«Es el mayor de todos los acuerdos«, aseguraba el presidente estadounidense, Donald Trump, frente al Air Force One tras aterrizar en Escocia. Durante unas vacaciones en su resort de golf en el Reino Unido, el mandatario ha aprovechado una cita agendada con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para reunirse y sellar un pacto que alivia los aranceles anunciados previamente y las tensiones comerciales entre su administración y los Veintisiete.
La delegación europea, encabezada por Von der Leyen y acompañada por el comisario de Comercio, Maroš Šefčovič, y un equipo de asesores, ha acudido a la reunión con el objetivo de evitar la inminente imposición de aranceles del 30% sobre las exportaciones europeas a Estados Unidos. Por otro lado, Trump, que ha mostrado un interés personal por las negociaciones de este acuerdo, ha liderado la comitiva estadounidense acompañado por el secretario de Comercio, Howard Lutnick, y el representante de Comercio, Jamieson Greer.
El acuerdo resuelve un prolongado tira y afloja que se remonta a la primera legislatura de Trump, cuando en 2018 su gobierno impuso aranceles sobre el acero y el aluminio europeo por valor de 6.400 millones de euros. Desde entonces, el republicano ha intensificado su retórica contra los socios comunitarios, llegando incluso a afirmar que Europa “se formó para hacer daño y aprovecharse de Estados Unidos”. Pese a que el nuevo acuerdo incluye una rebaja de los aranceles impuestos tras el ‘Día de la Liberación’, sigue contemplando gravámenes que nose habían dado hasta la fecha.
Con muchas incógnitas todavía sobre la mesa, el acuerdo preliminar entre Estados Unidos y la Unión Europea establece que los aranceles que afectarán a la mayoría de bienes serán del 15%. Sin embargo, los líderes no han especificado si el recargo aplicará a sectores como el farmacéutico, clave para la economía europea, o si la UE aceptará más productos agrícolas estadounidenses, una línea roja hasta el momento. Lo que sí ha quedado claro es que el acuerdo aplicará a la industria automovilística europea y la mayoría de productos.
Estados Unidos es el principal socio comercial de la Unión Europea, tanto en bienes como en servicios. En 2024, el 20,4% de las exportaciones del bloque comunitario tuvieron como destino el mercado estadounidense, mientras que el 13,7% de las importaciones procedieron de ese país, consolidándose como el segundo país que más vende a Europa, solo por detrás de China, según las cifras del Eurostat. Este desequilibrio en la balanza comercial es uno de los argumentos que alimentan el discurso de Donald Trump en favor de lo que llama ‘aranceles recíprocos’.
En este pacto, que Von der Leyen califica de «reequilibrio», la UE hará inversiones por valor de 600.000 millones de dólares en el país norteamericano, además de 750.000 millones de dólares en energía y la compra de una «enorme» cantidad de equipamiento militar estadounidense, según ha explicado Trump en la rueda de prensa posterior a la reunión.
Los países de la Unión Europea más expuestos al impacto de los aranceles y que ahora respiran aliviados tras la rebaja arancelaria son Alemania, Italia e Irlanda, los principales exportadores al mercado estadounidense y con un elevado superávit comercial. En cambio, España, junto con Países Bajos y Bélgica, se encuentra entre los Estados miembros menos vulnerables, ya que importan más de lo que exportan a Estados Unidos.
Por sectores, los más amenazados por la política arancelaria de Trump son el automovilístico y el farmacéutico, los pilares del comercio exterior europeo con Estados Unidos. La agricultura también se sitúa entre los sectores más sensibles, puesto que el país norteamericano es el segundo mayor destino de las exportaciones agroalimentarias europeas.
En el caso de España, este sería precisamente el ámbito más perjudicado, especialmente en productos clave como el aceite de oliva, el vino o los cárnicos, como el jamón ibérico.
En su llegada a Escocia, Trump confesó a la prensa que podría enumerar hasta “veinte puntos de conflicto” entre la UE y EEUU, cifra que ha reducido a entre tres y cuatro cuestiones pendientes justo antes de entrar a la reunión, sin especificar cuáles eran en ninguna de las dos ocasiones.
Sin embargo, en declaraciones anteriores, el mandatario ha señalado con insistencia los sectores que, a su juicio, colocan en desventaja a las empresas estadounidenses en el comercio con Europa. Uno de los principales es el del automóvil, donde Washington ha acusado reiteradamente a fabricantes europeos como Mercedes o BMW de beneficiarse de un trato preferente. También ha apuntado al sector agrícola, al farmacéutico y al metalúrgico, en particular el acero y el aluminio, que mantendrán los aranceles especiales del 50% que la Casa Blanca ya había impuesto.
Durante su primer mandato, Donald Trump impuso en 2018 aranceles del 25% a las importaciones de acero y del 10% al aluminio. La Unión Europea respondió con medidas de represalia dirigidas a productos emblemáticos estadounidenses como el bourbon, las motocicletas Harley-Davidson o los vaqueros Levi’s. Aunque la disputa no se resolvió plenamente, el entonces presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y Trump llegaron a un compromiso para aumentar las importaciones europeas de gas natural licuado procedente de Estados Unidos.
En su retorno a la Casa Blanca, Trump reactivó su ofensiva comercial con el denominado ‘Día de la Liberación‘, en el que anunció una batería de aranceles dirigidos a 55 países y socios comerciales. Desde entonces, ha pospuesto en varias ocasiones la entrada en vigor de estos gravámenes con el objetivo de cerrar acuerdos bilaterales. Hasta la fecha, solo ha alcanzado pactos con el Reino Unido, Vietnam, Japón, y ahora, la Unión Europea.
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