Colas kilométricas desde tres horas antes de la cita, hermanos en el presbiterio y amenazas de impugnación antes del comienzo. Este ha sido el preludio del Cabildo más tenso y surrealista de la Hermandad de la Macarena que ha terminado con el sí mayoritario de la corporación a la restauración de la talla por parte de Pedro Manzano. 998 hermanos han votado sí a la restauración en un Cabildo que ha superado las seis horas de duración -culminó a las 03:45 horas-, mientras 458 hermanos han votado en contra de esta actuación. A la lectura de los resultados le ha seguido un sonoro aplauso de los hermanos en el interior de la Basílica.
El cabildo extraordinario de la Macarena se preveía tenso, pero la realidad ha superado con creces las expectativas. Apenas 10 minutos después de haber comenzado, el hermano mayor, José Antonio Fernández Cabrero, que pidió perdón al inicio de su discurso, tuvo que interrumpirlo en hasta dos ocasiones por los gritos de los hermanos que se encontraban en el templo. Desde entonces la tensión solo ha aumentado a medida que el máximo representante de la corporación ha leído su discurso. Los gritos exigiendo su dimisión se escuchaban desde la misma calle.
Resultado de la votaciónAsistentes: 1.817 hermanosVotos a favor: 998Votos en contra: 458Votos en blanco: 13Votos nulos: 6
No solo las voces discordantes interrumpieron sus palabras, también la entrada de macarenos en la Basílica con el Cabildo ya empezado. La falta de espacio y el mal acondicionamiento, muchos no podían ni ver ni oír las palabras de Cabrero, de quienes iban llegando con la asamblea ya empezada, provocaron que se habilitara de urgencia espacio para los hermanos en el mismo presbiterio del templo, a los pies de la Virgen. «Estoy en un pasillo rodeado de gente», trasladaba un hermano desde el interior. Las imágenes en redes sociales de hermanos arremolinados alrededor de la mesa de la Junta son tan inéditas como elocuentes.
Quejas de los hermanos
Mensajes sobre el calor sofocante en el interior del templo y en la parroquia de San Gil, las protestas por la pésima acústica y visibilidad y el desbordamiento del personal de la Hermandad que no llegaba a atender una situación desmedida hasta altas horas son el resumen de una noche para la historia de la Hermandad. Se trata, no en vano, del mayor icono de la devoción popular sevillana.
Por eso no extraña que la afluencia de macarenos haya sido masiva, mucho más que lo previsto por la Hermandad, que según la cuenta de El Llamador tenía previsto unas 1.400 sillas. Tenían derecho de asistencia unos 14.000 hermanos, debían decidir la restauración de la Virgen para que, entre otros objetivos, se revirtiera la fallida intervención de los profesores David y Francisco Arquillo, ambos presentes en las dependencias de la Hermandad. Al cierre de esta edición, la Hermandad no había ofrecido los datos oficiales.
Desde varias horas antes de que comenzara el Cabildo, el interés por seguir desde dentro esta cita era patente. A las 17:00 ya había hermanos esperando para poder acceder a la Basílica, único sitio desde el que se pudo intervenir. Los últimos macarenos, que llegaron a hacer cola hasta en la calle Feria, no pudieron entrar a las dependencias de la Hermandad hasta las 21:10. De hecho, el hermano mayor comenzó a leer su informe mientras muchos asistentes seguían en la cola y amenazaban con impugnar la asamblea.
Aplausos para el IAPH y Pedro Manzano
Los hermanos de la Macarena fueron, por regla general, duros con su Junta de Gobierno y agradecidos por la claridad y pedagogía en la intervención de los expertos citados en la tarde-noche-madrugada de este 29 de julio. Al término de sus explicaciones, aclamaron con aplausos al jefe de intervención en el patrimonio en el IAPH, José Luis Gómez Villa.
El representante del hospital andaluz de arte, dependiente de la Consejería de Cultura, realizó un recorrido por las distintas intervenciones que ha experimentado la talla desde su hechura en el siglo XVII. Después de aclarar que la mayoría de actuaciones se centraron en las pestañas, este experto puso el foco especialmente en la restauración del profesor Francisco Arquillo en 1978, la mayor hasta la fecha.
Gómez Villa también detalló punto por punto las afecciones que presenta en este momento la Virgen. La Macarena estuvo más de 15 horas en las instalaciones del IAPH, donde se le pudieron realizar radiografías científicas, un TAC y varias pruebas más que han posibilitado conocer el estado de conservación de la Esperanza y el calado de la última actuación de Arquillo. Las principales conclusiones de los técnicos son que la Esperanza tiene insectos xilófagos en su interior, humedad en la espalda, una grieta en el lado izquierdo del rostro y un recrecimiento «reciente» de los párpados. Además, Gómez Villa ha puesto el foco sobre la intervención «excesiva» de los Arquillo que, en opinión de los expertos, no responde a una intervención conservativa.
Falta de documentación
Ante esta situación, el conservador-restaurador Pedro Manzano propuso a los macarenos una intervención con una duración aproximada de tres meses. En este tiempo, el técnico, recién distinguido como trianero adoptivo, considera que solventaría las afecciones que presenta la talla en este momento. Además, según ha propuesto, su labor pasaría también por revertir todos los trabajos que se realizaron en la semana crítica, tanto los de la familia Arquillo como la de los profesionales que la tocaron después a petición de urgencia de la Junta de Gobierno.
Después de las explicaciones de los técnicos, una de las conclusiones principales de este cabildo rotunda: hay una falta absoluta de documentación por las intervenciones llevadas a cabo por Arquillo. Una ausencia de informes para dejar constancia del paso a paso sobre la talla ha provocado un vacío de información que solo ha podido ser resuelta, parcialmente, según Manzano, por el examen ultravioleta que se realizó a la talla.
Cabe recordar que la Macarena no está protegida como Bien de Interés Cultural, una declaración que hubiera obligado a la Hermandad a solicitar a la Junta de Andalucía la autorización para las tareas de restauración bajo los criterios que marca la ley de Patrimonio.