Un peronismo en estado de ebullición. O de crisis. Elija usted, lector, lectora, el término. Para el caso es lo mismo. El justicialismo actual parece astillarse cada vez más.
En el pasado reciente está la desastrosa experiencia de gobierno del Frente de Todos. Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa aparecen cómo símbolos de ese fracaso que, ajuste mediante, sirvió de camino al poder para Javier Milei, ese desbocado vocero del gran empresariado.
Más acá en el tiempo está la parálisis del propio peronismo ante el ajuste feroz que viene lanzando desde hace año y pico La Libertad Avanza. Una parálisis que tiene mucho que ver una estrategia política. Más allá de sus muchas diferencias internas, las distintas alas de ese movimiento político apuestan al desgaste de la gestión mileísta para retornar por la vía electoral en 2027, 2031 o cuando la crisis social lo imponga.
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En ese marco, la dirigencia sindical peronista juega un papel esencial a la hora de contener la bronca contra el Gobierno del ajuste. Amarrados a sus cómodos sillones de burócratas, los hombres de la CGT dejan pasar despidos, pérdida del salario o ataques privatistas. Hay, a lo sumo, tuits, declaraciones y opiniones en las radios. Nada más que eso.
Pero los problemas no terminan ahí. El fin de semana que pasó, Axel Kicillof lanzó un espacio político propio. Bajo el nombre de “Movimiento al futuro”, agrupa intendentes bonaerenses, diputados nacionales y provinciales, así como dirigentes sindicales y sociales que, sin consulta alguna con sus afiliados, decidieron dar el apoyo al actual gobernador.
Un dato que no debería pasar desapercibido es que la misma burocracia sindical que le da una tregua duradera a Milei puso su firma de apoyo a Kicillof. El documento de lanzamiento de “Movimiento al futuro” cuenta las adhesiones de los tres cosecretarios generales de la CGT: Héctor Daer, Carlos Acuña y Octavio Argüello. También sumaron su apoyo Hugo Moyano(Camioneros), Juan Carlos Schmid (CATT) y Abel Furlán (UOM), entre otros.
La respuesta del kirchnerismo al lanzamiento de Kicillof no fue oficial. Pero el malestar creció y recorrió redes sociales y teléfonos. El temor crece, al mismo tiempo, por la posibilidad de un eventual desdoblamiento electoral en PBA, que perjudicaría más que nada al espacio que encabeza Cristina Kirchner.
En ese mar de tensiones, este lunes tuvo lugar la primera reunión del Partido Justicialista presidido por Cristina Kirchner. Hay que recordar que la exvicepresidenta de la Nación asumió ese cargo partidario el 11 de diciembre, hace más de dos meses, en los cuáles no cesaron, sino que se agravaron los ataques del Gobierno contra las mayorías trabajadoras y el pueblo pobre.
Uno hubiera esperado algún llamado a la acción o algo similar. No hubo nada que se le parezca. Se dedicaron a repartirse las secretarías partidarias. El resto de las resoluciones informadas por la cuenta oficial del PJ –y difundidas por la propia Cristina Kirchner- resultan una completa formalidad, sin incidencia en la escena política.
Cristina Kirchner tiene cada vez más límites para intentar un cierto orden dentro del peronismo. Este mismo martes, en declaraciones radiales, la diputada nacional Victoria Tolosa Paz, alineada con Kicillof, dijo que “hay una etapa cerrada en la conducción de Cristina hacia el conjunto del movimiento”. Contundente.
Esa misma crisis se ve por estas horas en el Congreso Nacional, donde el peronismo quedó completamente dividido en la votación por la suspensión de las PASO. Allí, una fracción significativa de diputados y senadores dio aval al pedido del Gobierno, dándole un triunfo parlamentario en su peor momento político.
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En ese territorio, hace pocos días, el interbloque de Unión por la Patria en el Senado le dio los votos a La Libertad Avanza para aprobar la repudiada Ley de Reiterancia, que es promovida por Patricia Bullrich. La votación fue distinta y opuesta a lo ocurrido en Diputados, donde el mismo espacio votó en contra. El sitio LPO, citando fuentes legislativas con las que habló, reseña que “hubo bronca con Cristina Kirchner”, por haber avalado esa votación en la Cámara alta.
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La crisis del peronismo se profundiza. De fondo está una estrategia política global que propone al Estado como regulador de las ganancias y el poder del gran capital. Esa estrategia fracasó bajo el Gobierno del Frente de Todos y explica por qué hoy el peronismo no puede ofrecer un programa sustancialmente distinto del que lleva adelante Milei. Sus propuestas son, a lo sumo, variantes moderadas de un ajuste feroz que exige el empresariado. Ahí no hay diferencias entre Kicillof y Cristina Kirchner.