jueves, 3 julio, 2025
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Diseñan un método rápido y eficaz para medir las prácticas que conservan la dehesa

Como parte del proyecto CI Montado Dehesa, varias entidades y equipos de investigación de España y Portugal se han unido para mejorar la conservación de la dehesa en la península.

En el proyecto, que forma parte del programa de cooperación transfronteriza Interreg España-Portual (POCTEP), se han puesto en marcha cuatro proyectos piloto o living labs –en Sierra Morena/Norte de Sevilla, el Parque Nacional de Monfragüe en Extremadura, y en la zona de Évora y Mértola en Portugal– para medir sobre el terreno la capacidad de una serie de buenas prácticas para mejorar la conservación de las dehesas.

En España, la gestión de la dehesa lleva años sufriendo las consecuencias de políticas agrarias deficientes que fomentan la intensificación ganadera, con unas cargas ganaderas que impiden la gestión sostenible de la dehesa.

Un factor determinante son las ayudas de la Política Agraria Común, que se cobran por hectárea de pastos y número de animales hasta un límite. “Pero el límite no está relacionado con lo que realmente admitiría ese territorio”, explica Vicente Rodríguez Estévez, que es el investigador responsable del proyecto en la Universidad de Córdoba, participando desde el Departamento de Producción Animal.”

Esto condiciona la carga ganadera de las explotaciones, porque algunos ganaderos buscan la rentabilidad en el aumento del censo para la captación de ayudas. “Estimamos que ahora mismo se pueden estar introduciendo de 3 a 4 veces más de lo que admite cualquier territorio” explica Rodríguez Estévez.

El exceso de animales tiene un impacto muy grande sobre las dehesas, ya que deteriora los pastos y evita la regeneración de la arboleda. “Dentro del equilibrio de una dehesa es muy importante el número de árboles jóvenes por hectárea”, señala Rodríguez Estévez. “El ganado no da opción a que crezcan nuevos arbolitos”, aclara, “y con el tiempo se va perdiendo cobertura de la arboleda y simplificando la dehesa”.

Las temperaturas extremas y las sequías aumentan la mortalidad de los árboles y aceleran este proceso, pero no son el único problema. El manejo actual de la dehesa también tiene consecuencias importantes.

Por ejemplo, en la actualidad, prácticamente no se hacen rotaciones plurianuales de pastoreo, una práctica tradicional sostenible que daba tiempo a que el entorno se recuperase. “Las rotaciones podían ser de 20 años”, señala Rodríguez Estévez, “no había una fecha establecida”, aclara. “En todo ese tiempo daba lugar a que hubiera una regeneración de la arboleda”.

Además, la rentabilidad de la vaca, un animal que no se retira de la dehesa en verano, está generando un problema de sobrepastoreo y erosión. “Deja el suelo desnudo en verano”, explica Rodríguez Estévez, “y todo eso va a afectar a la posterior calidad del pasto en primavera”.

Para evitar todos estos problemas, el personal investigador de la UCO ha analizado cómo se podrían reconocer las buenas prácticas para recompensarlas a través de la Política Agraria Común. Se trata de adaptar la normativa para que las ayudas se presten en función de los resultados o de las prácticas que se utilicen.

Para impulsar está idea, han diseñado un nuevo método que permite evaluar de manera sencilla el estado de calidad de las dehesas en función de una serie de buenas prácticas relacionadas con la biodiversidad, la productividad de los pastos o el manejo de la arboleda, y lo han validado en los diferentes living labs del proyecto y, más concretamente, en la Sierra Norte de Sevilla.

Los actuales métodos que podrían utilizarse para medir el estado de las dehesas tienen un enfoque más científico y requieren análisis complejos con muchas visitas de campo. Con lo que sería muy costoso para las administraciones si lo utilizasen para inspeccionar el manejo de las fincas o dar subvenciones. “Si se gasta en el control y la inspección más que lo que hay para pagar por las buenas prácticas, se desaprovecha el dinero que debería ir destinado a primar la buena gestión y conservación”, explica Rodríguez Estévez.

En cambio, el método de evaluación que propone el equipo de la UCO es mucho más sencillo. Ahorra tiempo de muestreo y análisis, reduce el coste de la inspección, y permite evaluar el manejo de las fincas de manera objetiva.

El objetivo del proyecto es medir el efecto que tienen estas prácticas, para ponerlas en valor y demostrar que están relacionadas con el estado de conservación de la dehesa cuando éste se evalúa de manera más exhaustiva.

Como parte del proyecto, el grupo de investigación también ha puesto en marcha una serie de cursos cortos gratuitos sobre estas prácticas que se impartirán en la plataforma web del socio coordinador del proyecto, AndaNatura.

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