El papel absorbente que todos tenemos cerca de la pileta de la cocina es, sin dudas, práctico. Sirve para limpiar derrames, absorber aceite de frituras, secar frutas o incluso separar sartenes para que no se rayen. Pero… ¿lo estamos usando bien?
Según expertos en seguridad doméstica e higiene, no siempre. Y a veces, esos malos usos pueden ser contraproducentes, costosos o hasta peligrosos.
Lo que nunca hay que hacer con el papel de cocina
Aunque parezca inofensivo, hay usos del rollo de cocina que conviene evitar.
- Limpiar lentes, pantallas o cámaras: puede rayarlas. Usar siempre paños de microfibra.
- Usarlo en el horno: no está preparado para altas temperaturas y puede prenderse fuego.
- Tirar al inodoro: no se disuelve como el papel higiénico y provoca obstrucciones.
- Limpiar ralladores o utensilios filosos: puede deshacerse y dejar residuos.
- Secar tablas de cortar o limpiar vajilla antigua: puede dejar restos o contaminar los alimentos.
- Cubrir alimentos grasos: el papel puede tener químicos que no deben estar en contacto con la comida.
- Limpiar heridas: no es estéril. Usar gasas sanitarias.
La recomendación es clara: si el uso implica contacto directo con alimentos, superficies delicadas o situaciones de higiene, es mejor buscar una opción más segura.
Alternativas sustentables: menos residuos y más efectividad
La tendencia en muchas cocinas argentinas y del mundo va hacia lo reutilizable. Los trapos de cocina (o repasadores) bien lavados son una excelente alternativa al papel descartable.
Estos paños:
- Se lavan en lavarropas y duran meses.
- Son más absorbentes y resistentes.
- Reducen el consumo de papel y celulosa.
- Ayudan a cuidar el bolsillo y el planeta.
Además, si se usan productos de limpieza adecuados, como vinagre o bicarbonato, se puede mantener desinfectados y listos para el próximo uso sin problemas.