El acordeonista y compositor argentino Raúl Barboza, uno de los máximos referentes del chamamé en el mundo, falleció este miércoles en Francia, a los 87 años, país en el que residía desde 1987. La noticia fue confirmada por su productor artístico, Alberto Felici, a través de un comunicado de prensa.
Nacido el 22 de junio de 1938 en Buenos Aires, Barboza heredó la música desde la cuna. Su padre, Adolfo Barboza, oriundo de Curuzú Cuatiá, fue uno de los pioneros del chamamé en la capital. A los seis años, Raúl ya tocaba el acordeón y se ganaba el apodo de “Raulito el Mago”, iniciando un camino artístico que lo convertiría en leyenda.
Una vida dedicada al chamamé
Barboza fue mucho más que un intérprete: se convirtió en un verdadero embajador del chamamé. Su virtuosismo lo llevó a compartir escenario con grandes figuras como Atahualpa Yupanqui, Astor Piazzolla, Mercedes Sosa, Jairo, Richard Galliano, Cesaria Evora, Peter Gabriel y Ariel Ramírez, entre tantos otros.
En los años ’60, de la mano del pianista Ariel Ramírez, fue convocado para participar en la histórica “Misa Criolla” y en la película “Los Inundados”, dirigida por Fernando Birri. Desde entonces, su nombre se consolidó tanto en Argentina como en el exterior.
A lo largo de su carrera grabó más de sesenta discos en países como Argentina, Brasil, Francia, Holanda, España, Japón y Alemania. Entre sus composiciones más recordadas se encuentran “Al compás de tu sueño”, “Llegando al trotecito” y “Bailantas chamameseras”.
Premios y reconocimientos
Su trayectoria fue reconocida con innumerables premios: el Atahualpa, el Konex de Platino, el Francisco Canaro de Sadaic y el Premio Clarín al Mejor Artista del Año. En el año 2000 recibió, además, la Orden de Caballero de las Artes y las Letras, otorgada por el Ministerio de Cultura de Francia.
Un legado que trasciende fronteras
Radicado en París desde hace casi cuatro décadas, Raúl Barboza llevó el sonido del litoral argentino a los rincones más lejanos del mundo. Con su acordeón, hizo dialogar al chamamé con otras músicas, sin perder nunca la raíz de su tierra.
Su obra, atravesada por la nostalgia y la celebración, seguirá viva en los escenarios populares y en las salas más prestigiosas, desde las bailantas chamameseras hasta los grandes teatros internacionales.
Raúl Barboza partió, pero deja un legado inmortal: el chamamé hecho puente entre culturas, emociones y generaciones.