Donald Trump ratificó este lunes, ya como presidente en ejercicio, la decisión de apropiarse del canal de Panamá. Estados Unidos, aseguró en su primer discurso, ha sido «muy maltratado» después de devolver al país centroamericano el pasaje interoceánico en 1999 como consecuencia del Tratado bilateral de 1977. Ese acuerdo, sostuvo el multimillonario, fue «violado» porque los barcos norteamericanos, e incluso su Marina de guerra, «pagan de más» al atravesarlo. «China opera el canal. No lo dimos para que lo operen los chinos sino Panamá. Por eso, vamos a recuperar el canal».
Pocas horas antes de hacer oficial la voluntad expansionista, y sumándose a pronunciamientos en la misma dirección de casi el total de los gobiernos de la región, más de 200 personalidades políticas de América Latina rechazaron de plano esa amenaza que se conocía de antemano. «Es irresponsable que, después del éxito de la firma y cumplimiento de los Tratados Torrijos-Carter, el presidente Donald Trump pretenda situar el canal de Panamá en una disputa geopolítica con China o que se utilicen argumentos en tal sentido que desconozcan la soberanía titular de Panamá sobre el canal y su territorio». Ese país, se subraya, «ha demostrado absoluta capacidad en la gestión del canal y responsabilidad en el respeto a la neutralidad de la vía interoceánica». Desde hace un cuarto de siglo actúa «con responsabilidad para con el comercio mundial», ha construido «un tercer juego de esclusas que permite ahora el tránsito de buques de mayor calado y duplica su capacidad de carga». Estados Unidos, el principal usuario, «lo sabe».
La llamada Mesa de Reflexión Latinoamericana reaccionó en medio de la perplejidad y sumó en su documento a más de 200 firmas. Entre ellas se encuentran las del expresidente panameño, Martín Torrijos; el exministro de Exteriores del Uruguay y expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias; el extitular de Exteriores de Chile y de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Insulza; su colega brasileño, Celso Lafer y los excancilleres argentinos, Felipe Solá y Jorge Taiana.
«La base fundamental de la convivencia americana ha sido, es y debe ser el respeto a los tratados y al derecho internacional. Fue en el marco de la OEA que tanto Panamá como los Estados Unidos decidieron resolver las diferencias históricas sobre el canal de Panamá, mediante negociaciones pacíficas», recuerda el texto y expresa a su vez el temor por lo que la Casa Blanca se propone. «Sería impensable e inaceptable que la amenaza y la coerción se puedan convertir en nuevos instrumentos de la política exterior de los Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe». La enunciación de Trump, conocida en las vísperas de su asunción y repetida en la ceremonia de este lunes, «rememora la denominada Doctrina Monroe«, de impronta expansionista y llama la atención «sobre el afán de algunos por revivirla».
«La lucha del pueblo panameño»
Recordó en ese sentido que los Tratados Torrijos-Carter, suscritos en virtud de «la incansable lucha del pueblo panameño», fueron «respetados por sucesivas administraciones norteamericanas» y permitieron al istmo centroamericano alcanzar «su plena soberanía sobre el canal y todo su territorio». En estos 25 años, remarca la declaración, se computaron «más de 350.000 tránsitos por el Canal». Panamá hizo de esa vía interoceánica un recorrido «seguro, eficiente y abierto a todas las naciones del mundo con absoluta igualdad y sin discriminación alguna, ni reclamos por parte de los usuarios». Es precisamente esa «absoluta igualdad» de condiciones la que fastidia al trumpismo. Los sectores radicales, entre ellos el secretario de Seguridad Nacional, Mike Waltz, promueven la idea de que la presencia de China y Rusia en la región ha sido un síntoma del retroceso y la debilidad norteamericana expresada en las últimas décadas. Panamá forma para los «halcones» un caso testigo del supuesto declive que se trata de revertir con un retorno comienzos de siglo XX, cuando Estados Unidos dominaba el canal.
La amenaza de Trump pondrá a prueba la fortaleza de la unidad latinoamericana y ya deja en el aire la pregunta sobre Argentina. El ultraderechista Javier Milei quiere ser el gran intérprete de las proyecciones del magnate republicano al sur del Río Bravo. El caso Panamá pondría a prueba la lealtad de Argentina a su histórica política exterior, aun bajo dictaduras militares. El exministro de Exteriores de ese país, Felipe Solá recomendó al anarcocapitalista evitar convertirse en el «Caín de América Latina». En declaraciones al portal ‘La Política Online’, Solá dijo que Milei debe tener «muy en cuenta» que las actitudes rupturistas con la región «en algún momento» se pagan.