Moody’s Ratings, una de las calificadoras de riesgo más importantes del mundo, brindó su perspectiva sobre las principales variables que siguen de cerca los inversores, tanto locales como internacionales. Además, incluyó el déficit fiscal, la actividad económica y la inflación. En este contexto, estimó un crecimiento del 3% para el país, posicionándolo como una de las economías con mejor desempeño desde la pandemia, aunque advirtió sobre la situación de las reservas internacionales.
En relación con la deuda argentina, la calificadora señaló que la implementación de políticas dirigidas a reducir los riesgos de liquidez y los grandes desequilibrios macroeconómicos «marcaría una diferencia significativa entre los países soberanos con calificaciones bajas, aquellos que están ubicados en la categoría Caa o que han logrado superarla». En este sentido, reafirmaron la calificación del país en Ca estable, aunque le dedicaron un fragmento a destacar las mejoras macroeconómicas que llevó adelante Javier Milei. Entre ellas, destaca el superávit primario y el freno a la inflación.
«Los desequilibrios macroeconómicos heredados por el gobierno anterior eran significativamente altos, por lo que su corrección llevará tiempo», anticipó Moody’s. Sin embargo, con respecto a la política cambiaria, señaló que, si bien se redujo la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, «las reservas limitadas siguen siendo una restricción crucial para garantizar el pago de la deuda durante 2025-2026″. Por esta razón, a pesar de la mejora en la calificación de la deuda local, persiste un riesgo latente.
PBI y actividad económica: qué se espera, según la proyección de la consultora
Con respecto al equilibrio fiscal, Moody’s proyecta un déficit fiscal del 1% del PBI en 2025 y la brecha entre el balance primario estabilizador de la deuda y el balance primario es de 34 pp.
Finalmente, destaca que Argentina, Brasil y Uruguay, «estarán entre las economías que tendrán un mejor desempeño que su tendencia anterior a la pandemia, y Argentina mostrará una mejora sustancial tras la contracción de la actividad durante 2023-2024″.
Las perspectivas de Moody´s para América Latina y el Caribe
Según la calificadora de riesgo, las instituciones normativas seguirán respaldando los perfiles crediticios. «Nuestra evaluación general de la calidad institucional en América Latina es relativamente baja, lo que refleja un control débil de la corrupción y el Estado de derecho. Sin embargo, en el caso de los soberanos calificados en Baa, los controles y equilibrios seguirán impidiendo la mayoría de los cambios radicales de políticas, con acuerdos de política institucional que les permitan a las autoridades gestionar shocks locales y externos», señalaron.
Además, enfatizaron que las reformas recientes les traerán beneficios financieros a los gobiernos calificados en Ba, pero se necesitarían más avances para reforzar los perfiles soberanos. Para los gobiernos calificados en Caa, las constantes presiones de liquidez y los grandes desequilibrios macroeconómicos seguirán siendo las principales restricciones crediticias.
En materia fiscal, señalaron que el espacio fiscal es limitado a pesar de la estabilización de los indicadores de deuda pública. «Los esfuerzos de consolidación fiscal ayudarán a estabilizar la carga de la deuda en toda la región. Aun así, la asequibilidad de la deuda seguirá siendo una limitación, ya que la relación intereses/ingresos superará la de sus pares debido a los bajos ingresos y a los altos costos de endeudamiento«, resaltaron.
Según el punto de vista de la empresa, la rigidez del gasto como reflejo del aumento de los gastos obligatorios y las altas cargas de intereses limitará la capacidad de los gobiernos para responder a las persistentes demandas sociales y los riesgos climáticos.
Asimismo, recordaron que la dinámica de la inversión es clave para lograr un crecimiento sostenido. Con una mediana de la tasa de crecimiento del 3.0% en 2025, creen que la mayoría de los países crecerán a tasas similares a las observadas el año pasado. «La evolución de la inversión con respecto al producto interno bruto (PIB), que tiende a ser más baja que en otras regiones emergentes, diferenciará la dinámica del crecimiento entre los países en los próximos años», advirtieron.
También consideraron que los próximos cambios de políticas en Estados Unidos incrementarán la incertidumbre. «La región enfrentará cambios potencialmente disruptivos en las políticas comerciales e inmigratorias, la dinámica geopolítica entre Estados Unidos y China y la volatilidad de los mercados financieros cuando Donald Trump comience su segundo mandato como presidente de EEUU. Se espera que las economías de México y Centroamérica estén más expuestas a posibles aranceles comerciales y cambios en las políticas inmigratorias», aseguraron.
Por último, señalaron que podría haber presiones negativas generadas por un empeoramiento de las condiciones financieras que contribuya a un mayor deterioro de la asequibilidad de la deuda y reduzca el espacio fiscal, o por estallidos políticos o crecientes tensiones sociales que limiten el impulso de las reformas en la región. «Las políticas que aborden las restricciones estructurales al crecimiento y la inversión serían positivas desde el punto de vista crediticio», concluyeron.