domingo, 29 junio, 2025
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Se encendieron luces amarillas en el tablero económico

Cuando observamos el tablero de un auto, no nos llama la atención cuando está todo bien, sino que nuestros ojos se dirigen al indicador que se enciende sorpresivamente. Hay que cargar nafta, controlar el nivel de aceite o, en los más modernos, cuando superamos la velocidad indicada en los carteles.

De igual modo, estos últimos días se encendieron indicadores en el tablero económico del Gobierno nacional.

Tal vez el indicador que más ruido hizo fue el nivel de desempleo, ya que el 7,9% informado marca un aumento de 1,5% contra el último trimestre de 2024, y en el caso del Gran Córdoba llegó a un preocupante 9,2%.

Veníamos observando con especial atención que los economistas incluidos en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), más precisamente para el Top 10 -los que más acertaron anteriormente- la tasa de desempleo se habría ubicado también en 7% y esperan una tasa de 6,5% en el último trimestre de 2025. Suponen que el crecimiento de la economía llevaría a una baja del desempleo a final del año (pronostican un crecimiento de 5,2%).

La otra luz amarilla encendida fue la caída de las exportaciones de 7,4% en mayo. Este mes fue el históricamente más alto en el país en materia de ventas externas.

Si llevamos el análisis a los primeros cinco meses, las exportaciones crecieron sólo 2,6% contra un aumento de 34,3% de las importaciones.

El saldo comercial en los primeros cinco meses fue de U$S 1.883 millones, una cifra exigua. Para noviembre, se estima que el monto de importaciones igualará al de exportaciones.

Dentro de las exportaciones, hay dos noticias que llaman la atención:

1. La caída de las ventas de productos primarios.

2. El escaso aumento de las manufacturas de origen agropecuario (MOA), de 0,2% desde enero a mayo.

En las importaciones, hay otras noticias por considerar:

a) El aumento de 69% en las compras de bienes de capital tanto de nuevos como usados significa que se está aprovechando el dólar barato para capitalizar, mejorar máquinas y maquinaria. También la suba de compras desde Alemania refleja la llegada de máquinas y autos desde ese origen.

b) Los autos se convirtieron en el producto más importado por Argentina. El centro de Investigaciones Cien indicó que se importaron U$S 1.940 millones, en un 80% procedente de Brasil, 5% de México y otro 5% desde China.

c) La importación por vía courier (puerta a puerta) aumentó 174%, y ya representan U$S 45 millones al mes.

Ilustración Eric Zampieri.

¿Qué dicen los analistas del REM respecto a la balanza comercial? En cuanto al comercio exterior de bienes, proyectaron para 2025 que las exportaciones serán U$S 82.761 millones y las importaciones U$S 75 mil millones, considerando un aumento de U$S 2.000 millones. El superávit comercial esperado sería de U$S 7.761 millones. ¿Alcanzan esos dólares?

Acá se enciende otra luz casi roja. Como indicó Jorge Vasconcelos de la Fundación Mediterránea, la cuenta corriente del Balance de Pagos -incluyendo servicios como turismo- pasó de un superávit de 1% del PIB a un déficit de 2% del PIB.

Las reservas brutas superaron la barrera de los U$S 40 mil millones por primera vez desde febrero de 2023. El Gobierno emitió deuda con alta tasa para comprar reservas y cumplir en parte con el objetivo fijado ante el Fondo Monetario Internacional (FMI). El organismo mira con cierto recelo la cantidad de reservas disponibles, con un cepo que aún dificulta las importaciones.

Mientras que el tipo de cambió subió sólo 7% en dos meses, la Cámara de Industrias Aceiteras de la República Argentina (Ciara) indicó que ingresaron U$S 3.054 millones en mayo, 17% más que el mismo mes del año pasado.

El Gobierno insiste en que no hay problemas porque el dólar está flotando libremente. Pero cuando haya pocos dólares y muchos demandando por importaciones, servicios, deuda y ahorro, luego de un tiempo demanda adormecida por una tasa de interés más alta que la inflación y un cepo a los dólares para importación, cuando haya libertad para ambos puntos, la situación podría ser diferente.

La última noticia que impacta el comercio exterior es el decreto que repuso las retenciones de la soja al 33% y del maíz, que vuelve al 12%. Por el particular procedimiento de exportación que tienen estos productos, donde es necesario realizar una Declaración Jurada de Venta al Exterior (DJVE), que fija el derecho de exportación y el precio oficial, en los últimos días se observó un crecimiento importante en la registración de las DJVE, en donde el exportador debe adelantar el pago de tributos e ingreso de divisas, pero se asegura el 26% de retenciones. De esta manera, el Gobierno se aseguró el ingreso anticipado de divisas e impuestos, mientras los exportadores podrán exportar con una alícuota del 26% por un tiempo más.

Para ejemplificar, en maíz Argentina exporta el triple que Brasil en 2006, nos superó por primera vez en 2012, y ahora es el segundo exportador mundial de maíz en el mundo, detrás de Estados Unidos. Más retenciones es menos producción.

El Gobierno basa parte de su estrategia en los dos superávits, el fiscal y el comercial. Y su enorme triunfo es la baja de la inflación desde niveles de 25,5% mensual en diciembre de 2023 a 1,5% en mayo.

Aunque ambos superávits están anclados en medidas criticadas que vienen de la época de Cristina Fernández, como el cepo a las importaciones y las retenciones. Sin retenciones se terminaría el superávit fiscal, sin cepo, pasaríamos a déficit comercial.

El tablero del auto nos muestra cómo está funcionando el vehículo. Pero también debemos mirar hacia afuera, para ver semáforos, señales de tránsito y si hay hielo, agua, nieve o pozos en nuestro camino. Lo mismo nos pasa e impacta en lo que sucede fuera de nuestro país.

Por ejemplo, el conflicto Israel con Irán y la participación de Estados Unidos (EE.UU.) con impacto en petróleo y fletes.

El comercio mundial crece ininterrumpidamente casi desde la finalización de la segunda guerra mundial, aunque desde el comienzo del presente siglo, las crisis son más recurrentes e influyentes. La crisis financiera de 2008 impactó en todo el mundo. La primer guerra comercial disminuyó los flujos de exportaciones e importaciones y generó un gráfico con forma de V en las exportaciones globales, que se repitió con la pandemia de Covid y puede pasar algo similar, cuando se terminen de observar los costos del actual conflicto arancelario entre EE.UU. y China.

Ahora estamos ante las influencias de la tregua entre ambos países, lo que disminuye la incertidumbre pero no la elimina. Los costos de los fletes desde China aumentaron para todos, por la locura desatada para llegar mientras se puede entrar a Estados Unidos con un arancel menor.

Por eso, mientras el tablero interno muestra luces que advierten riesgos –como la suba del desempleo y la fragilidad externa– el contexto internacional no ofrece un camino despejado. Las tensiones geopolíticas y comerciales generan un entorno de volatilidad creciente, donde los flujos de capital y los precios de los commodities pueden cambiar en cuestión de semanas. Y en ese escenario, los países con menos margen de maniobra, como la Argentina, deben reforzar su capacidad de adaptación.

El desafío no es sólo mantener los superávits a cualquier costo, sino construir condiciones sostenibles que permitan desarrollarnos sin afectar la competitividad ni restringir la actividad. La economía real –el empleo, la inversión productiva, las exportaciones con valor agregado– debe volver a ser el motor de crecimiento. Que el auto siga, que se apaguen las luces amarillas y no se enciendan otras.

(*) Docente de la UNC, UCC y Universidad Siglo 21.

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