El sector pesquero argentino atraviesa una de sus peores crisis, donde confluyen la baja de precios internacionales, el aumento de costos y la pérdida de competitividad. Para hablar sobre este tema, Canal E se comunicó con Daniel Coluccio, del Observatorio Marítimo Naval, quien comentó que, “la situación está bastante comprometida para el sector”.
El entrevistado atribuye esta crisis a una “tormenta perfecta” donde convergen la caída del consumo interno, la debilidad de los precios internacionales y el impacto de la competencia del cultivo artificial, especialmente en especies como el langostino y la merluza.
“El panorama general de la pesca podríamos dividirlo en dos: los mercados mundiales y el mercado interno. Ambos están en retroceso”, detalló Coluccio.
Langostino: el motor que se detuvo
Uno de los datos más alarmantes es la paralización voluntaria de la flota langostinera. Desde el 17 de marzo, varias cámaras empresariales decidieron no salir a pescar. “Esto ha caído como un balde de agua fría, porque gran parte de las exportaciones del complejo pesquero argentino están dadas por el langostino”, advierte.
A pesar de que en Chubut se alcanzaron nuevas marcas con 106.000 toneladas capturadas, la rentabilidad se ha evaporado. “Las empresas crujen, comienzan a escucharse los primeros síntomas de ruptura en la cadena de pago”, sentencia.
El consumo interno, en picada
El mercado local representa apenas entre el 5% y el 7% del destino de las capturas. Tras el pico de ventas por Semana Santa, la realidad es cruda: “En el muelle sobra pescado y falta plata. No hay demanda, fuerte caída del consumo”, sostuvo Coluccio.
El problema de los costos
El experto explica que el rendimiento del pescado es otro factor clave. “De dos kilos doscientos de merluza entera se termina sacando un kilo de filete”, lo que implica un rendimiento de apenas el 38% al 42%. A eso se suma una extensa cadena de valor y una carga impositiva múltiple, con tributos municipales, provinciales y nacionales.
“Muchos impuestos dando vuelta”, señaló, destacando cómo esto encarece el producto final y aleja al consumidor argentino.
Competencia feroz y precios en baja
La pesca natural también sufre por la irrupción de productos de cultivo. “La tilapia compite con la merluza y el camarón de cultivo con el langostino”, describió Coluccio. Además, la guerra comercial global, con aranceles y proteccionismo, agrava el panorama.
“El cultivo está erosionando la pesca salvaje del mar argentino”, enfatizó.
El desequilibrio en la distribución
Otra arista crítica son los altos costos laborales. “Un capitán puede llegar a cobrar 20 millones de pesos al mes con solo tres salidas”, afirmó. Este desbalance rompe los esquemas históricos de reparto: “Hoy el 58% o 59% va a la mano de obra, y la rentabilidad pasó a ser negativa”.
Para finalizar, Coluccio mencionó. “Muchos no pueden pagar siquiera el dique”, en referencia al costo de reparación de embarcaciones grandes que hoy están inactivas en Mar del Plata.