Las elecciones generales se desarrollan en Ecuador bajo una severa supervisión militar y policial que no atenúa el temor de los votantes a episodios de violencia en las ciudades más castigadas por la crisis de seguridad y la presencia de las bandas de narcotraficantes. El presidente Daniel Noboa, quien aspira este domingo a su reelección, obró en consecuencia con los rigores del «estado de conflicto interno» que declaró hace un año: sufragó acompañado de su esposa e influencer, Lavinia Valbonesi, bajo la celosa mirada de un nutrido contingente armado. Para imponerse en primera vuelta, Noboa necesita al menos el 40% de las adhesiones y 10 puntos de ventaja respecto del segundo. En caso contrario, el 13 de abril unos 13 millones de ecuatorianos estarán habilitados para participar de un segundo turno. También se pone en juego este domingo la renovación completa de la Asamblea Nacional (AN, Congreso), que en el primer y breve período de Noboa, le ha sido hostil.
El mandatario abandonó la sala de votación sin formular declaraciones. Optó sin embargo inundar el espacio virtual con imágenes familiares o en el momento en que depositaba su papeleta en la urna con confianza en la victoria.
La oposición
De los 16 contendientes solo dos están en condiciones de vencer. La correista Luisa González, segunda en los sondeos, ejerció su derecho electoral «con mucha alegría, con mucha emoción» y «la esperanza de días mejores». Revolución Ciudadana llamó a sus militantes a estar atentos ante el eventual peligro de una artimaña oficialista al momento del escrutinio. «Saben las irregulares que se han estado cometiendo desde el momento en que el ‘presidente-candidato’ no ha pedido licencia», recordó González. Desde su exilio belga, el expresidente Rafael Correa llamó a impedir «que nos roben» el triunfo. Las autoridades electorales garantizaron la transparencia del proceso pese a las suspicacias opositoras que consideró sin fundamento.
Más allá de esa pequeña controversia, la sociedad ha llegado a esta contienda con pocas expectativas de cambios. «El hartazgo electoral que los observadores internacionales detectan en los ciudadanos tiene directa relación con la frecuencia en que estos son convocados a las urnas», señaló el diario ´El Universo`, de Guayaquil. «Sin embargo, la democracia se afianza en la posibilidad de elegir de un pueblo y es positivo poder hacerlo». A pesar del cansancio político, la desconfianza institucional y el temor a la violencia, los ecuatorianos no tienen una arraigada tradición de ausentismo. En las últimas elecciones de 2023 fue del 17,06%, una cifra muy baja en comparación con otros países latinoamericanos. «Depende de los actores políticos retomar el cauce de los periodos para el que son elegidos, con un trabajo respetuoso de las normas y leal a los principios democráticos para la estabilidad y progreso del país», añadió la publicación.
La simpatía de buena parte de los medios se ha dirigido hacia Noboa, o lo consideran un «mal menor» preferible al retorno de Correa al país o las riendas del poder político. «Defendamos la democracia«, pidió Gerardo Villacreces Carbo en una columna publicada este domingo en ´El Comercio`, de Quito.