Durante el verano, el aire acondicionado se convierte en un recurso indispensable para combatir el calor, sobre todo después de coger el coche aparcado al sol o durante los viajes largos por carretera.
Sin embargo, su uso prolongado (y a veces, inadecuado) puede tener efectos negativos. Primero en el consumo de combustible, pero también en aspectos tan insospechados como la salud ocular.