La presión de Donald Trump para elevar los arrestos y deportaciones de inmigrantes sin papeles en Estados Unidos no solo ha disparado la tensión en suelo estadounidense sino que amenaza con abrir otro frente de tensión con aliados en Europa, cuya relación con Washington ya ha sido golpeada por la guerra comercial del republicano El Gobierno de Trump tiene planeado empezar esta misma semana el traslado a Guantánamo de varios miles de inmigrantes, incluyendo centenares de países europeos, y hacerlo sin notificar a los países de origen.
El movimiento forma parte de esa cruzada endurecida de Trump contra los inmigrantes, que va más allá de la persecución de quienes tienen historiales delictivos y se extiende, por ejemplo, a quienes exceden la estancia permitida por sus visados. Y según los planes que ha desvelado primero ‘Politico’ y luego ha confirmado con fuentes oficiales ‘The Washington Post’, la Administración ya está sometiendo a revisiones médicas a unas 9.000 personas para autorizar su traslado al centro de detención abierto en la base militar en Cuba.
Entre ellos se cuentan unos 800 ciudadanos de Europa, incluyendo de Reino Unido, Italia, Francia, Alemania, Irlanda, Bélgica, Países Bajos, Lituania, Polonia y Ucrania. Ninguno de los dos medios que han confirmado los planes menciona específicamente a España, aunque no se puede descartar que haya españoles pues los planes aún no están finalizados.
Alarma entre diplomáticos
La idea de que ciudadanos de naciones aliadas sean enviados a Guantánamo siquiera temporalmente antes de ser deportados a sus países de origen ha alarmado incluso a diplomáticos estadounidenses. ‘Político’ asegura que hay cargos del Departamento de Estado intentando convencer al Departamento de Seguridad Nacional de que abandone el plan y uno de esos funcionarios ha dicho al portal: “El mensaje es sacudir y horrorizar a la gente, alterarlos, pero somos aliados”.
Fuentes del Departamento de Seguridad Nacional le han dicho al Post, mientras, que muchos de los países de los que son originarios los migrantes han expresado su voluntad de aceptar a sus ciudadanos pero no se han estado moviendo con lo que el Gobierno de Trump considera suficiente velocidad.
Una base infame
Trump anunció cinco días después de volver a la Casa Blanca una orden ejecutiva para abrir un centro de internamiento de inmigrantes con capacidad para hasta 30.000 personas en la base militar, donde se abrió tras los atentados del 11-S la infame prisión que ha acogido a terroristas y supuestos terroristas y que se convirtió en un agujero negro de derechos humanos y en símbolo de abusos y aún no ha cerrado.
Desde que los primeros migrantes fueron trasladados en febrero han pasado por ese campamento de detención en la base militar unos 500 inmigrantes expulsados por EEUU, según un documento judicial de la semana pasada, y un senador demócrata dijo el mes pasado que el coste del uso de esas instalaciones alcanza los 100.000 dólares al día por cada detenido.
El uso de la base ha sido retado en los tribunales federales en una demanda colectiva, en la que se asegura que actualmente hay allí unos 70 inmigrantes detenidos que enfrentan condiciones «punitivas», como insuficiente comida, solo un cambio semanal de ropa y plagas de roedores.
«El gobierno no ha identificado ningún propósito legítimo que se alcance teniendo inmigrantes detenidos en Guantánamo en lugar de en instalaciones dentro de EEUU», alegan los abogados de la Union Americana de Libertades Civiles. «En su lugar, los acusados (el Gobierno) están usando la amenaza de detención en Guantánamo para asustar a los inmigrantes, disuadir inmigración futura, animar a la auto-deportación y forzar a la gente detenida a desistir de combatir contra la expulsión y aceptar ser deportados a otro sitio».