jueves, 5 junio, 2025
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Un encastado toro de Escolar propicia un triunfo menor de Gómez del Pilar en Las Ventas

Ficha del festejo

Ganado: seis toros de José Escolar, de seria presencia y aparatosas defensas pero de muy dispares hechuras y alzadas. Bajos de raza y deslucidos los tres primeros, aunque alguno resultó manejable; el mejor juego lo dieron los tres últimos, precisamente los tres cinqueños, y en especial el quinto, muy encastado y fuertemente ovacionado en el arrastre.

Esaú Fernández, de tabaco negro y oro: media estocada delantera desprendida y tres descabellos (silencio); estocada desprendida perpendicular y cuatro descabellos (leve división de opiniones).

Gómez del Pilar, de azul turquesa y oro: dos pinchazos y estocada tendida (silencio tras aviso); media estocada delantera (oreja tras aviso).

Miguel de Pablo, de marino y oro: pinchazo y estocada baja (silencio); pinchazo y media estocada caída (silencio tras aviso). Tras la lidia del sexto, fue atendido en la enfermería de un puntazo corrido en la región lumbar y sacroilíaca, de pronóstico reservado.

Entre las cuadrillas: Víctor del Pozo saludó tras banderillear al quinto.

Plaza: Las Ventas. Vigésimo segundo festejo de abono de la Feria de San Isidro, con tres cuartos del aforo cubiertos (17.219 espectadores, según la empresa), en tarde nublada y con algunas rachas de viento.

Un voluminoso y encastado toro de la divisa avileña de José Escolar propició hoy, con la emoción de sus bravas embestidas, el triunfo en tono menor del toledano Gómez del Pilar, que solo le cortó una oreja tras una faena de más voluntad que mando, antes de que el animal fuera arrastrado por las mulillas entre una fuerte ovación.

Muy alto de agujas y muy largo de viga, el cárdeno de 656 kilos cumplió sin más en el caballo, por mucho que su matador se empeñara en ponerlo de largo una tercera vez, con tal de contentar al sector ‘torista’ de Las Ventas, a lo que el de Escolar respondió escarbando y tardeando más de la cuenta.

Aun así, después de romper en banderillas, el torazo repitió con entrega sus embestidas en el poderoso inicio de faena de Gómez del Pilar, con unos indicados muletazos por bajo, llevándolo siempre largo, en los que se puso de manifiesto la definitiva condición de un animal al que después ya no iba a torear con la misma autoridad.

No regaló tan fácilmente esa entrega el ‘albaserrada’, y menos aún cuando su matador buscó el refugio de la pala del pitón para intentar moverlo, estrategia a todas luces desaconsejada para someter un ejemplar tan encastado que, por eso mismo, sin el gobierno suficiente, estuvo varias veces a punto de desbordarle.

Faltaron casi siempre asiento, limpieza y trazo a los pases de Del Pilar, pero al menos puso el suficiente empeño para que se reconociera su esfuerzo ante ese toro que puso toda la emoción de un largo encuentro que, tras una estocada defectuosa, se premió muy generosamente con esa oreja de pírrico valor.

Otro de los toros con verdaderas opciones del serio encierro de Escolar fue el cuarto, otro cárdeno de honda seriedad, pero bajo de agujas y de finas hechuras, al que Esaú Fernández saludó con una larga a portagayola para luego hacerle pasar otras tres veces por el hierro del picador.

Lo citó directamente el sevillano más allá de las rayas para abrirle la faena con la mano derecha, encontrando una buena respuesta del animal que, sin acabar de descolgar sus serios pitones, sí que tomó con nobleza y sin apretarle demasiado una muleta que, a falta de mayor convicción de quien la manejaba, aprovechó solo a medias esas virtudes, solo en una tanda por cada mano.

Además, Fernández se fue demasiado pronto a por la espada, cuando, tras unas bernadinas apuradas, el cárdeno aún parecía tener cosas que ofrecerle, como las tuvo también un primero de la tarde que, sin gran celo, se dejó torear por el lado izquierdo algo más que en la única tanda de naturales en la que el sevillano se aplicó con la necesaria firmeza.

Los lidiados en segundo y tercer lugar fueron, con diferencia, los más desrazados y deslucidos, uno incluso desarrollando cierto peligro antes de rajarse, con el que Gómez del Pilar no llegó nunca a verlo claro, mientras que el otro gazapeó sin celo ante la insegura actitud de Miguel de Pablo, que aún sería más acusada con el serísimo sexto.

Ovacionado de salida por su gran trapío, este último pareció también tener opciones de triunfo, aunque no llegaron a confirmarse por las constantes dudas del diestro madrileño, al que, por su mala colocación, sin acabar de dar el paso el frente, el de Escolar no tuvo más remedio que echárselo a los lomos, afortunadamente, sin llegar a herirle de gravedad.

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