ATLANTA (enviado especial).- Estaba llamada a ser la Generación Dorada del fútbol canadiense. La clasificación para una Copa del Mundo después de 36 años impulsaba ese reconocimiento. Canadá apareció como una selección seria y dispuesta a dar que hablar en Qatar 2022, tras la intrascendente participación en México 86, donde perdieron los tres partidos de la fase de grupos y dejaron el Mundial sin haber marcado un gol. Sin embargo, la experiencia en tierra qatarí fue decepcionante: tampoco sumó, aunque sí pudo anotar.
La desilusión produjo una implosión que terminó con la destitución del inglés John Herdman como director técnico. Luego de un breve interinato de Mauro Biello, con la Copa América casi encima, apareció el nuevo guía, el estadounidense Jesse Marsch, aquel que sucedió a Marcelo Bielsa en Leeds a principios de 2022 y salvó al equipo del descenso.
Sin perder tiempo, Marsch –la contratación más rutilante en la historia del fútbol canadiense- planificó su equipo para dos compromisos de un altísimo nivel de exigencia, los partidos amistosos ante Países Bajos y Francia. En el primero, disputado en Rotterdam, ofreció un rendimiento de mayor a menor y terminó vapuleado por los neerlandeses, tal como lo indica el resultado final: 0-4. En el segundo encuentro, en Burdeos, mostró un rendimiento más sólido y, si bien pasó algunos apuros frente al subcampeón del mundo, estuvo a la altura de las circunstancias y todo terminó en 0 a 0.
Dos partidos ante selecciones de primer nivel, como lo es Argentina, permitieron ver dos caras de Canadá, pero una misma intención. En el debe, la falta de poder ofensivo. Este jueves, en el imponente Mercedes Benz Stadium, los canadienses serán protagonistas de la apertura de la Copa América como primer rival de la selección campeona del mundo. Los de Jesse Marsch se entrenan en el predio de Atlanta United en Marietta, a media hora del centro de la ciudad. Allí, este domingo sufrieron un golpe inesperado, la baja por lesión de Junior Hoilett, veterano volante ofensivo con mucha experiencia en el fútbol inglés. Es cierto, no se lo presumía como titular, ya que solo jugó 20 minutos contra Países Bajos. Canadian Soccer, la federación, anunció el reemplazante: Joel Waterman, de 28 años, zaguero de Montreal FC.
Marsch propone un sistema de 4-4-2. El arco se lo disputan Dayne St. Clair y Maxime Crépeau, ambos con presente en la MLS. Es un equipo que jamás claudica en salir con la pelota al piso desde su área chica, aun en circunstancias de apremio; es muy raro que dividan con un pelotazo. Los centrales son Moise Bombito (Colorado Rapids) y el zurdo Derek Cornelius, interesante prospecto que juega en Malmo (Suecia). En defensa, los laterales son un punto débil. Por la derecha juega Alistair Johnston (Celtic, Escocia), disciplinado pero limitado; por la izquierda está su gran estrella, Alphonso Davies, del Bayern Munich, un tractor en la banda que suele dejar huecos en su afán de ir siempre hacia adelante. Si hay un tiro libre en la puerta del área rival, a Alphonso -confirmado como capitán del equipo- no le saca nadie la pelota.
La mitad de la cancha se la reparten el vicecapitán, Stephen Eustaquio -sangre portuguesa, bien posicional, un sabueso silencioso que siempre está bien ubicado para cortar y pasar- e Ismael Koné, nacido en Costa de Marfil e interesantísimo volante mixto. De gran despliegue, este joven de 22 años y que milita en Watford, de la segunda división inglesa, es el enlace entre defensa y ataque, gracias a su enorme despliegue y precisión; contra Francia tuvo espacios y claridad y fue la figura de Canadá. Eustaquio, líder por carácter de este equipo -compañero de Alan Varela en Porto-, es quien se encarga de la mayoría de las pelotas paradas y los tiros de esquina.
Por los costados tiene el desequilibrio. Sobre la izquierda, con perfil cambiado, se recuesta el platinado Liam Millar (24 años, Preston, de Inglaterra), cerebral y vertical, de buen tándem con Alphonso Davies. En la derecha está la máxima esperanza del fútbol canadiense, Tajon Buchanan, compañero de Lautaro Martínez en Inter, que se lo compró en enero a Brujas (Bélgica) por 7 millones de euros. Con 25 años, Buchanan -que fue titular en los tres partidos de Canadá en el Mundial de Qatar -donde llamó la atención de todos- sumó pocos minutos en el campeón de Italia. Es, potencialmente, le más desequilibrante en el mano a mano, como para que quien marque el lateral izquierdo de Argentina (Tagliafico o Acuña) lo tenga bien en cuenta.
Los dos de punta de Canadá tienen características bien diferentes. El más movedizo, retacón y habilidoso al estilo del Kun Agüero es Jonathan David, de 24 años y nacido en Brooklyn, Nueva York. Destacadísimo en la última temporada de la Ligue 1, donde hizo 19 goles para Lille y quedó como segundo en la tabla de artilleros detrás de Kylian Mbappé.
El delantero de referencia es Cyle Larin, de sangre jamaiquina pero que prefirió jugar para Canadá, país en el que nació. De gran porte (mide casi 1,90) y 29 años, tiene gran experiencia en el fútbol europeo: pasó por Besiktas (Turquía), Brujas (Bélgica) y Valladolid, antes de recalar en Mallorca, donde la última temporada hizo 7 goles en 42 partidos entre la liga y la Copa del Rey.
A diferencia de Argentina, que tiene varios futbolistas de primer nivel en cada puesto, Canadá no tiene un recambio a la altura. La mayoría juega en la MLS y los talentos que se foguean en las ligas de Europa representan menos de la mitad del plantel. Sin embargo, Marsch, un DT bien considerado en el mundillo futbolero, quiere imprimirle su personalidad. Un equipo sin complejos para jugar de igual a igual frente a las potencias. Lo demostró en los partidos ante Países Bajos y Francia. Discute la posesión, no se mete atrás y jamás resigna las intenciones de jugar en cualquier sector del campo.
Para Argentina, será una dura prueba para comenzar, en la que deberá sacar rédito de su jerarquía individual y colectiva. Para esta generación canadiense, la mejor de su historia en cuanto a potencial y proyección, es la gran oportunidad para hacer historia.