Desde que el ser humano empezó a vivir en comunidad, el humor ha estado presente como una herramienta de crítica, unión o incluso liberación. Reír no solo es un reflejo biológico; es un hecho cultural que revela lo que una sociedad tolera, celebra o reprime. También sabemos que la risa es universal, pero los motivos por los que reímos cada uno son diferentes y van cambiando con el tiempo.
Para estudiar de qué nos reímos en España ha nacido Humcor, el primer archivo digital que se propone documentar y estudiar el humor oral a lo largo de 120 años.
Las primeras grabaciones disponibles corresponden a escenas procedentes de géneros populares como los sainetes, los entremeses, la zarzuela y, en particular, el género chico de la época. Se desarrollaban momentos militares cómicos y situaciones de la vida cotidiana –en el transporte público, el mercado, la consulta médica…–. También bebían de los sermones, las corridas de toros, las discusiones familiares o incluso la política.
Hasta 1936, los intérpretes que aparecían en estas grabaciones eran, en su mayoría, actores vinculados a ese mundo: Casimiro Ortas, Gonzalito, Bonifacio Pinedo, José Mariner, Olvido Rodríguez o Dionisia Lahera grababan escenas de obras de la época. Igualmente, había artistas que interpretaban sus propias creaciones: Luis Esteso, quien a veces actuaba junto a su esposa, Polonia Herrero “La Cibeles”; Rafael de Santa Ana, o el matrimonio Villasiul, formado por Luis y Enriqueta.
A pesar de que los ventrílocuos tienen más gracia cuando son vistos haciendo diferentes voces, grabaciones de expertos en esa disciplina, como Eugenio Balder, tuvieron gran popularidad en la época.
Humor durante la guerra y la dictadura
Es bastante difícil localizar grabaciones humorísticas del periodo 1936-1939: la producción de discos en España prácticamente se paralizó durante los años de la guerra civil. La actividad teatral se mantuvo; en Madrid estaba sobre todo gestionada por los sindicatos y, en otras partes de España, por los bandos de la guerra que dominaban los territorios y que la utilizaban como propaganda o para subir la moral. Aunque se seguían incluyendo obras cómicas, básicamente se repetía lo que se había venido haciendo hasta entonces.
El humor oral seguía presente principalmente en los teatros, incluso en los itinerantes. La situación se mantuvo hasta mediados de la década de los 40, cuando los humoristas comenzaron a aparecer en la radio. Dúos cómicos, como el de Tip y Top –conocido por sus diálogos absurdos– empezaron a oírse en Radio Madrid.
Más adelante, en la década de 1950, cuando la mayoría de los españoles tenía acceso a la radio, ya no hacía falta comprar revistas o acudir al teatro para disfrutar del humor. La gente se deleitaba con Kim y Kiko, Kap y Kua o Gila, humoristas de gran éxito en las ondas.
De nuevo, el humor se centraba en las situaciones de la vida cotidiana –la pareja, las visitas al médico o al dentista, o el colegio– que se exageraban hasta volverse absurdas. Por ejemplo, un dentista que le vuelve a poner al paciente las muelas que acaba de sacarle porque no puede pagar, unos cañones hechos sin agujero o una operación quirúrgica retransmitida como si fuera un partido de fútbol.
Aunque este tipo de humor era popular, no todos lo veían con buenos ojos, especialmente en un contexto controlado por la censura. En 1952, por ejemplo, el alcalde de Cabra (Córdoba) envió una carta de queja a Radio Nacional de España protestando por el uso de palabras imprudentes en las intervenciones del dúo cómico Tip y Top.
Del teléfono a la brevedad
A finales de los años 50, el humor fue cambiando de forma y temas. Comenzaron a popularizarse los chistes breves, como las bromas telefónicas de Cassen. Por entonces, el uso del teléfono como recurso humorístico era una novedad y alcanzaría gran éxito en los monólogos de Gila.
Con la radio ya consolidada, en la década de los 60 la televisión fue ganando cada vez más público y la producción de discos estaba en su mejor momento. Por ello, actores como Lina Morgan, Tony Leblanc o Paco Martínez Soria comenzaron a aprovechar estos dos nuevos medios.
El humor era más moderno, breve y cercano, y los chistes cortos cada vez más frecuentes. Pero seguían tratando temas de la vida cotidiana, el pueblo y la ciudad. Eran famosos los personajes de paletos, representados de forma exagerada y cómica, y nadie se libraba de la burla. Se imitaba a aragoneses, catalanes, andaluces o gallegos, y se contaban chistes relacionados con los estereotipos o anécdotas típicas de cada región.
A la conquista de la pequeña pantalla
En los años 70, la televisión, presente en la mayoría de los hogares, se convirtió en el principal medio para disfrutar del humor. Los programas de entretenimiento, variedades y especiales navideños se veían en todo el país.
Pero además, a mediados de la década surgió otro formato muy popular: el casete de chistes, que fue el impulso definitivo del chiste corto. Humoristas como Eugenio y Arévalo se convirtieron en sus grandes referentes.
Con el régimen franquista dando sus últimos coletazos y la democracia en ciernes, el humor cambió de temática. Aparecieron los primeros chistes sobre política y las famosas casetes de chistes verdes. Se empezaron a vender discos con un contenido pícaro y no era difícil ver en los expositores de las gasolineras un aviso de “solo para adultos”. No era de extrañar, ya que la vida sexual de los españoles había estado muy controlada por el Estado y la Iglesia durante décadas.
A los habituales chistes sobre médicos y borrachos, se les añadieron los chistes sobre ‘mariquitas’, gitanos, gangosos o curas. También empezaron a ser populares los chistes de Lepe. Cualquier cosa servía para reírse y no había límites. En aquella época, se hicieron famosos los noticiarios satíricos de Josele o los chistes sobre el fallido golpe de Estado de 1981 de Manolito Martín. De hecho, no fueron pocos los humoristas que lanzaron sus propios casetes bajo el título ‘Los chistes del golpe’.
Aparece la sofisticación
Desde comienzo de los años 80 hasta los 90, el chiste corto dominó el humor popular, tanto en formato casete como en televisión. Surgieron programas como ‘Saque bola’ o ‘No te rías que es peor’. Al humor de siempre se le unió un humor más chabacano y grosero. Al mismo tiempo, los ‘sketches’ vivieron su época dorada con la aparición de grupos como Martes y Trece, Faemino y Cansado, Las Virtudes o Cruz y Raya.
A finales de los años 90, los chistes clásicos empezaron a perder fuerza. Los ‘sketches’ seguían teniendo su público, pero la gente comenzó a interesarse por otro tipo de comedia. Llegó el momento de los monólogos de ‘stand-up’, con un humor sofisticado que trataba temas muy cotidianos narrados en primera persona, incluso aquellos que antes se consideraban tabú.
Como vemos, la risa ha ido cambiando al ritmo de la sociedad, pero, de una forma u otra, siempre ha estado ahí.