viernes, 24 enero, 2025
InicioSociedadLa grieta de Lanata, la brecha de siempre y el horror después...

La grieta de Lanata, la brecha de siempre y el horror después de 1955

En un artículo anterior en estas páginas de Opinión, “La grieta que reveló Lanata y el abismo de 1946″, publicada el 15 de enero, se ha puesto de manifiesto el dolor de una parte de la “nación republicana” ante la muerte de Jorge Lanata. Más allá del respeto que se merece cualquier ser humano ante tal acontecimiento, debo decir que, como integrante de la patria democrática, la figura del periodista no me produce ninguna empatía, pues lo considero un verdadero mercenario de su profesión.

Sin dudas Lanata popularizo el término “grieta”. Negar que exista sería de necios, pero se remonta –al igual que la profunda brecha económica que separa a los argentinos– a los tiempos del Virreinato.

No es la primera vez que el autor de la nota mencionada expresa su profunda inquina y rechazo por todo lo acontecido en el período 1946-55. En anteriores oportunidades, se refirió despectivamente a la Constitución de 1949, al Poder Judicial, a la prensa y a distintos aspectos de esa etapa.

No pretendo polemizar en cuestiones que en nada contribuyen a la felicidad del pueblo ni a la grandeza de la patria y ni esbozar una retaliación histórica.

Otra mirada

Algunos piensan que erróneamente Juan Domingo Perón entró en conflicto con la Iglesia por la supresión de la enseñanza religiosa que hoy es realidad en nuestras escuelas públicas, la misma Iglesia que mandó a votar por Perón-Quijano en 1946 en contra de la Unión Democrática, sin olvidar que Perón era católico y juró siempre ante los Santos Evangelios y no ante la Torá: “El justicialismo es una nueva filosofía de vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista”. Se olvidan de otras medidas como la equiparación de hijos legítimos e ilegítimos, y de que el divorcio fue instaurado en un gobierno radical.

Pretenden quizás que, después del intento del golpe del 16 de junio de 1955 del contralmirante Toranzo Calderón junto con comandos civiles como Miguel Ángel Zavala Ortiz, quien luego fue ministro de Arturo Illia; de los bombardeos de la Aviación Naval y de la Fuerza Aérea, y de las bombas que estallaron el 15 de abril de ese mismo año en Plaza de Mayo mientras hablaba el presidente en un acto de la CGT, por el que se acusó y se encarceló a Roque Carranza, honrado luego como ministro por Raúl Alfonsín, se proclame un discurso de amor y paz al estilo “la casa está en orden”.

¿Esperaban quizás que Evita se quedara impávida después del alzamiento militar del general Benjamín Menéndez del 28 de septiembre de 1951?

Como decía el presidente Néstor Kirchner, creo que se debe vivir con memoria, pero sin rencores. Así como para algunos en sus juicios apasionados el período 1946-1955 fue aborrecible, para otros muchos fueron los días más felices de la patria, durante los cuales se incorporó para siempre en la práctica a la conciencia nacional el concepto de justicia social, hoy denigrado por una casta cleptocrática que está sometiendo a los argentinos al mayor latrocinio de su historia, hostigando a quienes piensan distinto y entregando los recursos naturales del país, hecho que, si estuviese vigente el artículo 49 de la Constitución de 1949, no ocurriría.

Y, después de 1955, más que el abismo nos separaron el horror, las persecuciones, los fusilamientos, las proscripciones. Vinieron el exilio y las traiciones, hasta se prohibió nombrar a Perón y a Eva Duarte.

Divisiones históricas

Lo cierto es que la grieta excede en mucho a Lanata y depende de con qué prisma se mira la historia. Por ejemplo, hay quienes reivindican como bueno, por su honestidad, al gobierno de Illia; otros piensan que, además de la pasividad y de la lentitud quelónida, no tenía legitimidad de origen por el raquitismo electoral, por el voto en blanco y por el peronismo proscripto.

Aunque constituya una ucronía, me gustaría que el Lanata de Página 12 opinara sobre la libertad que autoproclaman los anarcolibertarios. Para muchos argentinos, y sobre todo a partir de 1946, la libertad no es para morirse de hambre, sino que es el camino para entronar a la noble igualdad reduciendo la brecha entre ricos y pobres, a pesar del Presidente.

No creo que sean épocas de odios y revanchismos. Sería bueno buscar coincidencias, más allá de la posición tomada ante los golpes de Estado y del exilio, sobre todo en Córdoba, docta y polifacética, con resultados electorales y acuerdos sorprendentes, generosos e indescifrables desde el Banco Social de Ricardo Obregón Cano hasta la Lotería de Córdoba de Ramón Mestre y la privatización del juego de Martín Llaryora.

Considero más importante advertir y actuar ante la crueldad del despojo y del goce que ese sufrimiento les produce a determinados sectores, que polemizar si hay héroes radicales colaboracionistas y peronistas combativos o contemplativos.

Es hora de tender puentes, como decía José Manuel de la Sota, que nos unan ante el abismo y el horror que nos separaron. Ya lo dijo Ricardo Balbín el 16 de marzo de 1976 por cadena nacional, “Todos los incurables tienen cura cinco minutos antes de la muerte”, aunque cambiara segundos por minutos debido a la proximidad del golpe.

Es bueno recordar el pasado, pero siguiendo los consejos de Martín Fierro: “Es la memoria un gran don,/ calidá muy meritoria./ Y aquellos que en esta historia/ sospechen que les doy palo/ sepan que olvidar lo malo/ también es tener memoria”.

* Abogado

Más Noticias