miércoles, 15 enero, 2025
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Combatir el delito sin injerencia política

La Municipalidad de Villa Allende viene enredada en una controversia de fuerte impacto político y vecinal, a raíz del proyecto tendiente a cerrar con portones algunas calles durante la noche en la batalla contra la delincuencia.

Para ser menos drásticos, algunos hablan de “enrejar” y “vallar” arterias secundarias. Aunque lo más discutible radica en la intención oficial de prohibir la circulación de personas durante la noche.

Una medida a todas luces polémica, que, tanto en esa ciudad de las Sierras Chicas, como en el paraje más recóndito del mundo podría ser descrita como una especie de toque de queda, bastante difícil de explicar y de sostener en una sociedad democrática en la que se promueve el derecho a la libre circulación.

El impulsor de la iniciativa es el intendente de Villa Allende, Pablo Cornet, quien llegó al cargo tras imponerse en las elecciones de 2023 con el sello del PRO. La idea tenía que ser debatida y eventualmente aprobada por el Concejo Deliberante local, pero, como es habitual en temas de tan profundo interés ciudadano, la política se interpuso, y habrá que esperar un tiempo más para ver cómo se resuelve la cuestión.

Sucede que días atrás se hizo presente en Villa Allende la diputada nacional por la Libertad Avanza Lilia Lemoine. La visita tenía como eje expresar su repulsa por el cierre nocturno de algunas calles

Lo polémico de las declaraciones de Lemoine fue que comparó a Cornet con el dictador venezolano Nicolás Maduro. “Este martes se va a votar un proyecto ‘castrochavista’ en Villa Allende”, afirmó la legisladora durante un acto que, según testigos, reunió sólo a un puñado de personas.

“¿Quién sos?¿Maduro?”, le espetó Lemoine a Cornet. Pese a su empeño por la singular batalla contra el delito urbano, el jefe municipal tuvo que dar marcha atrás y postergar el tratamiento del espinoso asunto hasta marzo; siempre y cuando no se multipliquen las presiones libertarias que terminen por darlo de baja.

Para agregar más combustible al diferendo, se sabe que otros municipios del Gran Córdoba pusieron el grito en el cielo en el entendimiento de que, cerrado el acceso a determinadas calles, los delincuentes migrarán a otras zonas con menos obstáculos, y de ese modo se extendería el problema de la inseguridad y se infundiría más miedo en una sociedad indefensa y desprotegida.

No es novedoso que detrás de estos vaivenes hay un entramado crucial que debe ser motivo de un profundo análisis. ¿No es acaso la Policía la que debe velar por la seguridad colectiva? ¿O habrá que admitir que la fuerza ha sido sobrepasada por la delincuencia y que los espacios públicos tendrán que imitar aquello que la enorme mayoría de los cordobeses optó como resguardo hace muchos años? Es decir enrejar frentes y ventanas. Vivir entre rejas.

Una aceitada política de seguridad podría persuadir que las vallas y portones no son la única solución.

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