viernes, 7 noviembre, 2025
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Rigoberta Bandini: «Ni soy una superheroína ni soy una persona que no tenga nada que decir»

Después de dos años de silencio, Paula Ribó se ha vuelto a calzar las botas de Rigoberta Bandini con ‘Jesucrista Superstar’, un disco que abraza sus contradicciones e inseguridades y que habla de religión, identidad y feminismo. El sábado lo presenta en el Palau de Fires de Girona con un concierto teatralizado pensado para grandes escenarios. La actuación, incluida dentro del festival Temporada Alta, será la última parada de una gira por todo el Estado en la que ha recuperado las buenas sensaciones después de la pausa: «Ahora tengo sed de más y pienso que es un buen indicador, prefiero quedarme con ganas de más que no llena».

Con el concierto de Bandini, el festival culminará un fin de semana de conciertos en el recinto ferial, ya que la noche de antes, el viernes, actuarán Mushka y 31FAM.

Ha llovido mucho desde la última vez que actuó en Girona, hace ahora cuatro años, en el Auditori.

Lo recuerdo con mucho afecto, porque también fue en Temporada Alta. Yo me formé en el Institut del Teatre y siempre ha sido un referente, aquí he visto mi primera Angélica Liddell, a Rodrigo García… Volver me hace mucha ilusión porque este show es mucho más teatral, el otro era básicamente un concierto, y ahora también, pero tiene una intención estética y teatral que encaja muy bien.

La Rigoberta Bandini que vino en 2021 no era la misma que es ahora. ¿Son diferentes, la artista y el público de entonces?

Creo que mi público no ha cambiado mucho, siempre ha sido bastante heterogéneo y variado. Hay gente que conecta y gente que no, pero sí que es un público más amplio, seguramente. El proyecto lo siento más consolidado. Este álbum es diferente en cuanto a sonido y puesta en escena, y es guay traer una propuesta más cuidada estéticamente, a nivel lumínico, a mucho niveles. Siempre he dicho que es como una especie de musical.

Girona es la parada final de una gira por todo el Estado después de una pausa de dos años. ¿Cómo se ha sentido en el escenario? ¿Ha notado diferencias respecto a la etapa anterior?

Sí, pero hay un punto inconsciente que no se ha perdido porque el control no siempre es el mejor amigo de los conciertos. Siempre hay el punto de tener la sensación de lanzarme al vacío, una incertidumbre antes de subir al escenario que sigue existiedo, un punto de miedo porque pienso que es el motor de los conciertos. Pero he podido preparar muy bien la parte física y vocal y en este sentido sí que me siento segura. Todo ha cambiado, pero al mismo tiempo no, porque sigo siendo la misma, sigo buscando, intentando conectar con la gente, emocionándome cuando eso pasa, y hay un punto de delirio colectivo que me pasa igual que me pasaba en 2021.

Escuchando las letras del disco, da la sensación que ha asumido que no puede gustarle a todo el mundo, y que eso no tiene por qué ser malo tampoco.

Sí, totalmente. Creo que esto es algo muy sano para cualquier proyecto: cuando empiezas, y como me pasó a mí, comienzas a gustarle a todo el mundo, sientes que es como una ola que cada vez se hace más grande y hay un momento en el que te das cuenta de que ha sido maravilloso, pero que no puedes vivir en esta ola de continuo crecimiento y de sensación de gustar a todos. En el momento en el que me planteé dejar de hacer conciertos un tiempo y componer este álbum con calma, una prioridad era eso.

Hay un momento en el que te das cuenta de que ha sido maravilloso, pero que no puedes vivir en esta ola de continuo crecimiento

¿En qué sentido?

Tenía que hacer el álbum que me apetecía hacer, igual que había hecho en los inicios de este proyecto, porque al final es la única clave real que tengo. Cuando dicen, ¿cuál es la clave del éxito? Pues no lo sé, pero sí sé que lo que me ha llevado a conectar con la gente es mantenerme fiel a mí misma y eso es de lo que me encargo, siento que es mi única responsabilidad.

Las inseguridades están muy presentes en ‘Jesucrista Superstar’. En ‘Aprenderás’ habla incluso de «monetizar» las heridas.

Todo tiene una cara A y una cara B y el disco habla claramente de esto, de hecho, es dual, hay dos discos en uno. Mi motor para componer ha sido la dualidad, esta contradicción constante: la sensación de sentirme muy poderosa en algunos momentos, con muchas cosas que ofrecer, y de sentirme también muy insegura y sin encontrar mi voz en otros momentos. Al final son las dos cosas: ni soy una superheroína ni soy una persona que no tenga nada que decir, y desde este lugar me parece interesante hacer música y arte en general.

En este disco, el mensaje feminista de los inicios se mantiene, pero sin tanta rabia como en ‘Perra’.

Es cierto que al principio había una parte que necesitaba ser vista, como algo muy animal, una rabia que había acumulado con los años. Ahora que me he quitado la espinita de ciertas canciones y formas de decir, en este álbum he podido profundizar en otras voces que hay dentro de mí que quizá no gritan tanto, pero sigo sintiendo que son necesarias de decir.

¿La Jesucrista Superstar del título, con una combinación de espiritualidad y pop, la definen bien?

Sí, es esta dualidad: Jesucrista es esta parte más introspectiva y espiritual y el Superstar la parte exhibicionista, de expresar y conectar con la gente, que también es necesaria. Ambas forman parte de mí y del álbum. Obviamente, soy consciente de la connotación religiosa de Jesucrista y de que me he apoderado de ella desde la feminidad. Al final siempre hay ciertas dudas, pero cuanto más pasa el tiempo, más pienso que tiene mucho sentido haber escogido este título.

La religión tiene un punto de moda ahora mismo, con el nuevo disco de Rosalía, ‘Lux’, se ha vuelto un tema mediático.

Con Rosalía todo el mundo habla de ello, pero yo creo que cualquier artista busca respuestas y es natural que te topes con Dios, porque es una respuesta muy universal. Lo que es extraño es que no se hable más de ello, porque al final, cuando haces esta especie de búsqueda e intentas justificar tus vacíos existenciales, es normal que te topes con la fe y la espiritualidad. Es un tema en realidad muy recurrente, lo que pasa que quizá estéticamente ahora se le está dando una presencia diferente o está impactando por una serie de circunstancias sociales, aunque siempre ha estado allí.

Cualquier artista busca respuestas y es natural que te topes con Dios, porque es una respuesta muy universal

¿Cómo se traslada esta vertiente dual del disco al directo?

He trabajado con Enric Cambray, con quien coincidí en el Institut del Teatre hace muchísimos años, un hombre orquesta a quien admiro muchísimo. Ha sido una decisión muy acertada tenerlo como director de escena, porque al principio del proyecto yo dirigía e interpretaba, y es algo absolutamente esquizofrénico que no volveré a hacer nunca más. Él entiende muy bien los códigos del musical y este directo ve mucho de estas referencias. También hay una parte muy televisiva.

¿Siempre se planteó para grandes escenarios?

Teníamos claro que queríamos apostar por un gran show, ya que el álbum es extenso. Fue muy divertido poder jugar a lo grande y que después la gente conectara porque era un enigma, son unos códigos muy concretos y podían generar rechazo. Ver que la gente conectaba nos hizo muy felices.

¿Ha encontrado lo que venía a buscar cuando decidió volver a la música?

Sí. Una de las cosas que más ilusión me hace es que me ha pasado muy deprisa. Cuando acabé la gira anterior tenía ganas de parar, necesitaba reconectar y ahora tengo sed de más y pienso que es un buen indicador, prefiero quedarme con ganas de más que no llena. He aprendido muchas cosas, pero sobre todo he aprendido que siempre necesitaré estos espacios, que quizá a veces serán más largos o más cortos. El tiempo te hace entender las cosas, y a mí me gusta ir poco a poco.

Ahora tengo sed de más y pienso que es un buen indicador, prefiero quedarme con ganas de más que no llena

Después de Girona se va de gira a Latinoamérica. ¿Y después, qué?

No lo sé, ya lo veremos (ríe). Poco a poco y con buena letra.

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