jueves, 9 enero, 2025
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Enfermedad Renal Crónica: más común y más impacto pero el mismo desconocimiento

“En España, se calcula que un 15% de la población tiene Enfermedad Renal Crónica, es decir, 1 de cada 7. Y muchos de ellos no están diagnosticados, a pesar de que hacerlo es fácil y barato: cuesta menos de un euro el diagnóstico”, asegura la doctora María José Soler, jefa de Nefrología Clínica y Diálisis del Hospital de la Vall d’Hebron.

Introdujo estas cifras en una mesa redonda dedicada al impacto de la Enfermedad Renal Crónica y la Diabetes tipo 2 en el sistema sanitario, organizada por El Periódico de Catalunya y Bayer, y que tuvo lugar el 16 de diciembre en el Auditorio de El Periódico de Catalunya.

La acompañaron Anna Bonet, de Coordinación y Estrategia del medicamento del Institut Català de la Salut, y el doctor Jordi Bover, jefe de Nefrología del Hospital Germans Trias i Pujol. La sesión estuvo moderada por Beatriz Pérez, redactora de sanidad de El Periódico de Catalunya, que empezó con unas preguntas de contexto, para entender la incidencia real de ambas enfermedades en Catalunya: “más de 600 mil personas tienen diabetes, y más de 700 mil tienen Enfermedad Renal Crónica”, añadió Soler. “Y, aunque tengamos 700 mil diagnósticos, probablemente la realidad sea que más de un millón de personas tienen Enfermedad Renal Crónica”, puntualizó Bover, dando la razón a la doctora en su apunte inicial de que esta enfermedad está infradiagnosticada.

Diagnóstico y tratamiento tempranos

“Los diagnósticos precoces son muy importantes”, recordó Soler en reiteradas ocasiones. “Las enfermedades renales no tienen sintomatología hasta que entran en fases muy avanzadas, es difícil detectarlas al principio”, advirtió. Ahí reside el problema: cuando se diagnostica en un estadio muy avanzado, la enfermedad tiene mucho coste. Y es un doble coste, tanto emocional como económico.

El coste emocional, en casos muy avanzados (como diálisis) es muy alto, ya que el paciente se ve obligado a cambiar su estilo de vida. “¿Quién querría ir tres veces a la semana a un hospital a hacer diálisis?”, se preguntaron los ponentes.

Pero el coste económico también es altísimo para el sistema de salud. Soler lo ilustró con datos (“antiguos, de hace tres años, pero sirven para entender la magnitud”, remarcó): una persona con diabetes cuesta 520 euros al año –“ahora estaremos sobre los 1.000 euros”-, si tiene complicaciones renales, su costo sube a 4.300 euros. Y si necesita una terapia renal sustitutiva como diálisis, cuesta 45.000 euros al año, por paciente.

“Son millones de euros que van a los tratamientos más caros –como diálisis o transplante renal–, y el objetivo debe ser evitar que los pacientes lleguen a este punto, porque es ahí donde se escapa el dinero y donde empeora la calidad de vida”, aseguró Bover. Además, según el doctor, en contraposición a estos costosos tratamientos, actualmente disponemos de medicación y fármacos que ayudan a tratar la enfermedad, proteger al paciente y prevenir o atrasar al llegar a esas fases tan avanzadas, interviniendo de manera temprana.

Sin embargo, Bonet añadió que los costes pueden ser todavía más elevados que los anteriores cálculos, especialmente ya que estas enfermedades crónicas vienen acompañadas de otras casuísticas que también tienen un impacto, como los desplazamientos al hospital, la pérdida de productividad económica de los pacientes, las enfermedades derivadas de los problemas del riñón, el deterioro de la salud mental del paciente, y un largo etcétera.

Prevención y concienciación

Por eso coincidieron que, además de la importancia de los diagnósticos precoces, se tenía que hablar de la prevención, “que tiene que empezar desde edades muy tempranas”, insistió Bonet. “Hoy en día tenemos muchos factores de riesgo: la epidemia de la obesidad, el tabaco o el sedentarismo, por ejemplo”, añadió que “el sistema de salud no puede ahorrar, porque cada vez hay mayor población envejecida y tratamientos más modernos y más caros”, pero sí que se pueden gestionar mejor los recursos, y la autogestión ciudadana, es decir, la prevención, juega aquí un rol muy importante.

Durante la sesión, los ponentes agradecieron a Bayer y El Periódico de Catalunya por organizar la mesa, ya que no hay mejor promoción de los diagnósticos precoces y la prevención ciudadana que informar y educar a la sociedad. “Cuesta que la gente sepa que tiene estas enfermedades, porque no hay ni conocimiento ni concienciación sobre las enfermedades renales”, lamentó Soler.

Este tipo de enfermedades, coincidieron los tres expertos, no despiertan alarma social. Un cáncer o un ictus, por ejemplo, sí que están más visibilizadas en la opinión pública y logran posicionarse en portadas y titulares. Sin embargo, las enfermedades renales, no: “se han puesto en un saco de ‘enfermedades crónicas’ y no se les da más importancia. Y quizás es porque nadie se esperaba que fueran a ser tan importantes o prevalentes. En 2040, serán la cuarta causa de mortalidad, y en 2100, la segunda, después del Alzheimer. Y estos datos no han creado alarma social”, continua la doctora. “2100 parece lejano, pero los que nazcan hoy, entonces tendrán 70 años, una expectativa de vida más que razonable. Toca actuar ya”, concluyó Bover.

Por eso son tan relevantes iniciativas como ARCO, que fue destacada por los ponentes como una herramienta relevante para abordar los temas que surgieron durante la sesión. Impulsada por la Federación Nacional de Asociaciones ALCER (Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón), cuenta con el aval de 7 sociedades científicas y la colaboración de Bayer, y tiene como objetivo, entre otros, combatir el desconocimiento de la sociedad hacia la Enfermedad Renal Crónica, detectarla y diagnosticarla antes y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

La conversación concluyó con varias ideas sobre la mesa. Primero, la necesidad de formar más sobre la Enfermedad Renal Crónica, no solo a la sociedad en su conjunto, sino también a los profesionales que forman el sistema de salud. Segundo, ser capaces de empoderar al paciente, ya que recibe educación y entiende su situación, se convierte en un adalid del cambio y de la visibilización de estas enfermedades. Y por último, recordaron la importancia de la equidad en el sistema de salud: el acceso al tratamiento y a la medicación no debería presentar desigualdad territorial, algo que, hoy en día, sigue sucediendo en España.

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