La automatización en los servicios de entrega de alimentos avanza rápidamente, y Chicago se convierte en uno de los escenarios donde esta innovación comienza a ser parte del paisaje urbano. Coco, un robot de reparto desarrollado por la empresa Coco Robotics, ya transita por las aceras de la ciudad, transportando pedidos de restaurantes a los clientes. Esta tecnología busca optimizar las entregas y adaptarse a entornos urbanos complejos.
Coco es un vehículo autónomo de pequeñas dimensiones que se desplaza a una velocidad máxima de 8 kilómetros por hora. Además, el robot cuenta con un sistema de supervisión remota mediante el cual operadores humanos pueden intervenir si surge algún inconveniente durante el recorrido, según Chicago Sun Times.
El proceso de entrega con Coco comienza cuando el cliente realiza un pedido a través de la aplicación de entrega DoorDash. Si el restaurante se encuentra dentro de las zonas habilitadas, la opción de entrega mediante robot se activa. Una vez cargado el pedido, Coco inicia su recorrido hacia el domicilio del cliente. Al llegar, el usuario desbloquea el compartimento presionando un botón en la aplicación para retirar su pedido.
Los robots pesan aproximadamente 45 kilogramos y están diseñados para soportar condiciones climáticas adversas. Gracias a sus cuatro ruedas con tracción, pueden desplazarse incluso en calles nevadas, una característica especialmente relevante en ciudades como Chicago.
Actualmente, Coco opera en los Distritos 27 y 34 de Chicago, áreas que comprenden vecindarios como Fulton Market, West Loop, River West, South Loop y Little Italy. La flota en la ciudad cuenta con alrededor de 20 unidades que circulan por las aceras en el marco de un programa piloto. La compañía evalúa la expansión del servicio según la demanda y la eficiencia demostrada durante esta fase de prueba.
A nivel global, la empresa cuenta con aproximadamente 1.000 robots, la mayoría desplegados en Los Ángeles. La empresa sostiene que el costo de operación de estos robots es inferior al de un repartidor humano, ya que no requieren descansos ni propinas y pueden realizar entregas de manera continua. Sin embargo, cada robot realiza entregas de forma individual, lo que limita la cantidad de pedidos que puede gestionar simultáneamente.
La circulación de Coco en entornos urbanos plantea desafíos relacionados con la seguridad y la convivencia con peatones y vehículos. Aunque están diseñados para evitar accidentes mediante sensores y supervisión remota, el riesgo de incidentes no se elimina por completo. Además, las condiciones climáticas extremas pueden afectar su desempeño, aunque la empresa afirma que Coco puede operar en nieve y frío.
Otro aspecto relevante es la protección contra robos y vandalismo. Aunque los robots están construidos con materiales resistentes y cuentan con sistemas de rastreo, aún existen interrogantes sobre su seguridad en zonas de alta densidad de tránsito peatonal.
La implementación de robots como Coco genera debate sobre su impacto en el empleo dentro del sector de reparto. Mientras la empresa argumenta que estos dispositivos complementan el trabajo de los repartidores humanos y mejoran la eficiencia, algunos sectores advierten sobre la posible reducción de oportunidades laborales. La automatización de entregas podría afectar a quienes dependen de estos trabajos como fuente principal de ingresos.
La experiencia de Coco en Chicago servirá como prueba para determinar la viabilidad de expandir el servicio a más zonas urbanas. El programa piloto está previsto hasta el 31 de mayo y permitirá evaluar aspectos operativos, logísticos y de aceptación social. De acuerdo con los resultados, la empresa podría ajustar su flota y ampliar su cobertura.