Ficha del partido
Seis toros de Dolores Aguirre, con volumen y alzada y con mucha seriedad en las cabezas, aunque desiguales de remate y cuajo. En general, mansos y con movilidad aparente y sin entrega, rajados y, avanzada su lidia, negados a la embestida. El primero, ‘Yegüizo’ de hombre, colorado y de 548 kilos, que cumplió en el caballo y se vino pronto a los cites, aunque sin rematar las arrancadas, fue premiado muy generosamente con la vuelta al ruedo en el arrastre.
Damián Castaño, de blanco y plata: estocada caída delantera (oreja); dos pinchazos (ovación).
Juan Leal, de celeste y oro: estocada delantera atravesada, dos pinchazos y ocho descabellos (silencio tras dos avisos); estocada honda desprendida y cuatro descabellos (silencio).
Jesús Enrique Colombo, de tabaco y oro: bajonazo (silencio); estocada atravesada y cuatro descabellos (silencio).
Segundo festejo de abono de las Corridas Generales de Bilbao, con un cuarto del aforo cubierto (unos 3.500 espectadores), en tarde nublada y fresca.
El empeño de Damián Castaño en lucir a los dos toros de su lote le valió la única oreja de la tarde y contribuyó en gran medida a aumentar la preconcebida exaltación torista que se vivió este martes en la feria de Bilbao, con la lidia de una aparatosa y engañosa corrida de la ganadera local Dolores Aguirre.
Gracias a ese afán del diestro salmantino se llegó incluso a premiar con una más que generosa vuelta al ruedo en el arrastre al primero , un toro que casi siempre se negó a tomar los engaños con mínima entrega, por mucho que su puntual movilidad se llegara a tomar por verdadera casta.
Y eso fue lo que tuvo el ejemplar: una movilidad y una prontitud que Castaño ayudó a enseñar poniéndole ya de largo en las tres entradas al caballo de picar, a las que el colorado acudió al paso, sin romper, para dejarse pegar sin más y sin llegar a sangrar demasiado.
El público tomó partido por el animal, al que Leal aún llegó a hacer un quite por espaldinas, con la mínima exigencia en los embroques que también aplicó su matador en el tercio de muleta, cuando volvió a darle mucha distancia en los cites para ligarle cortos y ligeros muletazos con la derecha.
Ese primer tramo del trasteo no supuso un gran esfuerzo para el de Aguirre, que repitió con un punto de temperamento y cierta transmisión. Pero otra cosa fue cuando Castaño le quiso obligar para alargar los pases, a lo que respondió calamocheando sin clase, antes de caer fulminantemente por una estocada caída que precedió al premio para ambos protagonistas.
Repitió fórmula Castaño con el cuarto, que fue un ejemplar de mucha seriedad, despegado del suelo y siempre con la cornamenta por las nubes, sin emplearse mínimamente ante los engaños. Otros tres puyazos le permitieron venirse con impulso a los cites de largo del matador, aunque cada vez se fuera quedando más corto.
Castaño volvió a calentar con su rauda ligazón de pases cortos en los primeros compases, sólo que llegó a pasar ciertos apuros cuando el toro ya fue dejando de responder igual a tanta habilidad, para fallar luego con la espada en dos encuentros de los que además salió lesionado en la muñeca derecha.
No hubo más motivos para que se volviera a desatar la euforia torista de parte de la afición, por mucho que hubo quien se empeñara en pitar el esfuerzo de los toreros, como el que hizo, con mucha firmeza, el francés Juan Leal con los dos de su lote.
Al segundo, Leal lo acosó con tenacidad en terrenos de chiqueros, negándole la huida en la corta a pesar del temperamento que desarrollaba al verse acosado, para ver luego demeritado su valiente trabajo con los aceros, ya con el de Aguirre barbeando las tablas.
También aguantó el galo en el saludo a portagayola la dubitativa salida del quinto, que se declaró manso en varas y se negó a tomar otro persistente empeño de su matador que tampoco nadie le agradeció desde el tendido.
Por su parte, Jesús Enrique Colombo, apenas tres semanas después de sufrir una fractura de cúbito y radio, salió casi abucheado por los vehementes partidarios de la ganadería.
Pasó muchos apuros el venezolano para banderillear al tercero, pero sí que pudo lucirse con los palos ante el sexto, que forzó a su cuadrilla a otra trabajosa brega. Y no le dio tampoco este último muchas opciones con la muleta, una vez que se violentó y se rajó cuando le forzó con la muleta en el inicio de un insistente pero vano trasteo.