Un grupo de arqueólogos halló un misterioso túnel a las afueras de Varsovia, en Polonia, y especularon que sería de origen masónico. Lo cierto es que, a medida que avanzaron con la investigación, descubrieron que se trataba de una cañería del siglo XVII, la cual, entre otras cosas, estaba repleta de tesoros.
La Oficina de Conservación de Monumentos de la capital polaca anunció el hallazgo de este importante conducto que circunda parte del subsuelo de la ciudad. Lo que aparentó ser una construcción con un fin místico, terminó por ser el canal que proveía de agua a uno de los castillos de la Edad Media que se edificaron en las inmediaciones de la vieja urbe.
Según informaron oficialmente, el sitio se encuentra en Gucin Gaj. El corredor subterráneo semicircular mide 63 metros de largo y está dentro del complejo histórico local. En una segunda etapa, se ingresará a una de las alas laterales colindantes con la iglesia de San Pedro. Para maravilla de los expertos, sobrevivió a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y permaneció intacto por más de 70 años.
Estas cañerías conducían al palacio en Wilanów, al que perteneció parte del complejo actual, sin embargo, no sobrevivió a los ataques bélicos. A pesar de que se conocía la existencia de este corredor, nunca antes nadie había ingresado en lo que va del siglo XXI. Por ello, en 2021 se realizó un escáner en 3D de toda la construcción.
Según los datos históricos, en el siglo XIX, el ingreso al mismo se modificó, por lo que una parte contiene materiales más nuevos. “La mayor sorpresa fue el fragmento desenterrado de una pared de ladrillos con un escalón, que probablemente sea un elemento de la entrada original al corredor”, destacó la oficina de conservación. Asimismo, recuperaron monedas de plata propias de ese entonces.
Este conducto tuvo un fin primordial para abastecer de agua pura a los habitantes del palacio. Los arqueólogos especularon en un comienzo que este túnel se creó como vía de escape o un camino masónico hacia un lugar secreto, cosa que no sucedió.
La estructura se levantó en el siglo XVII y funcionó como una cisterna que recogía el agua de lluvia y la proporcionaba directamente al rey Juan Sobieski III. Según los planos y otros datos de la Alta Edad Media, este palacio se erigió después de las mega cañería.
El monarca decidió explícitamente, según rezan las cartas del arquitecto artífice del palacio, Augustyn Locci, que quería tenía conciencia de las fuentes de agua potable que circundaban su residencia, pero que estaban a una distancia prolongada. Además de proveer de este recurso vital a todos en el castillo, el objetivo fue el de mantener los jardines verdes y frondosos.
Incluso, en invierno, aquella zona subterránea se congelaba, por este motivo se cortaban bloques de hielo que se conservaban en los laterales del túnel para utilizarlo como heladera. Con este fin, guardaban desde carne a otros tipos de alimentos que necesitaban del frío para no pudrirse.
En 1989, se desempolvó un documento con el título de “tumba masónica” en el que se aclaraba que aquella residencia monárquica se vendió a Stanisław Kostka Potocki, quien a mediados del 1800 refaccionó parte de las cañerías y debido a su vínculo con los masones les ofreció cobijo allí. Sin embargo, esto nunca se comprobó (aunque perduró el mito de ser una catacumba masónica repleta de esqueletos).
Este hallazgo se logró gracias al trabajo conjunto de la Universidad Cardenal Stefan Wyszyński y de la Oficina de Conservación de Monumentos de Varsovia. Se espera que la expedición dentro de él continúe por lo que resta del año, antes de que inicie el invierno en europeo.
LA NACION