miércoles, 22 enero, 2025
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Asesinato de una mujer en Tenerife: vecinos y guardias civiles desmontan los argumentos del acusado

Vecinospolicías locales y guardias civiles que estuvieron con el acusado de asesinar a su expareja en el barrio de Armeñime, en Adeje (Tenerife), hace dos años, manifestaron que el individuo estaba muy tranquilo, era plenamente consciente de lo que hacía y de donde estaba, así como que no presentaba signos de estar ebrio o drogado.

Un compañero de trabajo y una jefa del procesado sí afirmaron que en las horas previas a que ocurriera el crimen machista sí estaba intranquilo y nervioso durante su jornada laboral. Esas circunstancias contribuyeron a que su encargada lo dejara salir un poco antes en la noche en que se produjo el ataque mortal.

De esta manera, en la segunda sesión del juicio por el asesinato de Hayate a manos de su exmarido, Mohamed, ambos de nacionalidad marroquí, quedó desmontado el principal argumento esgrimido por el presunto autor de los hechos, quien el pasado lunes dijo que no supo lo que hizo desde la tarde hasta la medianoche del 8 de enero del 2023.

Es decir, que no fue consciente de que apuñaló varias veces a la mujer con la que había tenido dos hijos y que le causó la muerte, debido a que había bebido mucho alcohol, tomado pastillas, fumado porros y esnifado cocaína.

Un vecino de la calle José Espronceda de Armeñime logró reducir al acusado. Cuando dicho hombre llegó a la calle las cuatro personas (el hoy acusado, la víctima mortal y los dos hijos mayores de esta última) estaban de pie.

El testigo salió corriendo y entonces la mujer cayó al suelo, debido a las heridas que había recibido. El ciudadano no observó el momento en que la mujer recibió las puñaladas.

El hombre, que fue practicante de lucha grecorromana, le puso al procesado la rodilla sobre la columna, le agarró la mano derecha y se la puso en la espalda. En esa mano tenía el presunto autor de los hechos el cuchillo muy bien agarrado y le costó bastante quitárselo. De hecho, tuvo que darle varios golpes contra el pretil de la acera para que lo soltara.

Ese testigo cree que «sabía lo que hacía, cien por cien»; es decir, que «no estaba borracho ni drogado». Además, el hoy acusado le pidió que aflojara un poco la presión que le hacía en la espalda, «que yo sé lo que hice».

Dicho ciudadano tampoco observó el momento en que uno de los hijos mayores de Hayate sufrió cortes en sus manos, supuestamente al intentar quitar el cuchillo a su padrastro.

El abogado de la defensa apreció que el varón que redujo a Mohamed incurrió en una contradicción, puesto que en fase de instrucción dijo que vio cómo el adolescente cogió el arma blanca, mientras que en el juicio señaló que no había visto tal acción.

Un policía local libre de servicio y vecino de Armeñime explicó que estaba acostado y escuchó gritos: «¿Qué has hecho?» «¡La mataste!». El funcionario se levantó y salió corriendo hacia donde se había producido el altercado. Aclaró que la víctima sangraba mucho por el costado izquierdo.

Una vecina explicó que vio al acusado fumando en el portal del edificio de la víctima, casi a las 23:00 horas. Ella lo saludó, pero el presunto autor no levantó la cabeza y no hizo caso. Apenas 15 minutos después, escuchó discusiones y gritos. Pudo ver cómo el hombre magrebí golpeaba a la afectada contra la pared de otro edificio. La ciudadana le dijo al hombre que no fuera abusador. Y la víctima gritó para pedir ayuda.

Indicó que pudo ver cómo el individuo le dio dos puñaladas a la afectada, pues el ataque ocurrió debajo de una farola y muy cerca de un coche blanco.

Varios de los vecinos que intervinieron este martes en el juicio señalaron que desde sus casas escuchaban las discusiones y peleas que mantenían Hayate y Mohamed con frecuencia. Añadió que uno de los hijos mayores de la víctima le contó, más de una vez, que su padrastro golpeaba a su madre y a los hermanos.

La víctima respondía con palabras evasivas sobre los episodios de violencia de género que sufría. Decía que ya lo había denunciado y que le habían puesto una orden de alejamiento, pero no profundizaba en el asunto ni dijo nunca que el acusado se emborrachara ni se drogara.

Otra compañera de trabajo de Mohamed lo escuchó decir que «en España la Justicia no protegía los derechos del hombre y que cualquier día iba a cometer una locura e iba a ir a la cárcel». Pero «sin referirse a su expareja», explicó dicha ciudadana. La testigo no conocía las circunstancias personales ni de pareja del individuo, por lo que no le dio mayor importancia al comentario.

La defensa apreció contradicción en ese testimonio, pues la testigo aseguró en sede judicial que el 30 de diciembre del 2022 Mohamed le dijo que quería quitarse la vida.

Un compañero de trabajo confirmó que hizo algún comentario de que tenía pensado acabar con la vida de su expareja y que lo dijo mientras estaba tranquilo pocos días antes de que ocurriera el suceso. Pensó que lo decía de broma. Alguna vez señaló el hoy procesado que tenía problemas con su pareja. Pero desconocía la situación personal de Hayate y Mohamed. Nunca lo vio trabajar ebrio o drogado.

Una vecina señaló que escuchó decir al presunto autor: «¡Qué se muera, déjenla morir!». No le pareció que estuviera borracho ni drogado. «Estaba bien sobrio y bien lúcido», a la vez que «vocalizaba bien», dijo la mujer.

Otro compañero admitió que Mohamed le había comentado que tenía problemas con su expareja y, en las últimas semanas, discutió con muchas personas en el trabajo. Hablaba sólo y en árabe, según dicho testigo, que apuntó que el 8 de enero le manifestó que «la mujer no valía la pena y que la iba a matar». Apuntó que «desprendía olor a alcohol y bebió whisky». El acusado le pidió 50 euros y él se los dio.

Este empleado negó que el cuchillo intervenido por la Policía Local en el lugar del suceso fuera de los que utilizaban en los bares del hotel donde trabajaba el acusado. Y no descarta que fuera del departamento de cocina, donde también usan guantes de látex.

La hermana de la víctima sabía que la relación entre el acusado y Hayate era muy mala. Dijo que, «desde el embarazo del primer hijo en común la golpeó». Recordó que la víctima padeció numerosas agresiones, además de insultos y amenazas. Lo denunció tres o cuatro veces. A los hijos mayores los trataba mal. Pero, en ocasiones, la fallecida “tapaba” lo que realmente le ocurría.

«Hace siete años que el acusado no entra en mi casa, porque mi marido no lo quería», comentó. Y recordó que, cuando salía alguna noticia de un feminicidio en la televisión, Mohamed le decía a Hayate: «Algún día te va a tocar a ti».

Además, le preguntaba a un concuño por qué la víctima se había separado del primer esposo. Le molestaba que se pintara los labios o le rompía los pantalones. Hayate era una mujer que vestía de forma «moderna».

Los policías locales de Adeje que detuvieron al presunto autor afirmaron que «estaba tranquilo y delante de nosotros no dijo nada». Además, no apreciaron ningún síntoma de que estuviera ebrio ni drogado, o bien desorientado.

Guardias civiles de Policía Judicial tampoco apreciaron que el ciudadano marroquí oliera a alcohol o tuviera síntoma alguno de haber consumido drogas. Además, manifestaron que el individuo hablaba con corrección y era consciente de lo que hacía.

Ante la Guardia Civil Mohamed no quiso declarar. «Él asumió los hechos como propios, pues no los negó cuando le leí los derechos y le expliqué el motivo del arresto», apuntó uno de los agentes de la investigación.

El cabo primero de Policía Judicial que ejerció como instructor de las actuaciones manifestó que el acusado estaba tranquilo y no detectó que hubiera ingerido alcohol o drogas. Dicho investigador explicó que el acusado llegó a estar en prisión por malos tratos a la víctima.

También relató ante los miembros del Jurado que la afectada no se dejó hacer el seguimiento por parte de agentes del sistema de VioGen. Una vez que Mohamed salió de la cárcel, la pareja volvió a convivir en el mismo domicilio.

La última denuncia al acusado fue a finales de diciembre del 2022. La víctima no compareció ante el Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Arona para ratificar la denuncia y el procedimiento se archivó.

El día 7 de enero se le hizo un seguimiento. Un guardia civil llamó a Hayate y ésta le dijo que no había ratificado la denuncia, puesto que el acusado se había marchado del domicilio familiar.

Un agente del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil recogió 19 indicios y alguno más se encontró durante el análisis de objetos. El primer indicio fue un guante de látex usado, parcialmente vuelto. Aclaró que en el bolso de la víctima había pasaportes y otra documentación personal de la víctima y de sus hijos.

Una testigo de la defensa era jefa de Mohamed. Lo definió como un buen empleado. No le consta que tuviera problemas con clientes u otros compañeros de trabajo, aunque sí algún roce con estos últimos. «Me comentaba que se estaba medicando, pues tenía dolores de cabeza, y que estaba nervioso», apuntó. El día de los hechos lo dejó salir un poco antes porque no tenía coche y lo veía intranquilo. Era su último día antes de coger vacaciones.

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