En 1974, Yes se encontraba en una encrucijada creativa y personal tras el lanzamiento de Tales From Topographic Oceans.
Este álbum, aunque exitoso en las listas, polarizó a sus seguidores y marcó una etapa de tensiones internas.
Fue también el último trabajo con Rick Wakeman antes de que el tecladista abandonara el grupo, dejando un vacío creativo y personal que parecía difícil de llenar.
Sin embargo, de esta situación nació Relayer, un álbum que redefinió el sonido de la banda, confirmando su capacidad de resiliencia y renovación artística, analiza la revista especializada Prog.
Tras la partida de Wakeman, Yes recurrió al tecladista suizo Patrick Moraz, quien aportó una perspectiva fresca y diferente a su música.
Antes de unirse al grupo, Moraz era miembro del trío Refugee y era conocido por su destreza en el teclado y su inclinación por el jazz-rock.
Aunque Vangelis fue inicialmente considerado para ocupar el puesto, su enfoque solitario y experimental no encajó con la dinámica de Yes, lo que allanó el camino para la incorporación de Moraz.
El proceso creativo de Relayer tuvo lugar en la casa de Chris Squire, donde la banda construyó un estudio improvisado.
Este ambiente permitió que los músicos exploraran libremente ideas y probaran nuevos enfoques. Jon Anderson, líder vocal y conceptual del grupo, se sintió particularmente influenciado por la música concreta y la obra del compositor turco-americano İlhan Mimaroğlu.
Estas influencias fueron cruciales para dar forma a The Gates of Delirium, la pieza central del álbum.
Relayer consta de tres temas principales, cada uno con una identidad y propósito distintos. La apertura del álbum, The Gates of Delirium, es una suite épica de más de 20 minutos que explora la barbarie de la guerra y su eventual superación.
La canción se divide en varias secciones, comenzando con un ambiente tenso y creciente que culmina en un clímax caótico, donde los instrumentos representan el caos de una batalla. Finalmente, la pieza se resuelve con Soon, una sección lírica y esperanzadora adornada por el delicado pedal steel de Steve Howe.
Este segmento se convirtió en uno de los momentos más memorables de la discografía de Yes, ofreciendo un respiro emocional después de la intensidad que le precede.
Sound Chaser, por su parte, destaca por su complejidad técnica y su fuerte influencia de jazz-rock. Con interacciones rítmicas frenéticas, solos rápidos y una estructura poco convencional, esta pieza pone en primer plano la habilidad instrumental de la banda.
El solo de Moog de Patrick Moraz, grabado en una sola toma, es aclamado como uno de los mejores momentos del álbum.
El cierre del disco, To Be Over, es un contraste marcado con las piezas anteriores. Se trata de una balada pastoral que crece gradualmente hacia un sonido expansivo y optimista. Los arreglos intrincados, que incluyen guitarras entrelazadas y teclados envolventes, crean un paisaje sonoro que refleja tanto introspección como renovación.
La incorporación de Patrick Moraz revitalizó el sonido de Yes, añadiendo un dinamismo único al álbum.
Su habilidad para fusionar elementos de jazz y música clásica con el rock progresivo permitió que la banda explorara territorios musicales previamente inexplorados. Sin embargo, el proceso no estuvo exento de desafíos.
Moraz tuvo que aprender el extenso repertorio de Yes en poco tiempo y adaptarse a las demandas de un grupo que ya tenía una identidad consolidada.
A pesar de su contribución al éxito de Relayer, su permanencia en la banda fue breve. Antes de grabar el siguiente álbum, Going for the One, Moraz fue reemplazado por Rick Wakeman, quien regresó tras un breve periodo de dificultades en su carrera solista.
Este cambio dejó en el aire preguntas sobre cómo habría evolucionado el sonido de Yes si Moraz hubiera permanecido.
Cincuenta años después, Relayer sigue siendo uno de los álbumes más experimentales y emblemáticos de Yes.
Aunque fue recibido con escepticismo en su lanzamiento, su capacidad para combinar complejidad técnica, narrativas profundas y exploración sonora lo convirtió en un clásico del rock progresivo.
Jon Anderson, al reflexionar sobre esta etapa, la describe como un periodo de caos creativo que, aunque desafiante, permitió que la banda alcanzara nuevas alturas artísticas.
El álbum consolidó la habilidad de Yes para reinventarse, demostrando que los riesgos artísticos pueden dar frutos duraderos.
En palabras de Anderson: “Si no hubiéramos pasado por Tales From Topographic Oceans o Relayer, nunca habríamos llegado a Awaken“.
Estas palabras capturan el espíritu de una banda que, en lugar de conformarse con el éxito, eligió constantemente desafiarse a sí misma.
En Relayer, Yes logró encapsular tanto la lucha como el triunfo, ofreciendo una obra que sigue resonando con quienes buscan en la música algo más que entretenimiento: una experiencia transformadora.