La temporada de caracoles ha llegado a su final y lo hace con sabor agridulce. Entre los meses de febrero y mayo los 34 puestos dispuestos por toda la ciudad redujeron sus ventas al menos en un 40% con respecto al año 2024. El presidente de la Asociación de Comerciantes Caracoleros de Córdoba, Cristian Pérez, asegura que la inestabilidad del tiempo les ha afectado, sobre todo las lluvias del mes de marzo y, en los últimos días, la subida de las temperaturas.
La primera semana de febrero hizo buen tiempo y la temporada comenzó bien, pero vino marzo y sus borrascas consecutivas todo el mes y «ha sido como si no hubiéramos estado», lamenta Pérez. «Teníamos esperanza en el mes de mayo, pero entonces el calor nos afectó», agrega, porque la temporada de caracoles es especial y ni el frío, ni la lluvia, ni el calor excesivo ayuda. Así, la temporada «ha sido bastante regular» y la bajada en las ventas es de un 40% de media.
Con todo ello, muchos de los puestos fueron cerrando durante la semana de la Feria, por el calor, o porque ya no tenían producto, la otra mitad aguantó hasta este sábado. El Ayuntamiento les permite este año estar hasta el día 15 para pagar las tasas, «pero con estas temperaturas ya no estamos vendiendo», por lo que Pérez duda de que alguno se quede.
Un mes y medio perdido
Lola Bellido, que pone su puesto desde hace 20 años detrás del centro comercial El Arcángel asegura que han perdido un mes y medio de cuatro que dura la temporada, una situación que no recuerda que haya pasado otros años. Aunque hay temporadas mejores y peores, este «ha sido de los peores años, no recuerdo una lluvia tan seguida, porque no es lo mismo que llueva una semana a lo que hemos vivido en marzo». Para Bellido, «el día perdido no se recupera ni que hagas el doble».
Una familia disfruta de los últimos caracoles de la temporada. / A. J. González
A eso se suma que cuando empieza la temporada, en febrero, «hay poco producto y los proveedores nos suben los precios». La situación se estabiliza el 1 de abril, pero «hasta ese día pagamos a los proveedores precios elevados y todos los años nos dicen que es porque hay poco producto». Mientras el precio de los proveedores fluctúa «nosotros tenemos precios estabilizados y no se mueven». En su puesto la taza de chicos este año costaba 1,80, mientras en Sevilla en bares 3 euros. «Aquí no podemos subir los precios porque no vienen, es una tradición de toda la vida y somos famosos por eso». Lola Bellido además agrega el pago de suministros como la luz, que se eleva hasta los 300 euros solo por tener corriente.
Los caracoleros esperan que la temporada que viene sea mejor, haga buen tiempo y «vengan muchos turistas, de Sevilla, Jaén, Huelva o Madrid» y que puedan disfrutar de parte de la tradición, que es «pararte en la terraza y tomarlos allí».