sábado, 22 febrero, 2025
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El crimen organizado se instala en cárceles y calles de España por encima de las estadísticas oficiales

Pasó el tiempo en el que el menudeo de drogas en prisión se basaba en tratos individuales entre quien tenía familia fuera que le trajera mercancía y pequeños grupos de clientes en el módulo. Se ha sofisticado y reglado ese micromercado bajo brutal autoridad mafiosa. Un gangster serbio condenado por graves delitos se hace con el control sobre la base de una ley: “La droga me la vendes a mí, solo a mí y al precio que yo te diga”. El camello español o marroquí ya sabe lo que pasa si no acepta.

El monopolista serbio distribuye después chinas de hachís, papelinas, pastillas, los tranquilizantes prescritos por el psiquiatra… a través de presos kosovares y albaneses. En prisión se olvidan los rencores de las guerras balcánicas. Con militar disciplina, los albaneses compran deuda; el líder mafioso externaliza el cobro como un negocio más. Quien no paga puede aparecer con los huesos de la cara rotos de un puñetazo. No se ha caído en la ducha, como dirá en el patio; es un primer aviso.

Ocurre en una gran prisión de Andalucía, y en muchas otras grandes cárceles españolas, aseguran funcionarios penitenciarios. Las normas de las mafias en las calles se trasladan intramuros a medida que el crimen organizado va nutriendo la población presidiaria. Según la estadística de Instituciones Penitenciarias (datos de diciembre de 2023 ) hay solo 295 presos en España por delincuencia organizada, de un total de 56,698 cumplicando condena. La proporción no es real, aseveran fuentes profesionales de las prisiones. Comparten la opinión fiscales antidroga del sur, que reclaman que el tráfico de drogas se enfoque como delincuencia organizada, lo cual llevaría a instrucciones más complejas en la Audiencia Nacional, y no en desbordadas audiencias provinciales.

Enrada de agentes de la guardia civil en una casa de una red turca de narcos en Sevilla, en junio de 2024 / IGAT

El crimen organizado absorbe buena parte de las energías de las Fuerzas de Seguridad; es la principal amenaza para la seguridad interna de España, según se viene desprendiendo de las memorias de la Fiscalía. Y España comparte esta aflición con Suecia, Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania e Italia.. Son los países que forman la Coalición contra el Crimen Organizado, cuyos ministros de Justicia e Interior se reunen este viernes en Cádiz con el el español Fernando Grande-Marlaska como anfitrión.

Siete ramas

Los especialistas de Europol tienen identificadas siete ramas principales de delincuencia organizada en Europa: las bandas italianas de camorristas que eclipsaron a la Mafia y a los marselleses, la Mocro Maffia que se expande desde los muelles de Rotterdam y Amsterdam, las redes balcánicas surgidas tras las guerras de la ex Yugoslavia, las tramas de proveedores marroquís y clientes europeos de la droga del Estrecho, los narcos de carteles americanos, los Foxtrot y bandas rivales escandinavas que se enseñorean de barrios en Suecia y los grupos rusos, georgianos y bielorrusos de la alta delincuencia internacional.

Muestran «una violencia a los que no estamos acostumbrados nosotros, ni tampoco los delincuentes españoles y marroquís a los que están desplazando”, advierte un mando de la Guardia Civil en lo que llama «frente sur». En las reuniones de Justicia e Interior de la UE se certifica el principal riesgo asociado: la permeabilización de las economías en las que actúan, como hiedra, hasta hacer depender del delito los medios de vida de mucha población.

“El que te vende droga, el que te roba el reloj, el que marca un chalet para que lo asalten… ¿no forman parte de redes? ¡Pero si ya hasta el que te pide limosna está en alguna organización!”, comenta un funcionario de prisiones

La franja de delitos en los que incurren es la más ancha: tráficos ilícitos, blanqueo, corrupción de funcionarios, trata de seres humanos, extorsión, robo con fuerza de viviendas y negocios, secuestro y asesinato. El crimen organizado hace metástasis en todo el Código Penal. “¿Qué no es delincuencia organizada hoy en día? El que te vende droga en una esquina, el que te roba el reloj, el que marca un chalet para que otros lo asalten… ¿no forman parte de redes? ¡Pero si ya hasta el que te pide limosna está en alguna organización!”, comenta un mando andaluz de las prisiones.

Pero ni aquí ni en Europa la estadística penitenciaria refleja esa expansión. En España la razón, explican fuentes penitenciarias, es la incomunicación entre instituciones. A menudo ingresan los presos con una mera indicación del delito por el que fueron condenados o encerrados preventivamente. “Te pone en el mandamiento judicial: ‘Prisión provisional comunicada’, sin más; o ‘contra la salud pública’, o ‘robo con fuerza’. El tribunal sentenciador no es el que le ha investigado. Casi nunca viene el auto de prisión, un documento en el que se expliquen las circunstancias. Para poder clasificar correctamente en el centro, a veces tenemos que investigar por nuestra cuenta”, lamenta un veterano funcionario. Solo si en la documentación del ingreso figura “delincuencia organizada”, el preso pasará a la estadística oficial de esa franja penal y será clasificado como un FIES 2. Las siglas son las del Fichero de Internos de Especial Seguimiento. Algunos en esos listados son asesinos o autores de violentas reyertas, sin que quede constancia de si atacadon como sicarios, mandados por una jerarquía.

Cifras

No es posible saber cuántos de los miles de presos por narcotráfico o delitos violentos son integrantes de organizaciones y, por tanto, se hace aconsejable su dispersión dentro de la cárcel o entre cárceles distintas para que no sigan delinquiendo desde el penal.

España sigue siendo uno de los países más seguros del mundo, con un índice de 41 delitos por 1.000 habitantes, según el reciente Balance de Criminalidad 2024 del Ministerio del Interior. Pero el mismo organismo que refleja una atenuación del 0,3% en las infracciones penales en 2024 ha elegido Cádiz para albergar a la Coalición contra el Crimen Organizado, junto al Campo de Gibraltar, una de las áreas enfermas de Europa.

La concentración de delitos en una zona concreta es síntoma principal de delincuencia organizada. Es el caso del Plan Gibraltar, con 12.068 operaciones policiales y 5.911 detenidos de redes de narcos en 2024.

La punta sur es ejemplo de permeabilización de la delincuencia organizada en la sociedad que la alberga. “En Algeciras es difícil que no encuentres por la calle a un miembro de algún clan. Tiene tal nivel de delincuencia que allí muy poca gente no conoce a alguien que ha estado en prisión, que está en prisión o que va a estar en prisión algún día”, resume un funcionario de la cárcel de Botafuegos.

Es una característica del crimen con raíces locales. Un artículo en Cuadernos de Política Criminal de Salvador Berdún, criminólogo, funcionario penitenciario y director del Centro de Estudios de ACAIP, sindicato mayoritario en las prisiones, incide en que la delincuencia organizada española “se basa sobre todo en clanes familiares con una gran cohesión y por otro lado se concentra en determinadas áreas geográficas de las ciudades y sus periferias”, como “el Campo de Gibraltar, la Costa del Sol en Málaga, Galicia y ciertas zonas de Granada capital”.

Ahí, “una parte significativa de la población transitan de la prisión a sus vecindarios de forma habitual, como ocurre en ciertas zonas de Estados Unidos o Iberoamérica. Esos vecindarios constituyen una ‘zona segura’ en la que la población simpatiza en un porcentaje importante con estos grupos delictivos”.

Ojo con Marbella

Hay otra tipologìa en zonas donde los clanes familiares son desplazados por redes de extranjeros. En Marbella, los escoltas sirios que antes se enseñoreaban de Puerto Banús protegiendo a parientes de Hafed el Asad, las comitivas de millonarios saudís, los nuevos ricos rusos que llegaron tras ellos… han comenzado a ser menos. Desaparecen joyerías de la zona glamurosa de Ricardo Soriano y aparecen casas de juego y kebabs, para espanto de los amantes del lujo de otras épocas.

Llega un estilo provocador y reguetonero a las terrazas, testosterona que se desborda en carreras nocturnas de coches deportivos de lujo alquilados esa misma mañana a precio de oro. “Últimamente da miedo salir muy tarde, o que tus hijos se vayan de fiesta, porque hay por ahí tíos de 31 años que entrenan en deportes de pelea, que tienen mucho dinero en las manos y que, si no se pegan entre ellos, te van a buscar a ti”, describe un abogado que antes era habitual de las noches marbellís.

Entre esos nuevos visitantes tan poco discretos hay marroquís… provenientes de los Países Bajos, séquito quizá de una rama de la Mocro Maffia en España que aún no confirman las fuentes policiales oficiales.

Capilares

El penal gaditano de Puerto, la cárcel algecireña de Botafuegos, la malagueña de Alhaurín, la madrileña de Soto del Real y el complejo catalán de Brians son los principales lugares de reclusión de mafiosos. El preso integrado en mafias no suele dar problemas de comportamiento, pero sigue su actividad. Desde las prisiones se las ingenian para comunicar con el exterior a través del mercado interno de móviles, o metiendo cartas en los sobres de otros presos, o comprando cupos de llamadas… Controlan el mercado interno de drogas, 90% de hachís, a cinco euros la china o “postura”, que se cobran en paquetes de tabaco, o por Bizum.

Es difícil atajar la capilaridad del crimen organizado, entre otras razones por su clandestinidad. A otro funcionario de un centro penitenciario principal, vigilando el patio le preguntó no hace mucho un preso miembro de un famoso clan de delincuentes de la ciudad: “¿Cuánto por un móvil?”. El funcionario rechazó su propuesta. De esos intentos de soborno no se informa: “¿Tú crees que voy a hacer una nota, que eso vaya al juez y que me vea yo solo en un juicio rodeado de los de su clan?”.

No merece la pena. Es el abono de las tentaciones de esta delincuencia, tantas veces irresistibles, viejas como el mundo. Oye un colega contar este caso y tercia: “A mí Sito Miñanco -histórico narcotraficante– me preguntó: ‘¿Es usted gallego? Porque yo tengo un pazo… Oiga, está a su disposición ¿eh?’

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