajado porque el jubilado duda, consulta y cómo no le alcanza el dinero no lo compra y baja la entrega de medicamentos de PAMI”.
Improvisación o desdén
Miranda sostiene que “el gobierno, sabiendo que la baja del programa “Vivir Mejor” comenzaba a regir el 1 de diciembre, pudo haber solicitado estos trámites que ahora se exigen tres meses antes, para evitar la congestión y que el jubilado sufra lo que está sufriendo hoy; estamos corriendo por detrás”.