Gracias Onda Cero. Gracias Julia Otero. Gracias Jorge Valdano. Y, por supuesto, gracias amigo Andoni Zubizarreta. Que hora más limpia, que hora más guapa, que hora más atractiva, entretenida, divertida, ilustrativa. Que charla más única. Gracias, gracias, gracias. Ahora que está tan de moda ¿verdad? eso de oírnos y escucharnos cuando queramos, conectándonos al ‘poscast’, sé que ustedes tendrán un ratito, este mismo fin de semana, por favor háganlo, no se lo pierdan, y busquen la maravillosa conversación que Valdano y ‘Zubi’, dos enormes futbolistas, dos seres maravillosos, dos enormes ilustrados y, sobre todo, dos grandes amigos han matenido hace un rato con la simpática e inigualable Julia Otero. Miren, les describiré dos pinceladas que igual les animan a buscarlos. Insisto, no se lo pierdan, por favor.
“Todo va ya demasiado rápido, todo se busca y se quiere en un ¡ya! y nadie piensa cómo afecta esa rapidez en la formación del futbolista, del deportista en general”, comentó Zubizarreta, no sé si de inicio, pero recién comenzada la charla. “Y te voy a decir una cosa, Julia, y seguro que Jorge comparte la idea: el deportista, ya no te digo el futbolista, es mejor cuando el ser humano es mejor”.
Wembley, sí
Y eso lo dijo, vaya, un portero, que son, dicen, los bichos más raros del fútbol. “En efecto”, siguió ‘Zubi’, “los porteros somos gentes de vidas curiosas y los porteros zurdos aún somos más raros, más extraños, casi unos especímenes. Tanto que nuestro éxito pasa porque alguno de tus compañeros marque un gol. Tal cual. Pensemos en Wembley, sí, Wembley. Yo protagonicé, creo, dos o tres paradas de mérito, pero su Ronald (Koeman) no mete aquel golazo, en el minuto 111, todo hubiese acabado en fracaso, incluidas mis paradas de mérito”.
«¿Cuál es mi sueño? Yo no sueño con los goles que metí, sino con los goles que fallé. Y de los tres goles que le marqué a ‘Zubi’ recuerdo especialmente uno, sí, ése sí lo recuerdo».
«Pues mira, yo no recuerdo ninguno de esos tres goles que me marcaste. ¿Mi sueño?, siempre el mismo, voy a un partido y me he olvidado los guantes. Y dónde están los guantes, dónde están los guantes…hasta que me despierto sudando»
Y fue ahí, creo, sí, sí, cuando Otero le pidió a Valdano si recordaba alguno de los tres goles que le había marcado a su amigo. “Recuerdo uno especialmente”, comentó Jorge. Y ‘Zubi’ respondió inmediatamente: “Yo, ninguno de los tres”. Risas, claro. “Dicen que los delanteros soñamos con los goles, pues te contaré, Julia, yo solo sueño con mis fallos, cuando estoy delante del portero y fallo el gol”. Y ¿cuál es tu sueño, Andoni? “¡Uf!, mi sueño y, de verdad, me despierto sudando y sobresaltado, es que un día voy a un partido y me he olvidado los guantes. Y dónde están los guantes, dónde están los guantes, dónde he metido los guantes…hasta que me despierto empapado en sudor”.
Y cómo es esa relación de un portero y un delantero con el balón. ¿Cómo es?, pues tremenda, según contaron ‘Zubi’ y Valdano, tremenda. Y, sí, muy distinta. “Cuando empecé en la plaza de mi pueblo, de Aretxabaleta, en cuyos arcos hacíamos hasta cuatro partidos a la vez y ninguno de nosotros se equivocaba de compañero ni rival ni de cual era su portería, me gustaba el balón porque quería ser como Iribar. Luego, cuando ya fui profesional, cuanto más lejos esté el balón, mejor. Y, cuando lo atrapamos, bueno, ahora lo juegan más con los pies, lo primero que hacemos es enviarla lejos, muy lejos. Es una relación de amor-odio y, sí, me temo que cuanto más lejos esté el balón, mejor”.
Zubizarreta y Guardiola, abatidos tras perder en Atenas la final de la Copa de Europa ante el Milan. / Jordi Cotrina
“Los argentinos”, cuenta Valdano, “somos amantes del balón más que del fútbol. Casi tenemos relaciones carnales con él, ntimas. Todos queremos ser Messi, ¡Maradona!, Ronaldinho…Somos, sí, más jugadores de pelota que de fútbol. Es una relación, repito, casi íntima, sensual, casi erótica y, por favor, que se me entienda bien”.
Una relación con el balón, cuentan, que han cambiado las escuelas, las academias, las ‘masias’ de todos los clubs importantes del mundo. Y no es que Valdano y Zubizarreta estén en contra de las escuelas, de la enseñanza, de las ‘masias’, no, no, no, por favor, es que ellos nacieron, crecieron, se hicieron futbolistas en la calle y, sí, adoran ese tipo de escuela y la defienden aunque ya no existan.
«Mira, Julia, yo creo que las academias y, repito, que se me entienda bien, hacen mejores a los peores y peores a los mejores. Yo creo que no cuidan al diferente, al pelotero de la calle. Y la calle, si brillas, te da confianza, prestigio, te hace diferente»
“Las escuelas, las academias, las benditas ‘masias’ te hacen ser ordenado, jugar con un patrón. Y, lo siento, pero lo mejor del fútbol es el desorden, alguien que rete al orden, alguien que haga algo diferente. El orden está bien, pero ata, impide la improvisación que forma parte del otro y maravilloso fútbol”.
“Esa plaza de Aretxabaleta o de millones de pueblos del mundo entero es pura escuela, enseñanza”, señala Valdano. “Mira, Julia, yo creo que las academias y, repito, que se me entienda bien, hacen mejores a los peores y peores a los mejores. Yo creo que no cuidan al diferente, al pelotero de la calle. Y la calle, si brillas, te da confianza, prestigio, te hace diferente. En las escuelas de fútbol de los clubs te hacen jugar como ellos quieren, a uno o dos toques. Luego, les pides a los muchachos que driblen a una silla y no saben”.
“Las escuelas, las academias, las benditas ‘masias’ te hacen ser ordenado, jugar con un patrón. Y, lo siento, pero lo mejor del fútbol”, añade ‘Zubi’, “es el desorden, alguien que rete al orden, alguien que haga algo diferente. El orden está bien, pero ata, impide la improvisación que forma parte del otro y maravilloso fútbol”.
Y de los niños pasaron a las niñas. “Que bien, que placer que las mujeres sean ya importantes en nuestro deportes”, comenta Valdano. “Yo, en mi pueblo, tenía una amiga que jugaba de maravilla, pero le gustaba un deporte, entonces, de hombres y era rechazada. Ahora vivo placenteramente que las mujeres jueguen el deporte que tan feliz me hizo, me hace, a mí. No deja de ser tremendo que el deporte más popular del mundo haya rechazado a la mitad de la población del mundo”.
Fútbol femenino
“Yo estoy muy adelantado a todo eso”, comenta Zubizarreta, soltando una sonrisa, que, en su caso, es carísima. “Y lo soy porque cuando llegué al Athletic, mi club ya tenía un equipo femenino, que llenaba San Mamés y ganaba Ligas. Ciertamente, si cinco años antes me lo hubiesen contado, les hubiera dicho que era imposible, que eso jamás ocurriría. Y, ahora, ya ves, tengo a mi hijo Markel, que ayudó a crecer al FCBarcelona, el mejor equipo del mundo y, ahora, vive y trabaja en Washington, haciendo crecer a varios equipos, sí”.
Y, antes de pasar a considerarse, jua, jua, gente leída, en el mejor sentida de la palabra, ‘Zubi’ le echó en cara a Jorge que tenga un nieto del Athletic, aunque el portero añadió: “Estate tranquilo, Jorge, los míos son del Barça”. Y pasaron a hablar, no ya de los libros que leen y (casi) escriben, sino de qué bueno es leer, formarse, escuchar a los demás, vivir, ser cómplices de buena gente y gente inteligente.
“Los futbolistas somos mucho más inteligentes de lo que la gente cree. Eso sí, diría que los futbolistas tienen una inteligencia diferente, tipo astucia. Los futbolistas tienen opinión ¡claro que tienen opinión! y, cuando la expresan, son mucho más atractivos que los demás, creo”.
“Cuando iba convocado con la selección Sub-21, llevaba un libro bajo el brazo y, sí, era una extraña avis. ¡Ojo!, lleva un libro, lee, cuidado con él, decían de mí, sin darse cuenta de que era un libro ¡de Agatha Christie! ¡no de Unamuno! ¡de Agatha Christie! Y, era, por descontado para mis ratos libres».
“Me niego ante esa idea, demasiado extendida, de que los futbolistas somos ‘raras avis’”, comenzó diciendo Valdano. “Somos mucho más inteligentes de lo que la gente cree y cuenta. Eso sí, diría que los futbolistas tienen una inteligencia diferente, tipo astucia. Los futbolistas tienen opinión ¡claro que tienen opinión! y, cuando la expresan, son mucho más atractivos al contarla que los demás, creo”.
“Me hace mucha gracia todo eso y, sí, también en esto comparto el criterio de Jorge. Mira, Julia”, se sumó ‘Zubi’, “yo, cuando iba convocado con la selección Sub-21, llevaba un libro bajo el brazo y, sí, era una extraña avis. ¡Ojo!, lleva un libro, lee, cuidado con él, pensaban muchos, demasiados, sin darse cuenta de que era un libro ¡de Agatha Christie! ¡no de Unamuno! ¡de Agatha Christie! Y, era, por descontado para mis ratos libres, que eran bastantes, nada más. ¿Me ayudó en mi formación?, por descontado, pero también hay futbolistas muy formados y que no leían 20 libros al mes”.
Y llegan los datos, los algoritmos, pases dados, kilómetros corridos…”Piensas en Iniesta”, se lanza ‘Zubi’. “Y yo, en Messi, claro”, se suma Valdano. “Bueno, pues eso, piensas en Iniesta y le sumas todos esos datos y dices, estupendo, pero todo eso cambia cuando Andrés agarra el balón. Y cambia, si Pep (Guardiola), le ha dicho que, hoy, juegas de extremo en lugar de centrocampista. Y cambia aún más, su Pep le pone al lado a Xavi y, otro día, lo hace jugar con Thiago Alcántara. No digo que sea cuento, digo que todo depende”.
“Depender por depender, el caso es que los entrenadores de ahora lo quieren todo, todo, controlado y piensan que si echan mano de los datos, de la estadística, lo tienen todo por la mano y lo bueno del fútbol, volvemos a ello, es la magia, lo diferente, lo improvisado”, añade Jorge. “¿Quieren que les diga una cosa?, yo prefiero los datos desconcertantes. Yo prefiero que Leo (Massi) meta tres goles y haya recorrido menos kilómetros que el portero rival. Eso quiero yo”.
Campeones del Mundial 86: Burruchaga, Valdano, Giusti, Olarticoechea, Héctor Enrique, Batista, Brown, Ruggeri, Cuciuffo, Pumpido y Maradona. / El Periódico
Y, claro, nombrando a Andrés Iniesta a Julia Otero se le ocurrió recordar la entrevista que mantuvo con el otro ‘dios’ del fútbol, cuando reconoció que había caído en una depresión de caballo y que necesitó ayuda. “Pues mira, Julia, yo habré hecho unas 90 entrevistas a grandísimos futbolistas, a los mejores, y, curiosamente, en las 10 o 15 últimas, todos ellos me reconocieron que necesitaron ayuda de un psicólogo o profesional. El fútbol, las redes, que como dice Santi Segurola es “un bar de borrachos”, le han complicado la vida a estos jóvenes”.
“Las escuelas, las academias, las ‘masias’, han contribuido a que los niños, los jóvenes, convivan ya con profesionales que les ayudan. Ya es normal tenerlos en el equipo que les educa y les ayuda a crecer”, señala ‘Zubi’. “¿Qué si he ido al psicólogo?, mira, te contaré una historia única. Cuando me fui del Barça tras Atenas, fiché por el Valencia. Teníamos de entrenador al brasileño Carlos Alberto Parreira. Recuerdo que era el mes de octubre y un día, camino del entrenamiento, paré el coche en una cuneta, no sé por qué. Estuve, tal vez, dos horas parado. Cuando reemprendí la marcha y llegue al entrenamiento, ya todo se había acabado. ‘Pero, Andoni, qué ha ocurrido, usted siempre es de los primeros’, me dijo Parreira. ‘Mister, me he parado con el coche en una cuneta y tengo dos horas borradas. No sé qué ha ocurrido’, le contesté. Y, sí, mira, tal vez ese día hubiese hecho bien en buscar ayuda”.
“Dos horas vacías, olvidadas, desaparecidas, ¡qué gran libro saldría de esas dos horas!”, se sumó Valdano. “Fijo, sí, saldría un libro maravilloso!”, añadió Julia Otero. Tan maravilloso, repito, como esta charla. En serio, de verdad, por favor, búsquenla. No se la pierdan.
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