A pesar que el tipo de cambio debería flotar entre bandas, el Gobierno intervino en el mercado de futuros y también salió a absorber pesos para ponerle un freno a la presión cambiaria aunque sin mucho éxito. A pesar de la presencia de la mano (in)visible del mercado, el oficial minorista subió $ 25 en las últimas cinco ruedas a $ 1.300; el mayorista, que es el que sigue de cerca el mercado, incrementó $ 23 a $ 1.285, y el blue cerró a $ 1.305 e hilvanó seis semanas con alzas.
“Las apariciones del Banco Central en los mercados de futuros, estimadas a partir de aumentos del volumen operado y su interés abierto, marcan que la autoridad monetaria no se sentía cómoda con la suba del tipo de cambio y decidió intervenir”, explicó el grupo de Estudios Económicos del Banco Provincia, que agregó en su informe semanal: “Las tensiones cambiarias de los últimos días nos dejan 1) un dólar más alto, 2) una tasa de interés más alta y 3) un perfil de deuda en pesos más cargado. En julio y agosto, el Tesoro tiene que pagar 41 billones de pesos (5% del PIB) y hacerlo en este contexto será todo un desafío”.
El Central cerró mayo con una posición vendedora por US$ 1.946 millones en futuros. En abril esa cifra implicó apenas unos US$ 409 millones, según datos oficiales del BCRA.
Otro hito de la semana fue el fin de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI), que trajo tensiones cambiarias bajo el brazo y por el que el ministro de Economía, Luis Caputo, culpó a los bancos ante los ruidos en el mercado. Tras la avalancha de pesos provocada y con el objetivo de evitar presiones sobre el tipo de cambio, la primera reacción del funcionario fue vender Lecap para absorber pesos.
Como resultó insuficiente se llamó a una licitación de emergencia y “fuera de calendario”. Pero el Gobierno debió tomar otra medida ante la ineficacia de las maniobras y, con el dólar al alza, reintrodujo los pasivos remunerados del BCRA. Este escenario llevó a que el Tesoro convalidara elevadas tasas de interés en lo que pareció una desesperación por “secar” la plaza. “Es más probable que la tasa vuelva a subir a que baje a los niveles que estaba la semana pasada”, señaló a PERFIL Matías Rajnerman, jefe de Macroeconomía del Banco Provincia.
Pero el agite financiero no culminó en la tensión cambiaria y el desmanejo de las Lefis para el equipo económico. El riesgo país trepó hasta los 770 puntos básicos (pb), incluso a pesar de que el jueves Moody’s elevara la calificación crediticia de Argentina de Caa3 a Caa1 para la deuda soberana del país. Así, el índice que elabora el JP Morgan subió 135 unidades en lo que va del año, y 210 puntos desde su mínimo de 2025, el 9 de enero, cuando alcanzó los 560 pb.
Pese a esto, los bonos que registraron mayoría de avances, impulsados por el Global 2041 y el Global 2035, los cuales treparon 1,3% y 1,2%, respectivamente. El Merval cerró el viernes con un alza del 0,4%. Mientras, las acciones del panel líder terminaron de manera dispar.
No contaron con la misma tónica los papeles argentinos que cotizan en Wall Street que terminaron con mayorías en rojo. En la pizarra de Nueva York traccionaron a la baja los ADRs de Bioceres (-3,7%), Supervielle (-2%) y Corporación América (-1,5%).
Las reservas brutas del Banco Central finalizaron en el orden de los US$ 40.387 millones, con lo que recuperaron algo de terreno luego del pago a los bonistas el 9 de julio. En las arcas de la autoridad monetaria se vieron reflejadas los desembolsos por parte de la CAF de US$ 314 millones y una nueva “compra en bloque” del Tesoro Nacional por US$ 500 millones que se suman a los US$ 200 millones adquiridos el 3 de julio del mismo organismo. La maniobra, si bien quedó contabilizada y había sido anticipada por el medio Bloomberg Línea, el titular del Palacio de Hacienda no salió a comunicarlo pese a las consultas de los periodistas. Detrás se puede especular que “Toto” necesita seguir con esa dinámica para cubrir los próximos vencimientos de deuda y que el guarismo sea aún mayor en el futuro.