Como esas películas que hacían a fines del siglo pasado los hermanos Joel y Ethan Coen, en las que lo que todo lo que podía salir mal salía mal y lo que tenía alguna posibilidad de mejorar la situación terminaba arruinado irremediablemente, los senadores se sentarán en sus bancas este jueves para tratar de encontrarle una salida al escándalo del senador Edgardo Kueider, atrapado en una oscura madrugada fronteriza cuando entraba a Paraguay con una mochila llena de dólares, pesos y guaraníes sin declarar.
Kueider es un problema para casi todos los grupos que hoy conviven en el Senado. Es un problema para el kirchnerismo porque llegó a su banca en una boleta que encabezaron Alberto y Cristina Kirchner. Es un problema para el Gobierno porque es uno de los senadores que se fugó hacia el paraguas del oficialismo y su situación también es un dolor en el orgullo de los dialoguistas, porque ese es el refugio que eligió para desarrollar su carrera como emprendedor de la política.
La sesión en que se decidirá la suerte del entrerriano que hoy duerme en un edificio de lujo y con una custodia muy laxa en Asunción puede convertirse en un zafarrancho.
En la convocatoria que difundió Victoria Villarruel dice que se tratarán dos proyectos: el primero es la destitución de Kueider. Es el que impulsa el kirchnerismo y busca echarlo de su banca y que asuma en su lugar la suplente, Stefanía Cora, una dirigente de La Cámpora.
El otro proyecto es el que sostienen senadores del PRO y de la UCR de buen diálogo con la Libertad Avanza, que busca suspender hasta marzo al entrerriano, lo cual evitaría darle un voto más al kirchnerismo duro.
La cuestión es que cualquiera de las dos opciones debe ser aprobada con el voto de los dos tercios de los senadores presentes. Ese número es más bajo que en otras ocasiones, porque no estarán en la sesión el propio Kueider, el chaqueño Víctor Zimmerman -de licencia desde que asumió como ministro en su provincia- y al menos tres senadores que están de viaje.
Sin embargo, a pesar de esa ventaja relativa, ni la destitución ni la suspensión tienen asegurados hasta ahora los 31 ó 32 senadores necesarios para conseguir los dos tercios de los presentes una vez contempladas esas ausencias.
En este punto, el guión grotesco puede rodar un poco más hacia el barro. Si el proyecto 1, la destitución, no consigue los dos tercios de los votos, hay que someter a votación el proyecto 2, la suspensión. Si este tampoco logra juntar los dos tercios -atención hermanos Cohen- habría que tratar el pedido de licencia que pidió Kueider. El reglamento indica que, a diferencia de las otras dos opciones, las licencias se aprueban con mayoría simple de los votos, con lo cual la peor opción de todas: que Kueider decida manejar su ausencia según sus tiempos y seguir cobrando su dieta incluso desde su prisión domiciliaria en Asunción.
Ante ese panorama, la situación puede dar un giro: hay al menos dos senadores de la oposición no kirchnerista que avisaron que si su idea de votar la suspensión no tiene garantizados los dos tercios de los votos cuando arranque la sesión cambiarán su plan para unirse a la expulsión que propone el kirchnerismo. Será una película para ver hasta el final con el estómago hecho un nudo.