Por Mariano Saravia
Magister en Relaciones Internacionales
Este viernes comenzó a correr el alto el fuego y el retiro de los tanques y soldados israelíes que invadían Gaza. Al mismo tiempo, empezó a correr el plazo de 72 horas para la liberación de los 48 rehenes todavía en poder de Hamás, de los cuales se cree que 20 siguen vivos.
Esta tregua fue alcanzara en negociaciones en Egipto a partir de un plan de paz de Donald Trump y con la mediación del país anfitrión, pero también de Turquía y Qatar, los grandes ganadores de esta jugada, ya que salen fortalecidos internacionalmente. Ante esto, hubo algunas celebraciones, medidas, tanto en Gaza como en Israel. El clima es más de alivio que de verdadera celebración, porque ya sabemos, en un conflicto como éste, ningún pueblo gana. Menos el pueblo palestino, que ha sufrido un verdadero genocidio en manos del Estado de Israel.
Después de dos años y 70 mil muertos, en estos momentos empiezan a entrar al enclave gazatí unos 600 camiones de ayuda humanitaria, coordinados por las Naciones Unidas, organizaciones internacionales autorizadas y países donantes. Estos camiones llevan principalmente alimentos, remedios, material médico y de refugio, combustible para servicios esenciales y gas para cocinar. También se permitirá el ingreso de equipo esencial para la reparación de infraestructuras, como sistemas de agua, cloacas y panaderías.
Después de que los 20 rehenes en manos de Hamás sean liberados, Israel liberará a aproximadamente 250 presos palestinos que mantiene en sus cárceles. La negociación fue dura, pero igual de dura será la implementación del acuerdo al que se llegó. Ese acuerdo, basado en el plan impuesto por Trump, prevé la entrega del poder en Gaza por parte de Hamás, que, además, deberá desarmarse y disolverse. En su lugar, gobernará la franja un comité de tecnócratas palestinos controlados por el propio Trump y por el ex ministro británico Tony Blair.
Ahora bien, Hamás podrá disolverse, podrá desaparecer, pero ese no es el tema principal. Se podrá discutir mucho sobre el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre de 2023. El discurso oficial de la Resistencia Islámica es que, gracias a eso, hoy el tema palestino está en el conocimiento y en la discusión de todo el mundo, que más allá del genocidio perpetrado por Israel, la guerra mediática fue perdida por la potencia ocupante. Por el otro lado, muchos gazatíes se sienten usados y no cuidados por Hamás, ya que pareciera que las muertes, el hambre y el sufrimiento son “pérdidas tácticas”, sin olvidar nunca que el principal culpable de todo eso es el agresor: Israel.
Pero más allá de esa discusión, el tema de fondo no es si Hamás sí o Hamás no. En definitiva, Hamás se formó a fines de los ’80 en el marco de la Intifada. Pero el conflicto palestino viene desde la Nakba (catástrofe), en 1948, cuando Israel comenzó con su proyecto colonialista de ocupación de tierras y para eso implementó una limpieza étnica. Podrá pasar Hamás, pero, ¿se cerrará el conflicto, se cerrarán las heridas? Netanyahu y Trump imponen una Franja de Gaza no solo sin Hamás, sino también desmilitarizada y humillada, sin gobierno propio, con una condición neocolonial peor que la que había antes del 7 de octubre. ¿Alguien cree que esas nuevas generaciones que vieron el genocidio crecerán con algún sentimiento positivo frente a Israel? ¿Alguien puede no ver que el sentimiento de venganza y odio no hará surgir otros Hamás?
Ay, los noruegos…
El de la Paz es el único de los Premio Nobel que, en vez de ser entregado por el Comité Sueco, lo hace el Comité Noruego. Y si alguna vez tuvo alguna reputación, la ha perdido totalmente, otorgándose este año a María Corina Machado, la líder golpista de Venezuela, la misma que no solo ha pedido y encabezado intentos de golpes de Estado, sino también la que ha pedido en reiteradas oportunidades una invasión militar de Estados Unidos contra su propio país.
Y aquí no estamos ni defendiendo ni dejando de defender al gobierno de Nicolás Maduro, porque el tema no es Maduro. El tema es que resulta incomprensible que se le dé el Premio Nobel de la Paz a una mujer que genera odio, violencia y que llega al extremo de pedir la invasión armada de su Patria.
Sin embargo, para el Comité Nobel Noruego, el Premio Nobel de la Paz 2025 se otorga a Machado “por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano y por su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”. En otro tramo de su justificación, Jørgen Watne Frydnes, presidente del Comité Noruego del Nobel la llama: “Valiente y comprometida defensora de la paz, a una mujer que mantiene viva la llama de la democracia en medio de una creciente oscuridad… Machado ha demostrado que las herramientas de la democracia son también las de la paz, encarna la esperanza de un futuro diferente, en el que se protejan los derechos fundamentales de los ciudadanos y se escuchen sus voces… Como líder del movimiento democrático en Venezuela, Machado es uno de los ejemplos más extraordinarios de valentía civil en América Latina en tiempos recientes”.
Recordemos que el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a Barack Obama antes de que empezara a destruir países y a matar gente en Siria y Libia, y mucho antes se lo dieron a Henry Kissinger por dejar de matar gente, o al menos, haber convencido a Nixon de no tirar la bomba atómica en Vietnam, donde, de todos modos, los Estados Unidos dejaron cinco millones de muertos. También se lo dieron a Menájem Beguin, quien en su juventud fue el líder del grupo terrorista Irgun y responsable en 1946 del atentado contra el Hotel King David de Jerusalén, dejando 91 muertos civiles. El 9 de abril de 1948 Beguin también fue responsable de la atrocidad contra el poblado palestino de Deir Yassin, arrasando el poblado y dejando más de 200 muertos civiles. Mucho más adelante, cuando este terrorista se transformó en primer ministro de Israel, fue el responsable de la invasión de 1982 a El Líbano y de las masacres de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila, donde, según las fuentes, hubo entre 400 y 3.000 muertos.
Por eso, no extraña que el Comité Noruego le dé el Premio Nobel de la Paz a una golpista y guerrerista. Al menos no se lo dieron (este año) a Donald Trump, que sacudió el mundo con su Guerra Comercial, y con sus proyectos megalomaníacos de anexionarse el Canal de Panamá, Groenlandia y Canadá.
