miércoles, 3 septiembre, 2025
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Cómo es el cruce entre Messi y Hollywood

En Estados Unidos, el cruce entre Hollywood y la arena deportiva se ha convertido en mucho más que una anécdota: es un matrimonio consagrado, duradero y cada vez más rentable.

Las estrellas del cine y la música encontraron en el deporte un vehículo de proyección cultural y financiera, mientras que los grandes atletas han aprendido a expandir sus carreras hacia el espectáculo audiovisual y la gestión empresarial.

Este proceso ha generado un ecosistema único en el que clubes, ligas, plataformas de streaming y agencias de representación trabajan en sinergia. El resultado es un mercado en el que los partidos se transforman en series documentales, los actores se convierten en dueños de equipos, y los futbolistas pasan a ser productores ejecutivos.

Hollywood a la cancha

El desembarco de celebridades en el deporte ya no se limita a fotos en palcos de lujo. Hoy hablamos de participaciones accionarias que redefinen el negocio. Will Ferrell por ejemplo, celebra los títulos de Los Angeles FC no solo como hincha, sino como copropietario: recientemente amplió su cartera al adquirir una participación en el Leeds United inglés.

Matthew McConaughey, además de su devoción por la Universidad de Texas, fue clave en el lanzamiento de Austin FC, donde se lo denomina “ministro de cultura”. Pero el fenómeno más comentado sigue siendo el de Ryan Reynolds y Rob McElhenney en el Wrexham AFC: lo que empezó como un experimento terminó en un caso de estudio: ascensos deportivos, valorización de casi 500 millones de dólares y un éxito mediático global gracias a Welcome to Wrexham, la docuserie de FX que exportó la historia de un club galés a las pantallas del planeta (acaban de presentar una camiseta con inspiranción argentina para expandir la franquicia).

A esa lista se suman Reese Witherspoon en Nashville SC; Michael B. Jordan en Bournemouth; Snoop Dogg en Swansea City; Ed Sheeran en Ipswich Town; Anne Hathaway en la vela internacional con Red Bull Italy; e incluso Drake y LeBron James como inversores en el Milan. Se trata de una diversificación que convierte a los clubes en marcas internacionales y a los artistas en empresarios de la pasión deportiva.

El atleta como productor

En paralelo, la industria deportiva experimenta una transformación profunda. Los atletas ya no se limitan a contratos millonarios con clubes o patrocinadores: buscan crear sus propias productoras, estudios de contenido y marcas. LeBron James fue pionero al fundar SpringHill Company junto con Maverick Carter, una productora valorada en más de 700 millones de dólares y responsable de títulos como “Hustle” en Netflix o “Space Jam: A New Legacy”, la reversión de la película de Jordan en los 90 con los Looney Toons.

Los agentes han acompañado y potenciado esta tendencia. CAA Sports, por ejemplo, representa a figuras que cierran acuerdos con estudios y plataformas de streaming. David Gross, Matt Kramer, Ross Raphael y Tom Young lideran esa expansión, conectando atletas con producciones documentales y docuseries.

Gross lo resume con claridad: “Las series y películas documentales han convertido a los atletas en íconos culturales. Los fans ya no quieren solo jugadas: buscan profundidad, historias y resonancia emocional”. La competencia entre agencias también explica el dinamismo del sector.

UTA, con Ryan Hayden y Jerry Silbowitz, fue clave en la integración de Barstool Sports a Fox, demostrando que el entretenimiento deportivo ya no se limita a ESPN o a las cadenas tradicionales. WME, por su parte, maneja a Serena Williams, Tom Brady y Lionel Messi en sus proyectos mediáticos, mientras que Octagon y Wasserman impulsan a Giannis Antetokounmpo, Patrick Mahomes y Brittney Griner hacia producciones de Amazon, Netflix y ESPN. El nuevo estándar es claro: el atleta es al mismo tiempo jugador, empresario y creador de contenido.

Messi y el modelo integral

El caso del astro argentino cristaliza esta evolución. La llegada de Lionel Messi al Inter Miami en 2023 fue un hito para la MLS, pero sobre todo una operación de ingeniería mediática y empresarial. El contrato incluyó un salario deportivo competitivo, pero lo realmente novedoso fueron las alianzas estratégicas: beneficios por suscripciones al MLS Season Pass en Apple TV+, acuerdos de largo plazo con Adidas y participación en la valorización de la propia liga.

La llegada de Messi multiplicó los ingresos del club y de la MLS: estadios agotados, ventas récord de camisetas, y un documental exclusivo producido por Apple TV+ que convirtió su desembarco en narrativa global. El efecto no fue casual. Detrás operó una red de representantes y consultores con capacidad de leer el mercado.

Su círculo íntimo, encabezado por Jorge Messi, ha ido de la mano con agencias de peso en Estados Unidos como WME, que ha asesorado al argentino en proyectos audiovisuales. Jason Hodes, Jill Smoller y Lee White, entre otros agentes de la firma, han trabajado en el desarrollo de documentales y producciones que expanden la marca Messi más allá del campo de juego.

La lógica que guía esta estrategia es la misma que definió a LeBron James: consolidar al deportista como un conglomerado de negocios que incluye streaming, cine, moda y patrocinios. Messi no es solo el mejor jugador de fútbol de su generación: es también una plataforma que Apple, Adidas y la MLS utilizan como ancla para construir audiencia y fidelizar consumidores.

El contraste con otros deportistas subraya la magnitud del fenómeno. Mientras Bryson DeChambeau reinventó su imagen en el golf con contenido viral en TikTok, Messi opera en otra escala: su marca genera un ecosistema que combina deporte, entretenimiento y negocios globales. El capitán argentino no solo inspira en la cancha, sino que también redefine cómo se gestiona una carrera en la era del espectáculo total.

Nuevo espectáculo global

La consolidación de este matrimonio entre Hollywood y el deporte está redefiniendo el mapa cultural. Para las celebridades, poseer una parte de un club ya no es un capricho, sino una estrategia de diversificación que amplifica su proyección internacional. Para los atletas, contar con managers capaces de negociar producciones audiovisuales, alianzas tecnológicas y contratos multimillonarios fuera de la cancha es tan importante como el entrenamiento diario.

El fenómeno también responde a una demanda del público. Las plataformas como Netflix, Amazon y Apple descubrieron que los documentales deportivos generan tanta o más fidelidad que las series de ficción. “The Last Dance” sobre Michael Jordan, “Quarterback” con Patrick Mahomes o “Simone Biles Rising” son ejemplos de cómo los fanáticos quieren consumir no solo goles o puntos, sino también historias de vida, dilemas personales y procesos de superación.

El deporte, en definitiva, se ha convertido en una narrativa global que Hollywood sabe empaquetar y vender. Y los atletas, de Messi a Mahomes, de LeBron a Serena Williams, se han transformado en protagonistas de ese guion compartido.

El cruce entre Hollywood y el deporte ya no es un experimento: es una industria consolidada. Lo que antes eran universos paralelos hoy es un sistema integrado de inversión, relato y consumo cultural. Actores que levantan copas como dueños de clubes, deportistas que estrenan sus propias series, agentes que negocian con plataformas globales y ligas que entienden que vender partidos ya no alcanza. El matrimonio está sellado, y como en las grandes franquicias de cine, promete múltiples secuelas. Lo que sucede en la cancha es solo el primer acto: la verdadera función continúa en la pantalla.

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