Indomable se ha convertido en uno de los éxitos inesperados de este verano en Netflix. Un período estival en el que todas las plataformas han puesto la carne en el asador con grandes proyectos, fresquitos y muy apropiados para estas fechas. Desde las nuevas temporadas de The Bear, Wednesday o La edad dorada, hasta la esperada versión televisiva de Alien en Disney Plus. En este panorama, se estrenaba una miniserie pequeña y sin pretensiones, que se ha convertido en la serie más vista de Netflix. Hasta el punto de que se han anunciado otra temporada a los pocos días de su estreno.
La ambientación en un parque natural como es el Yosemite, nos puede hacer pensar que estemos ante el intento de Netflix por crear su propio Yellowstone. Aunque lo cierto es que, salvo por las montañas, los bosques, los indios y estrellas de la gran pantalla al frente del reparto, hay poco en común entre ellas. Indomable no es un western, sino un thriller correcto. Pero tiene un problema. Tras un primer episodio que mantiene la tensión y engancha lo suficiente, se va desinflando a medida que avanza. Cuando llega el último, se te ha olvidado qué investigaban, quién es el asesino y cuál es el sentido de que la trama se siga alargando tanto. Hay tantos giros de guión que uno al final se olvida de por qué los protagonistas estaban haciendo lo que hacen. Y eso que la serie solo tiene seis episodios, que es un número relativamente bajo para lo que suele dar de sí una temporada en Netflix.
Eric Bana es una especie de agente federal que se encarga de la investigación criminal, en el parque natural, un sitio aparentemente tranquilo, donde precisamente por eso son habituales los choques con las autoridades locales. El personaje de Bana arrastra sus propios fantasmas del pasado y comenzará a hacer migas con una agente local en la investigación del nuevo caso, que también huye de sus particulares traumas. Llega un momento en el que interesan más los problemas personales de sus personajes principales y el misterio principal, la aparición del cadáver de una desconocida en medio de las montañas, se convierte en un estorbo para la trama. En otros títulos del género, los traumas de los protagonistas son la gasolina para una serie de largo recorrido, pero no dejan que el caso de la temporada quede de lado. El truco está en saber guardar el equilibrio entre unas tramas y otras.
Cuando quedan veinte minutos para que termine el último episodio sabes perfectamente que si la cosa no se ha terminado es que el verdadero asesino todavía no ha sido atrapado. Y así recuerdo que (y perdón por el spoiler) quizá había pecado de ingenuo al pensar en el primer episodio que hacía tiempo que no veía a Sam Neill haciendo papeles que no fueran de villano. Aquí está en el papel de mentor del protagonista. Pero hay quien no sabe salir del encasillamiento.
Hasta hace muy poco era otro thriller el que había estado en lo más alto del ranking de la plataforma, donde se había mantenido varias semanas desde su estreno a finales del pasado mayo. Me refiero a Dept. Q, la nueva serie de Scott Frank, creador de Gambito de Dama. Aquella miniserie dio a Netflix unas audiencias muy dulces, lo que ahora ha sido premiado con otro título de más largo recorrido. Basada en una serie de novelas nórdicas, que ya han sido llevadas a la pantalla, la adaptación traslada la trama a Escocia, sin que en ningún momento el cambio de escenario chirríe.
El personaje de Mathew Goode, al igual que el de Bana en Indomable, es un inspector de policía torturado por un hecho traumático de su pasado reciente. Sus superiores le han puesto al mando de una sección especial para resolver aquellos crímenes que se quedaron en vía muerta. Sus habilidades deductivas le hacen una persona más que ideal para afrontar esta tarea. Entre los momentos más destacados de la serie está el ver cómo se va formando ese equipo de inadaptados y friquis por los que pocos apostarían y la buena química entre ellos. Su lugar de trabajo en un oscuro sótano lleno de carpetas polvorientas nos recuerda a otro clásico de la televisión como Expediente X, solo que no hay nada paranormal en aquellos casos que ellos investigan. El primer episodio atrapa desde el principio y sabe aprovechar las cualidades interpretativas de su reparto, con una narración sólida y plagada de momentos de suspense. Parece que la dinámica va a ser de un caso por temporada. A diferencia de Indomable, aquí no era tan evidente el completar las piezas del puzzle.
El éxito de Indomable ha llegado a desplazar en España a Superestar, la revisión de la diva pop Tamara/Yurema por cortesía de Nacho Vigalondo y los Javis. Posiblemente esta serie no tendría el mismo recibimiento dentro que fuera de nuestras fronteras. Puede que el tener un formato más experimental que el que se suele exigir a este tipo de títulos ha podido ser un lastre. Pero es que un caso policiaco sin mayores complicaciones también puede ser una alternativa para ver en televisión en pleno verano. Y más si estamos en plena ola de calor, de la que nos podemos olvidar viendo los impresionantes paisajes nevados. Los espectadores se van a la playa, pero por la noche en la tele eligen la montaña.