domingo, 5 octubre, 2025
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Fue uno de los primeros bares de Córdoba, abrió en 1868 y ahora es una taberna de visita obligatoria: «Cómo siempre, espectacular»

Por muy antiguo que sea un modelo de negocio como el de los bares y la hostelería, la historia obliga siempre a renovarse: los gustos van cambiando al igual que los clientes y, con ellos, las exigencias de un sector que rara vez da tregua.

Por eso no es extraño que muchos negocios históricos no sobrevivan al paso del tiempo, y es casi un milagro cuando eso ocurre. En Córdoba hay un ejemplo claro de esta resistencia: el restaurante Sociedad de Plateros María Auxiliadora, un lugar que abrió sus puertas en 1930 como una de las tabernas ligadas a la Sociedad de Plateros, una institución fundada en 1868, y que hoy sigue siendo parada obligatoria para locales y visitantes.

Fachada Restaurantes en Cordoba Sociedad Plateros Maria Auxiliadora / sociedadplateros.com

Un bar con solera en el corazón de Córdoba

La Sociedad de Plateros nacía, según documenta la propia página web del local, en pleno siglo XIX con un objetivo solidario: apoyar a los plateros de la ciudad más desfavorecidos en un momento de crisis. Aquella asociación se convirtía en la sociedad de previsión más antigua de España y, con el paso de las décadas, dio lugar a varias tabernas.

La de María Auxiliadora fue la cuarta en abrir, y pronto se convirtía en un centro neurálgico no solo de la gastronomía cordobesa sino también de la vida cultural. Por sus mesas pasaron escritores, poetas, pintores, políticos y toreros: nombres como Antonio Gala, los integrantes del Grupo Cántico, Ortega y Gasset, Pío Baroja, Valle Inclán o incluso presidentes del Gobierno como Adolfo Suárez figuran en el recuerdo de este espacio.

Patio María Auxiliadora / sociedadplateros.com

Lejos de crionizarlo en una reliquia, el tiepmo ha afianzado este lugar como uno de los lugares con más solera de la ciudad. En 2001 recibía un reconocimiento del Consejo Regulador Montilla-Moriles como una de las tabernas más antiguas de Córdoba, y a lo largo de los años ha sumado galardones y menciones que certifican su valor patrimonial y cultural.

Una parada obligatoria según sus propios clientes

Lo que la mantiene viva a día de hoy no son solo sus recuerdos, sino la experiencia que ofrece a quienes la visitan, que basta con leer en la relación actual de opiniones: “Cómo siempre, espectacular”, resume un cliente habitual en sus valoraciones. Otros destacan la calidad de platos clásicos como el salmorejo, el rabo de toro o el bacalao frito, pero también el trato cercano, el ambiente acogedor y la tranquilidad de encontrar una carta adaptada a personas celíacas, con una cocina específica para evitar contaminación cruzada.

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