Cuba hace lo que puede, no lo que querría culpa. Y todo es culpa de un bloqueo criminal por parte de los Estados Unidos que lleva más de 63 años. ¿Y en qué se nota esto? En todo en los apagones que, combinados con el intenso calor del verano caribeño, impiden a los cubanos dormir por las noches y rendir al día siguiente en el trabajo.
Se ve en los problemas de transporte, en la falta de algunos productos (aunque los de primera necesidad se consiguen y no es cierto que falte la comida para los turistas). Pero donde más se ven los efectos del bloqueo, es en la producción, tanto agrícola como industrial. Campos vírgenes y fábricas que han quedado en piel y hueso.
Un poco de historia para entender
Cuando el triunfo de la Revolución Cuba empezó a dar de comer a su gente, a darle salud y educación, a repartir tierras y viviendas, se necesitó financiamiento y en aquel momento se recurrió a nacionalizar los bienes y medios de producción que habían estado en manos de los verdugos del régimen. Aquello llevó a Estados Unidos a decretar este bloqueo, bajo el cual, estoy seguro, ningún pueblo hubiera aguantado más de un año. Luego vinieron ataques mucho peores, como la invasión en la Bahía de Cochinos y la crisis de los misiles. El Imperio, que está a solo 130 kilómetros de La Habana, empujó a Cuba a declararse socialista e internacionalista y comenzó una época de dependencia de la Unión Soviética. Todo se complicó con la caída del Muro de Berlín y el campo socialista y sobrevino el llamado «período especial» con todas las carencias que uno pueda imaginar. Hasta que llegó Chávez y el petróleo de Venezuela. Pero hoy eso ya no está y Cuba vuelve a tener los problemas históricos.
Así y todo, se erige como un ejemplo de dignidad y rebeldía en una posición estratégica fundamental, sigue ahí a 130 kilómetros de Estados Unidos, la potencia en decadencia que esta misma semana mandó nuevas amenazas a la isla.
Entonces lo que urge aquí es una rápida y decidida intervención de las otras potencias de este mundo multipolar: Rusia, China y los BRICS. Inversiones que puedan llegar. Ni hablemos de lo que podrá representar Cuba para aquellos países como destino turístico. Sus playas, pero sobre todo su cultura, su bagaje cultural, su música, que aflora en cada esquina y su cordialidad, están aquí donde siempre estuvieron.
Hablo con Madeleine Sautié, periodista de Cultura del Diario Granma y me dice: «Cuba está como aquel gladiador herido pero que cubre su herida con la armadura y sigue peleando». Lo que es seguro, es que esa no es, ni será una herida de muerte. Pero hace falta mirar, prestar atención a este gran lagarto verde.