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Matthew Macfadyen saltó a la fama, dos décadas atrás, con su protagónico en Orgullo y prejuicio, la exitosa relectura del clásico de Jane Austen dirigida por Joe Wright. Desde aquel momento, los idealistas empedernidos lo adoptaron como un insuperable galán clásico de la nueva era. Sin embargo, Macfadyen lo tenía claro: no le interesaba descansar en los laureles de un rol cómodo para el que parecía haber nacido.
Con el correr del tiempo, otro tipo de libretos comenzaron a llegarle a este intérprete inglés ávido por explorar distintas facetas y una carrera versátil fue tomando forma. Hoy, a sus 49 años, el actor -que con el tiempo se volvió cada vez más consciente a la hora de elegir sus proyectos- demuestra que su talento logra moverse del drama a la comedia o la acción con total naturalidad.
Amado como el tan orgulloso como seductor Mr. Darcy y odiado como el torpemente abusivo Tom Wambsgans en Succession, el británico se siente listo para lucir un nuevo traje y aventurarse hacia el universo Marvel. Entusiasmado de interpretar a Mr. Paradox en Deadpool & Wolverine, que llega este jueves a los cines, Macfadyen conversó con LA NACIÓN sobre los desafíos de este nuevo proyecto.
—¿Cómo fue explorar el universo Marvel por primera vez?
—Fue realmente divertido. Fueron alrededor de 10 u 11 días de rodaje el año pasado, después tuvimos una huelga en el medio de la producción y eso fue raro porque tuvimos que frenar un tiempito en el medio del rodaje. Amé cada minuto del set, me encantó trabajar con el director Shawn Levy, con Ryan (Reynolds) y con Hugh (Jackman), que son, de verdad, muy divertidos.
—¿Te gustan este tipo de películas de acción?
—Sí, si son buenas sí. Creo que si solo se basan en las peleas y en los efectos especiales pero no tienen corazón, no alcanza. Se necesita humanidad, una historia que conmueva detrás de todo eso; si no, uno corre el riesgo de que sean estancos vacíos. Creo que lo que funciona muy bien de Deadpool & Wolverine es que ante todo es una historia sobre la amistad. Se basa en dos personajes que tienen animalidad pero también un vínculo de amistad. Nunca deja de ser una historia, gloriosa, sobre dos compañeros compinches. Tal vez tiene que ver con que Hugh (Jackman) y Ryan (Reynolds) son excelentes actores y también amigos en la vida real. Es una película que funciona bien porque tiene corazón; y además de estar repleta de acción, está repleta de diversión. Las peleas son desopilantes, espectaculares, hilarantes.
—¿Qué nos podés adelantar de tu personaje?
—Mr. Paradox trabaja para TVA (Autoridad de Variación Temporal), es parte del liderazgo burocrático y la gerencia media de la organización y controla las líneas de tiempo en el multiverso. Es un manager de segunda línea; eso le da un poco de bronca y frustración. No tuve mucha preparación para interpretarlo, solo leí las líneas y me propuse divertirme y que sea lo mejor. Fue realmente divertido, sobre todo porque el guion es excelente. ¡El set es increíble, todo se ve muy real! Todo está hecho para que agarres cualquier cosa que necesites y puedas interpretar lo mejor posible a tu personaje. Trabajar con Ryan (Reynolds) es superlativo, el desafío es estar a su altura. Es hermoso trabajar con gente tan talentosa.
—¿Sentís que esta participación en Marvel puede significar un nuevo giro en tu carrera?
—¡Espero que sí! El trabajo del actor es como lanzarse sin red, recién después de que se estrena la producción y entra en contacto con el público podés ver qué tal fue todo.
—Orgullo y prejuicio se estrenó hace 20 años y la gente te sigue reconociendo como Mr. Darcy. ¿Cómo se siente interpretar un personaje que marcó tanto tu carrera y que dos décadas después la gente sigue recordando?
—Se siente genial. Es increíble ser parte de una historia clásica, de una producción que supo sostener a lo largo de los años el interés, el afecto y el entusiasmo del público. Me siento realmente muy halagado de saber que la gente todavía me sigue reconociendo como Mr. Darcy ¡Fue hace 20 años! Yo era 20 años más joven, es realmente lindo cuando sucede algo así.
—Después del éxito de Orgullo y prejuicio, ¿tuviste miedo de ser encasillado como héroe romántico?
—La verdad es que uno como actor quiere explorar la mayor cantidad de personajes y matices posibles, abrir el abanico y no encorsetarse. Por ahí a algunos actores les gusta hacer un solo tipo de personajes, pero a mí no. A mí me gusta hacer la mayor cantidad de personajes distintos posibles. Lo que pasa es que si interpretás bien un tipo de papel es probable que te llamen continuamente para hacer cosas similares… Creo que ahí es cuando uno como actor tiene que ser cuidadoso, si es que podés, a veces no podés elegir porque necesitás trabajar. Por suerte, ahora estoy en un momento de mi carrera en el que puedo elegir y realmente me gusta tener variedad en los personajes que me toca interpretar.
—Interpretaste a Tom Wambsgans en Succession, un personaje despiadado y lleno de matices por el que recibiste un Emmy a mejor actor de reparto ¿Nunca te tentó juzgar a tus personajes?
—Nunca conviene juzgar a tus personajes. El oficio del actor consiste en ponerte siempre en los zapatos del otro. Es un trabajo que se trata, sobre todo, de la empatía. Simplemente no te sirve juzgar a tus personajes; no es interesante y va a ir en contra de tu trabajo. El actor solo tiene que hacer lo que el personaje hace, sin más. Es un trabajo artesanal: cada pequeña acción del personaje se completa con el resto de la historia, si hay prejuicios ese proceso se contamina.
—La sociedad todo el tiempo juzga lo que está bien y lo que está mal… ¿Realmente lográs trascender eso?
—En la actuación, en general, cuanto más malo, más divertido. La mayoría de las veces el personaje de Tom en Succession era alguien siniestro, pero otra gran cantidad de veces simplemente estaba haciendo lo mejor que podía. Es parte de ser un humano: incluso la gente más malvada y diabólica cree que está haciendo lo correcto y que está del lado del bien.
—El cine tiene la capacidad de trasladar a los espectadores a nuevos mundos…
—Sí, me siento muy bien de poder hacer eso. Realmente amo lo que hago. Me encanta tener la oportunidad de contar historias. Me encanta ver en el cine o en la televisión historias que me hagan sentir que no estoy solo, historias que me den nuevas perspectivas sobre lo que pasa en el mundo y sobre el comportamiento de las personas. Ese es el sentido del cine, de las películas. Poder ser parte de esas historias me encanta, tiene que ver con la esencia de la humanidad.
“Hay momentos en los que anhelo continuidad y estabilidad, pero también me encanta la idea de no saber lo que voy a hacer a continuación, o incluso si voy a trabajar. La seguridad viene, como actor, al saber que no tenés el control. Si intentás controlar tu carrera, o cómo la gente te percibe, serás infeliz porque la vida no funciona así. Mucho es suerte, así que es mucho mejor dejarse llevar. Siempre será así, hasta que no pueda recordar las líneas”, admite este artista que año a año demuestra que no conoce de límites o de etiquetas.