Un nuevo dato marca el golpe al bolsillo. Si la inflación de marzo mostró un salto, eso también se reflejó en la caída del consumo masivo. Según los datos de la consultora Sientia, que mide cientos de cadenas y almacenes de barrio, la compra en supermercados y autoservicios se contrajo 5,4% interanual. El diario Ámbito marca que ya acumula un descenso de 8,6% de contracción en el primer trimestre de 2025.
Si bien enero y febrero habían tenido números altos, desde el punto de vista estacional estamos ante una caída muy fuerte. Según especialistas, se trata de la tercer peor marca en los últimos 22 años. Las anteriores habían sido en la crisis de 2002 y 2003.
Si ampliamos el foco, estamos hablando de una caída que ya lleva 15 meses seguidos. De hecho, la comparación con marzo de 2024 muestra otro dato preocupante: en ese momento fue del 4% pero se estaba sintiendo la devaluación de diciembre. Ahora estamos ante un momento de menor inflación. O sea que estamos ante un empobrecimiento estructural y profundo de la población, ya que una inflación “baja” no garantiza el acceso a más bienes de consumo.
Dos categorías se salvaron de la caída: alimentación y perecederos. Otras fueron más golpeadas: bebidas, higiene y cosmética, desayuno y merienda y las “compras impulsivas” (postres o cigarrillos).
Sin embargo, las alimenticias y cadenas de supermercados han seguido ganando. Una serie de estudios reflejaron en 2024 el aumento de las ganancias extraordinarias: un porcentaje cada vez más importante de las ventas va a parar a las «utilidades» empresarias.
Estas tendencias no van más que a profundizarse, ya que el acuerdo con el Fondo Monetario y la devaluación preveen un aumento de la inflación para abril y mayo. Ya hubo una remarcación del 9% en las grandes cadenas.
Es una libertad muy particular: los empresarios pueden despedir, los bancos y sojeros pueden especular, pero el pueblo trabajador no puede tener paritarias libres ni comer bien. Ni hablar de un postre o “un gustito”. El gobierno nos quiere acostumbrar a esa miseria, el peronismo que nos resignemos a ella con la promesa de que en 2027 “vuelve el asado”. Todavía estamos esperando el de Alberto.
El Frente de Izquierda propone: aumento de emergencia para salarios y jubilaciones, cláusula gatillo para actualizar ingresos según la inflación real, control de precios por las organizaciones obreras, sociales y de consumidores, para que no especulen con el bolsillo popular.