Por Pedro Jorge Solans
Desde la Redacción de El Diario de Carlos Paz
Tras la reciente condena a su exesposo, sale a la luz la desgarradora historia de la temporada teatral de 2020 en Villa Carlos Paz, donde la actriz tocó fondo. Sin dinero y con las cuentas bloqueadas, encontró en su peluquero, Hugo Amadey, a un ángel guardián que la acompañó en su ascenso más difícil y sanador.
Hugo Amadey y Julieta Prandi en Villa Carlos Paz.
La noticia de la condena a prisión de su exesposo trajo un cierre judicial a años de calvario para Julieta Prandi. Pero para entender la magnitud de su lucha, hay que viajar en el tiempo hasta el verano de 2020, a Villa Carlos Paz. Mientras las marquesinas del Teatro del Lago la anunciaban como una de las estrellas de la comedia que encabezaba Pedro Alfonso, Julieta vivía, en silencio, su infierno personal.
La modelo en su refugio en el cerro Uritorco.
Detrás de la fachada de glamour, los aplausos y las sonrisas sobre el escenario, se escondía una realidad brutal. La actriz y modelo estaba sola y, literalmente, sin un peso. «Sus cuentas bancarias estaban bloqueadas por las acciones de su exesposo», recuerda hoy Hugo Amadey, el reconocido coiffeur de Carlos Paz que se convirtió en su pilar fundamental durante aquella temporada. Los productores de la obra no podían transferirle sus honorarios porque los fondos quedaban inmediatamente embargados. La situación era tan desesperante que Amadey no solo fue su sostén emocional, sino también su ayuda práctica: le prestaba dinero para los taxis y nunca le cobró por sus servicios de peluquería.
En una fiesta de verano
El contraste era devastador. Julieta Prandi, la figura pública, debía brillar bajo las luces; mientras, en la intimidad de su camarín, lloraba de impotencia. Las deudas de negocios que ella no había creado, pero que figuraban a su nombre, la ahogaban. Sus hijos, lejos de ella, se quedaban sin colegio porque su exmarido no pagaba las cuotas. Y aun así, cada noche, secaba sus lágrimas y salía a escena a hacer reír al público.
Hugo nunca la dejó sola
En medio de esa tormenta, Hugo Amadey fue su ancla. «Se convirtió en su ángel guardián, su contención», narra una fuente cercana. Fue en ese contexto de desolación que Julieta, sin embargo, comenzó a plantar las semillas de su recuperación, iniciando el doloroso pero necesario camino de la denuncia y la exposición de su realidad de opresión, maltrato y estafas.
Casi al finalizar la temporada, con las fuerzas renovadas por la decisión de luchar, vio un nuevo horizonte. Fue Amadey quien la acompañó a vivir una experiencia que marcaría un antes y un después en su proceso de sanación: escalar el mítico Cerro Uritorco.
«Esa experiencia le hizo muy bien, le dio paz, la fortaleció, porque ella es una persona muy especial, muy sensible», recuerda hoy Hugo desde su peluquería en la esquina de Alvear y Moreno. Aquel ascenso fue más que una excursión; fue un acto simbólico de superación.
«Viajamos a Capilla del Monte, los dos. Lo recuerdo como si fuera hoy, el 6 de marzo del 2020, a pocos días de que se declarase la pandemia. Todo fue mágico», agrega Amadey con la voz cargada de emoción.
La modelo en un arroyo en plena montaña
Ese día, al llegar a la cima del cerro más enigmático de Córdoba, Julieta no solo conquistó una montaña, sino que empezó a conquistar de nuevo su propia vida. El camino de sanación que inició en aquel verano infernal en Carlos Paz, y que tuvo su renacer en la cumbre del Uritorco, finalmente encontró en la justicia de estos días un capítulo de cierre y de paz.
Con su amigo en la cima del Uritorco.