Dicen que «todo lo que sube, indefectiblemente baja» y algo por el estilo fue lo que le sucedió a la moda de los patitos amarillos que, en general, se colocaban en la cabeza, más conocidos como los «Patitos Kawaii».
Llegaron a venderse a más de $2000 cada uno y ahora se consiguen por tan solo $150. Del furor a caer en desgracia, en poco más de tres meses. Un furor esfímero.
En un abrir y cerrar de ojos, los patitos invadieron Buenos Aires y luego se expandieron al resto del país. Era habitual ver a niños, adolescentes y hasta adultos, pasear con esos accesorios en su cabeza. Se los vio solitos, sin accesorios; también había con florcitas o con un birrete; lookeados como souvenirs de egresados; y hasta con banderas de Argentina.
Los chicos y chicas se desesperaban por tenerlos, algunos -la mayoría- lo usaban como hebilla en el cabello, otros como accesorios en la ropa, bolsos y hasta en zapatillas. Como toda moda, tuvo su punto máximo de éxito y luego empezó el declive. Eso se reflejó en una caída estrepitosa de las ventas. Lo llamativo es lo rápido que la gente perdió su interés por los patitos amarillos.
El precio que llegó a superar los $1.500 y en algunas zonas escaló hasta los $2.000, comenzó a bajar progresivamente. Con el correr de las semanas, pasó a valer $1.000, o se vendían 2×1 a $2000.
Luego bajó a $800, $600 y llegó a los $400. Cuando parecía que ya había tocado fondo y su precio no se podía hundir más, volvió a caer. Bajó a $350 y también, $290, pero no se detuvo.
Varios locales de Once, zona donde se consiguen al por mayor, tienen carteles enormes con la leyenda “Liquido patitos”. Algunos todavía los venden a $290 al por menor, pero en muchos locales se consigue a los patitos con gancho y florcita en la cabeza a $200 para compras por menor. Los egresados con birrete ya bajaron a $250. Pero los lisos que sólo traen la hebilla valen $150 cada uno, si se compra una bolsa de 100 unidades.
Esa tendencia que fue furor en Argentina y otros países, como Perú, Brasil o México, ahora transita el ocaso, y los que apostaron a comprar patitos, entusiasmados por el éxito, no saben cómo liquidarlos y recuperar lo invertido.
De Asia al resto del mundo
Poco se sabe de esta moda. Todo comenzó en Asia y se exportó al mundo. En América, comenzó por Brasil, siguió por Ecuador y Perú y más tarde a México y Argentina. Las teorías sugieren que su popularidad puede estar vinculada a influencias culturales de Japón, especialmente del animé, donde los personajes a menudo llevan objetos en la cabeza.
También, hay quienes dicen que estos juguetes tuvieron su origen en el ambiente artístico de Países Bajos, vinculados específicamente a la admiración al artista holandés Florentijn Hofman, famoso por sus monumentales representaciones de patos amarillos en distintas ciudades del mundo.
En tanto, otros sostienen que su uso, más allá de la procedencia, trae buena suerte y alegría. Aseguran que el color amarillo en Asia significa “felicidad, energía y positividad”.
Lo cierto es que los patitos kawaii se volvieron tendencia en muchos países y las redes sociales como Instagram y TikTok se encargaron de viralizarlos.